Dior dicta la tendencia de maquillaje del verano y la Reina Letizia lo luce como nadie
Roma, la ciudad eterna, fue testigo de un desfile que combinó el esplendor de la historia clásica con una visión futurista de la belleza. Dior, la maison parisina por excelencia, eligió las ruinas milenarias de la Villa Adriana como telón de fondo para presentar su colección crucero, y más allá de la majestuosidad de los tejidos y las siluetas, fue el maquillaje el que dictó una tendencia ineludible para este verano: una piel translúcida, acariciada por la luz, y una mirada delineada sin líneas. Un resultado que debió gustar a la Reina Letizia, puesto que el 9 de junio la vimos lucir en la clausura de la convocatoria anual Euros de tu nómina –una iniciativa solidaria promovida por el Banco Santander que financia proyectos sociales impulsados por ONG– ese mismo maquillaje.
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«El arte de lo invisible, el poder de lo que apenas se nota, pero nunca se olvida», Peter Philips.
Opalescencia, la nueva luminosidad
Peter Philips, Director Creativo y de Imagen del maquillaje Dior, imaginó una belleza etérea: «Queríamos una piel que no pareciera maquillada, sino tocada por la luna», explicó tras bastidores. La clave estuvo en el iluminador de acabado opalescente, aplicado con precisión casi arquitectónica sobre pómulos, puente de la nariz y arco de cupido. Lejos del brillo agresivo del brillo, este resplandor parecía surgir desde dentro, como si la piel respirara luz.
El producto estrella, aún sin nombre comercial pero ya anticipado como parte de una futura línea cápsula de verano, reflejaba matices irisados –rosados, lavanda, nácar– que cambiaban según el ángulo. Una joya líquida sobre el rostro.
El delineado que no se ve, pero transforma
Más enigmático aún fue el delineado invisible. No había trazo negro, ni alas, ni bordes definidos. En su lugar, una técnica casi esotérica: Philips utilizó un tono beige ligeramente más claro que la piel de cada modelo para trazar la línea del párpado, redefiniendo el ojo mediante sutiles juegos de luces y sombras. A la distancia, parecía no haber nada, pero de cerca los ojos adquirían una profundidad hipnótica, una arquitectura apenas perceptible que guiaba la mirada.
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Labios desnudos, poder absoluto
Completando el look, los labios se mantuvieron desnudos, apenas tocados por un bálsamo con efecto de rocío matinal. El protagonismo recaía en la piel y los ojos, en una oda a la naturalidad hiperestilizada: el tipo de belleza que, paradójicamente, requiere de la mayor destreza técnica para parecer «sin esfuerzo», también conocido como el makeup no makeup look tan popular el verano pasado.
La belleza como experiencia sensorial
El desfile romano de Dior no sólo nos regaló un viaje a través del tiempo y la moda, sino una visión refinada de lo que significa el maquillaje de lujo hoy: no un disfraz, sino una transformación sutil, emocional, casi espiritual. En un verano dominado por el exceso, Dior propone lo contrario: el arte de lo invisible, el poder de lo que apenas se nota, pero nunca se olvida.