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Cristina Galmiche nos desvela el (sencillo) tratamiento de la eterna juventud: «Oxigenación facial»

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(Foto: Cristina Galmiche)
Rocío Álvarez
  • Rocío Álvarez
  • Periodista multimedia especializada en belleza, viajes y estilo de vida. Durante mis años de vida, la lectura se ha convertido en una compañera fiel y gracias a ella descubrí mi vocación: crear y transmitir a través de las palabras. Con esta convicción me matriculé para cursar Periodismo en la Carlos III y después de años formándome encuentro mi sitio en el mundo: COOL. ¿Mi ley de vida? Nunca desistas, porque el día que lo hagas siempre pensarás en lo que podría haber sido.
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En un mundo saturado de soluciones exprés y aparatología futurista, Cristina Galmiche defiende una belleza que respira. Literalmente. Frente al vértigo del láser, el bisturí y los rellenos milagrosos, esta esteticista con más de 40 años de trayectoria ha hecho del método manual, consciente y meticuloso su bandera. Su propuesta es clara: una piel no puede estar sana si no está limpia. Y para limpiarla, hay que oxigenarla. «Limpiar bien la piel es devolverle el derecho a respirar. Es como abrir las ventanas de una casa que lleva meses cerrada», afirma Galmiche en su centro de Madrid, una luminosa y sobria burbuja de calma en el barrio de Salamanca. Ahí, donde el silencio sólo se rompe por el murmullo del vapor y los suspiros de alivio de las clientas, tiene lugar una ceremonia que muchas describen como un antes y un después: la oxigenación facial artesanal.

oxigenación facial
(Foto: Cristina Galmiche)

Oxigenación facial artesanal

Más que un tratamiento, Cristina lo define como un método: un protocolo integral que combina diagnóstico, técnica manual, productos específicos y educación de la piel. «Yo no prometo milagros. Prometo conocimiento. Enseñar a la gente a reconciliarse con su piel, a entenderla y a cuidarla. Porque no hay piel fea, hay piel abandonada”, sentencia.

Su método parte de una premisa sencilla pero poderosa: el oxígeno es vida. Y cuando la piel está obstruida, asfixiada por impurezas, exceso de sebo, contaminación o estrés, pierde su capacidad de regeneración. «A veces me traen a adolescentes desesperados con acné, o a mujeres que han probado de todo y vienen como último recurso. En muchos casos, la solución no es química ni tratamientos invasivos: es devolverle a la piel su capacidad natural de regenerarse. Y eso empieza con una limpieza profunda».

oxigenación facial artesanal
(Foto: Cristina Galmiche)

Pero no se trata de cualquier limpieza. En el centro de Galmiche, la extracción se realiza con las manos, poro a poro, en un proceso lento, minucioso y prácticamente quirúrgico. «El 80% del éxito del tratamiento está en cómo se hace la extracción. Hay que tener un conocimiento profundo de la anatomía de la piel, del momento exacto en el que un comedón puede salir sin dejar marca. No vale apretar a lo loco ni confiarlo todo a una máquina. Aquí lo hacemos con tiempo, con precisión y con respeto».

«Yo misma sufrí un acné severo en mi juventud. Fui mi primera paciente. Probé tratamientos muy agresivos que me dejaron secuelas. Por eso me obsesiona cuidar la piel sin agredirla»

Cristina sabe de lo que habla. Su historia personal está marcada por una lucha temprana contra el acné, que no sólo afectó su rostro, sino también su autoestima. «Yo misma sufrí un acné severo en mi juventud. Fui mi primera paciente. Probé tratamientos muy agresivos que me dejaron secuelas. Por eso me obsesiona cuidar la piel sin agredirla. El acné no es sólo un problema estético. Es emocional. Afecta la seguridad, la manera en que te relacionas con los demás. Ver cómo mejora la piel de alguien y cómo cambia su mirada cuando se ve en el espejo… Eso no tiene precio».

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(Foto: Cristina Galmiche)

De esa experiencia nació el método Galmiche, que hoy practican sus discípulas en sus tres centros (Madrid, Alcalá de Henares y Málaga) y que se ha convertido en un refugio de culto para muchos y muchas. «Viene gente de todas partes. Algunas lo hacen como mantenimiento, otras porque ya han perdido la esperanza. Pero lo que todas encuentran es una escucha. Aquí no se trata sólo de la piel, sino de la persona que hay detrás».

«Nosotras no tocamos una piel sin saber cómo respira, cómo responde»

El tratamiento no es único, sino que se adapta a las necesidades de cada piel. De ahí que Galmiche haya desarrollado cinco variantes de su oxigenación facial: Artesanal, Balance+, Oceánica, Dermowhite y Expert. Cada una responde a un tipo de piel y a un objetivo concreto: desde tratar el acné hasta combatir la flacidez, las manchas o los signos del envejecimiento.

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(Foto: Cristina Galmiche)

«Hay pieles que no necesitan grandes activos, sino equilibrio. Otras que necesitan calma. Por eso lo primero es el diagnóstico. Nosotras no tocamos una piel sin saber cómo respira, cómo responde. Cada oxigenación facial es distinta, aunque el espíritu es el mismo: abrir, limpiar, regenerar», explica.

Todas las versiones del tratamiento incluyen una fase clave: la aplicación de principios activos adaptados, seleccionados según el tipo de piel, su nivel de sensibilidad y sus carencias. «No hay dos recetas iguales. Ni dos rostros iguales. Y por eso trabajamos con productos propios, con fórmulas muy limpias, libres de siliconas, sulfatos o perfumes agresivos. La piel no necesita más artificio. Necesita respirar».

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(Foto: Cristina Galmiche)

«El 50% del éxito está en lo que haces en casa. Puedes venir aquí una vez al mes, pero si en tu día a día no limpias bien tu piel, si usas agua del grifo con cloro o cosméticos inadecuados, estarás tirando el dinero»

Pero Galmiche no cree en los tratamientos milagro si no van acompañados de un compromiso diario. «El 50% del éxito está en lo que haces en casa. Puedes venir aquí una vez al mes, pero si en tu día a día no limpias bien tu piel, si usas agua del grifo con cloro o cosméticos inadecuados, estarás tirando el dinero», advierte.

Por eso, insiste en lo que llama educación de la piel: enseñar a sus clientas (y también a sus terapeutas) cómo mantener la higiene, cómo leer las reacciones cutáneas y cómo no sobretratar. «El error más común es usar demasiados productos, o cambiar constantemente. El minimalismo cosmético es mucho más efectivo que una rutina con diez pasos mal entendidos».

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(Foto: Cristina Galmiche)

Sus clientas suelen recibir una pauta personalizada con recomendaciones sencillas: limpiar con leche limpiadora y tónico mañana y noche, proteger del sol todo el año, evitar agresiones externas y respetar los ciclos naturales de la piel.

«Lo que yo ofrezco no se ve en selfies filtrados ni en stories patrocinados. Pero se nota. Una piel oxigenada brilla»

En una industria que a menudo asocia la belleza con el impacto visual, Cristina Galmiche reivindica el lujo invisible: una piel sin maquillaje, pero sana. «Lo que yo ofrezco no se ve en selfies filtrados ni en stories patrocinados. Pero se nota. Una piel oxigenada brilla, aunque no tenga iluminador. Se siente suave, aunque no lleve base. Y eso es mucho más poderoso que cualquier truco de maquillaje».

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(Foto: Cristina Galmiche)

Quizá por eso actrices, cantantes e influencers como Alba Reche, Marina Reche o Lucía Pombo pasan por sus manos antes de rodajes, conciertos o bodas. «Es su secreto mejor guardado», bromea. Pero su objetivo no es crear adicción, sino independencia. «Mi meta es que no me necesiten. Que aprendan a cuidar su piel y a sentirse bien en ella, incluso cuando no me vean durante meses».

Un método que se hereda

La esteticista no trabaja sola. Su hija, Ana Galmiche, se ha formado a su lado y continúa la tradición familiar. «Ella tiene una mirada más clínica, más joven, pero comparte la misma filosofía: respeto absoluto a la piel», dice Cristina con orgullo. El método Galmiche se ha convertido así en una escuela, una marca y una comunidad que no para de crecer.

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(Foto: Cristina Galmiche)

En tiempos en los que todo parece acelerado, medicalizado o filtrado, Cristina Galmiche recuerda que la piel es un órgano vivo. Que tiene memoria, ritmos, emociones. Que necesita oxígeno, no maquillaje. Y que a veces, la verdadera revolución empieza con un gesto tan básico como respirar.