Desde los orígenes de la creación de la moda, muchos diseñadores han pasado entre los hilos que componen su historia. No sería sin ellos el suceso del avance de las tendencias, que es lo que provoca la evolución de esta y nos permite poder mostrar una personalidad, la cual se realza por nuestra forma de vestir. Estas mentes que han creado las costuras de esta historia han ido surgiendo a lo largo de los años pero, seamos sinceros, para dedicarse al diseño, tienes que tener un talento especial y que hayas sido tocado con la varita mágica de la moda. Muchos genios han surgido de la nada mediante un aprendizaje autodidacta de la profesión, mientras que otros han aprendido de grandes escuelas que se sitúan en la vanguardia, pero entre esos perfiles existe un patrón en común, que su carrera ha ido ascendiendo de la mano de un aprendizaje por parte de los más grandes del sector. Uno de los grandes diseñadores al que podríamos calificar de icono, es el estadounidense Tom Ford, el creador en la eterna búsqueda de la belleza y la elegancia.
- Guo Pei, la diseñadora asiática cuyos diseños se exponen en el MET
- Claves del zapato que no puede faltar en el armario de un hombre
Nacido en Nuevo México el 27 de agosto de 1961, pasó los primeros años de su vida viviendo en los suburbios de Houston y las afueras de San Marcos, hasta que su familia fue trasladada a Santa Fe, donde cursó la escuela y posteriormente la universidad, donde se graduó en el año 1979 y dejó la ciudad para inscribirse en el Bard College, pero al poco tiempo se retiró. Posterior a ello, se mudó a la ciudad de Nueva York para estudiar historia del arte en la universidad.
Sus estudios podemos decir que fueron bastante inestables, ya que solamente duró un año estudiando Historia del Arte, prefiriendo centrarse en ser actor para anuncios de televisión. Consiguió formar parte de 12 campañas diferentes. Una vez conseguido este sueño, Ford comenzó otro camino en la aclamada escuela Parsons The New School of Design, como arquitecto de interiores y asiduo al famoso club Studio 54.
Antes de terminar, el creador estuvo trabajando en París, un internship, en la marca Chloè donde ejercía de asistente de prensa y se encargaba de atender a los estilistas que solicitaban prendas de la casa. Más tarde terminó sus estudios en Parsons, pero se graduó con una licenciatura en Arquitectura.
Corría el año 1986 cuando el diseñador comienza a realizar sus primeros trabajos. Las primeras entrevistas de trabajo fueron fallidas, ya que él ocultaba que su licenciatura fue en Arquitectura y contaba que su trabajo en Chloè fue un puesto de bajo nivel, por lo que su perfil se quedaba en lo bajo de la lista, hasta que decidió llamar todos los días durante un mes, a la diseñadora coreana Cathy Hardwick, especialista en prendas prêt-à-porter, para que le diera una oportunidad. Ahí era donde comenzaba al ascenso del diseñador.
En 1988, se trasladó a Perry Ellis, donde ya conocía previamente al presidente de la compañía, como a su diseñador de cabecera, Marc Jacobs. Pronto se aburrió de la moda estadounidense y, según palabras del diseñador a The New York Times: “Si quiero ser buen diseñador, tengo que salir de Estados Unidos. Mi propia cultura me inhibía y tener demasiado estilo en este país es de mal gusto, en cambio, en Europa, sí que aprecian el estilo”.
Unas palabras que se consideraron poco acertadas, pero le iba a llevar a dar uno de los grandes saltos de su carrera junto a Gucci, la cual se encontraba en un momento en el que quería reforzar la presencia de sus mujeres en el mundo del prêt-à-porter como parte de una visión futura de la marca. Muchos expertos del sector se quedaron sorprendidos con la entrada de Ford a dirigir la parte creativa de la casa, ya que se le consideraba un desconocido.
Su importancia dentro de la compañía ganó mucha relevancia, puesto que Gucci estaba en la ruina y sus clientas habían perdido la pasión por la marca, no querían vestirla más. Si unimos eso al fatal manejo financiero, el exceso de licencias mal gestionadas y la confusa identidad de marca que había tomado era el coctel perfecto al cual podríamos bautizar como desastre. Ford tardó solo seis meses en ganar importancia en la compañía, ya que incorporó una importante actualización en el diseño masculino y, poco después, en las colecciones de calzado. En 1994 asume la dirección creativa de la marca prêt-à-porter, inundando la marca con su plena esencia, llegando a asumir once líneas de producto. Dos años más tarde, esta enorme carga de trabajo le llevó a tener tensiones creativas Maurizio Gucci pero, a pesar de eso, no se puede negar que la influencia de Ford fue la que hizo proseguir a la marca y volver a alcanzar el auge.
En su primer año, dirigiendo el área creativa, introdujo los trajes de terciopelo estilo halston, camisas de satén entalladas y botas de charol metalizado. En el 95 da un gran golpe de efecto, ampliando el equipo con la estilista francesa Carine Rotfield y el fotógrafo italiano Mario Testino, para encargarse de las campañas visuales de la marca, lo cual incrementó las ventas en un 90%, llevando a la marca al éxito y haciendo que el grupo LVMH aumentara las participaciones en la marca, pensando en tomar la empresa, pero no sabían que Ford se iba a adelantar e iba a acercar la casa al grupo PPR, dirigido por el francés François-Henri Pinault, el cual adquirió un 40% y desbancando al grupo competencia.
Corría el año 1999 cuando Gucci adquiere la propiedad de la francesa Yves Saint Laurent (YSL) y Ford es nombrado director creativo, dirigiendo ambas marcas, y desbancando a Alber Elbaz el creativo que, hasta entonces, era el creativo de la firma. El maestro Saint Laurent no dudó en mostrar el descontento que tenía con el americano, con críticas abiertas hacia sus diseños y su estilo, pero lo que no se puede negar son las alabanzas de la prensa internacional y como el público se enamoró de sus creaciones.
El 2004 fue un año convulso para Ford y la dirección creativa de ambas casas, ya que el diseñador decide abandonar ambas, dentro de una convulsión de decisiones y batallas que duraron una década. Su camino siguió su propia estela, creando una marca bajo su nombre dedicada a la moda masculina, belleza, gafas y accesorios en el 2006, creando una tendencia elegante hacia el público masculino, a través de su propia visión.
Entre medias de su marcha y la creación de su nuevo proyecto, en el 2005, el creador anuncia el lanzamiento de su compañía de producción de cine, Fade to Black, diversificando su actividad de la moda con su pasión por el cine. En 2009 hizo su debut como director con A Single Man, basada en la novela homónima de Christopher Isherwood. Las estrellas del drama fueron Colin Firth, como un profesor universitario con residencia en Los Ángeles, junto a Julianne Moore, Nicholas Hoult, Matthew Goode y Jon Kortajarena. Ford fue también uno de los productores.
A Single Man se estrenó el 11 de septiembre de 2009 en el 66.º Festival de Cine de Venecia Internacional, donde fue nominada para el máximo galardón del León de Oro. Colin Firth fue galardonado con la Copa Volpi al Mejor Actor por su actuación. Ganó un premio BAFTA al Mejor Actor en un papel principal, y fue nominado a un Oscar, un Globo de Oro, al Premio Independent Spirit y el Screen Actors Guild Award.
En 2015, Ford se encargó de dirigir Animales Nocturnos, una adaptación de la novela de Austin Wright, Tony and Susan, con George Clooney y Grant Heslov como productores. Jake Gyllenhaal y Amy Adams interpretan a los protagonistas, Tony y Susan.
En definitiva, una carrera llena de éxitos e innovación, donde su aportación a la moda desarrolló nuevos patrones para el hombre, creando nuevas formas en la figura masculina e implementando la vestimenta de este. Trajes con diferentes telas y brocados, combinados con camisas en tejidos únicos y propios, llevó la modernización de la moda masculina a un nivel superior que, más tarde, amplio a la figura femenina en cortes ajustados que realzan la figura de la mujer.
Cada elemento que crea Ford se vuelve icónico, como sus gafas características de pasta negra en clave gruesa que, con un total look en negro, es de lo más chic, conjugándolo con perfumes y fragancias como Black Orquid y Velvet Orquid que visten una esencia completa.
Con este camino no es de extrañar la afirmación de que la marca es una de las más rentables del mercado y eso es una afirmación rotunda ya que, hace unos meses, el americano vendió la firma al grupo Estée Lauder, buque insignia de la cosmética mundial, por la cantidad de 2.800 millones de euros, ampliando su rango al mundo de la moda.
Lo que está claro es que Tom Ford es un ejemplo a seguir, una esencia a la que nunca ha renunciado, un estilo que es fiel a su personalidad y, a pesar de los baches que le ha podido poner el mundo de la moda, ha seguido sus ideales demostrando a todos sus detractores que estaban equivocados. Un perfeccionista polifacético.