La moda tiene esa esencia indescriptible que, a través de los trazos del boceto, cada creador lo interpreta a su propia manera. El tejido es una clara base que cobra forma con cortes concretos, los cuales se apoyan sobre el cuerpo de la mujer, llegando a cambiar un concepto preconcebido. Un conjunto que forma un resultado capaz de expresar el mensaje de la marca. Hay diseños reconocibles a los que somos capaces de darles un nombre y apellido. Todo esto lo vivimos ayer, sábado 22, en el desfile de Odette, celebrado en el marco de la MBFWM.
Hace unos días conversábamos con Ana Rodríguez, actual directora de la pasarela, sobre la continuación de la misma y cómo vive el presente. Con gran entusiasmo nos comentó los avances que están sucediendo y la manera en la que se está implementando una labor, que se ve reflejada en el trabajo de los creadores que presentan sus piezas sobre el pabellón 14.1 de Ifema.
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Con origen en Santander, Odette Álvarez siempre quiso ser partícipe del mundo de la moda. Su gran personalidad nos desvela una actitud inconformista, que se une a un amor por crear prendas únicas que sean capaces de hablar por la mujer. El universo de la moda es algo atractivo, pero complicado de entrar. Muchas veces nos dicen que los sueños se hacen realidad y, en este caso, existe un claro ejemplo de ello. «La marca lleva ya 15 años y fue algo que era mi sueño. Empecé poco a poco, creando piezas, primero enfocadas en mí y luego comencé a confeccionarlas para mis amigas y conocidas. Un día, hubo una tienda que vio mis prendas y le encantaron, así que me pidió una pequeña colección», nos confiesa.
Un comienzo que, hemos de admitir, no fue fácil, pero Odette tenía claro el tipo de prenda que ella quería y cómo veía su ideal de mujer, un concepto que se fue extendiendo y dio el salto de Santander a Madrid, el epicentro nacional donde la moda cobra vida. Aquí se unió a un grupo de profesionales y, cuando quiso darse cuenta, las caras más referentes del ámbito público llevaban sus piezas. «Fue un momento increíble, porque se dio a conocer de la mano de Nati Abascal. Desde el minuto uno me ofreció su apoyo y después de esto la evolución ha sido constante», nos cuenta la diseñadora mientras una sonrisa se le esboza en el rostro.
En la actualidad existen dos líneas. Por un lado, Tete by Odette y, por otro, una línea de costura que se llama Odette. Cuando nos adentramos en su atelier de Madrid, situado en Argensola 8, vivimos una primera impresión que se acerca a la sorpresa. La marca era conocida por sus abrigos con un patchwork personal, que se fusionaba a la perfección con detalles de pelo, que daban volumen y ese je ne sais quoi propio. Algo que sabemos que deslumbrará sobre la pasarela de la Fashion Week de Madrid.
El tipo de mujer Odette es uno en concreto y la diseñadora la define a la perfección: «Mis creaciones están enfocadas hacia una mujer segura, con una fortaleza que las diferencia de las demás. Son prendas que no son para cualquiera, porque también tienen personalidad propia, pero versátil, es decir, hay abrigos que te los puedes poner tanto por el día como por la noche. Tengo la gran suerte de tener unas clientas que entienden el concepto de mi marca».
Mientras pasamos prenda por prenda, vemos una evolución bastante clara, pero vislumbramos lo más importante. Aunque la firma evolucione, sigue teniendo ese sello identificativo que nos cuenta la historia de Odette y cómo la marca ha avanzado a través de sus propias costuras. De la mano de Cantabria Infinita, la creadora presenta en la Fashion Week de Madrid, IRIS FALL 2026, una historia cuya estructura se relata a través de los conceptos de la esperanza, la resiliencia y la fuerza interior. También habla de la realidad, de esa flor que emerge en plena adversidad, en los días más fríos del invierno. Algo en lo que Odette se puede ver reflejada e incluso nos hace leer entre líneas, dejando entrever casi dos décadas de firma.
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A través de esta idea, su imaginación juega paseando por colores, los tejidos y materiales, para crear un resultado que conversa sobre la dualidad entre la quietud exterior y el resurgimiento interior. La delicadeza de las telas fluye en la vista y el tacto, como el crepe satén, el tul de seda y la lana de mohair, y los más robustos como el cuero, la gabardina técnica, el pelo de cordero y cabra, el ante y el paño en raya diplomática. Un resultado que forma una oda al cuerpo femenino, mostrando un homenaje que cabalga entre la personalidad y la fuerza. Su marca individual queda patente a través del brillo, con elegantes toques de pedrería y lentejuelas, que se unen a ricos abalorios. También se incorporan técnicas artesanales de pintura sobre cuero con la flor iris como motivo principal.
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Como bien nos afirma Odette antes de la Fashion Week de Madrid, «quizás aquí no vemos tanto abalorio o brillo, sino que mi misión era crear algo más simplificado, con toques sutiles de personalidad, con los que pervive la esencia de la marca. Lo que he querido es que se reconozca, que la gente lo vea y diga que esa prenda es de Odette». El invierno es su especialidad y le preguntamos sobre las impresiones que le surgen a través de IRIS FALL 2026: «Lo que este año destaca es la mezcla del cuero con ante y mis tejidos clásicos. Lleva mi sello propio, pero creo que la evolución se va a notar mucho no sólo sobre las prendas, sino también en los patrones sobre los que estamos innovando», confiesa sobre su propuesta en esta Fashion Week de Madrid.
En definitiva, lo que Odette nos presenta esta temporada cumple el crecimiento que debe tener cada marca. Ese estancamiento que surge en muchas firmas no existe. Sus ganas e ímpetu juegan a favor y el hecho de querer mostrar algo que hable de un crecimiento, nos permite ver un futuro claro sobre una marca en plena expansión y con personalidad propia.
