En el mapa de las grandes fincas españolas hay nombres que despiertan respeto, tradición y una inevitable dosis de curiosidad. Uno de ellos es La Toledana, situada en Retuerta del Bullaque (Ciudad Real), muy cerca del Parque Nacional de Cabañeros. Una propiedad que combina naturaleza privilegiada, historia arquitectónica y, sobre todo, un fuerte vínculo con la realeza. Pero lo que muchos se preguntan es: si otras propiedades familiares (como la Dehesa de la Higuera) han cambiado de manos recientemente, ¿por qué La Toledana sigue, inamovible, en poder de los Borbón-Dos Sicilias? La respuesta está en su esencia: La Toledana no es sólo una finca, es el epicentro emocional y simbólico de la familia.
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Construida a principios del siglo XX por el arquitecto Luis Eizaguirre, la residencia principal se levantó en ladrillo visto y con elementos rescatados de un convento del siglo XVI. El resultado fue un palacete castellano con un aire señorial que ha sobrevivido intacto al paso del tiempo.
En sus salones y jardines se han celebrado bodas de familia, vacaciones de Semana Santa con las infantas Elena y Cristina, y reuniones privadas con el rey Juan Carlos I. La finca es un escenario vivo de la historia íntima de la realeza.

Una finca con doble alma: agricultura y caza
El actual custodio de la propiedad es Pedro de Borbón-Dos Sicilias, duque de Calabria, ingeniero agrónomo y apasionado del campo. Bajo su dirección, La Toledana ha sabido conjugar tradición y explotación productiva.
No es casualidad: la caza ha sido una de las tradiciones más arraigadas de los Borbones, especialmente en generaciones anteriores, y La Toledana está rodeada de uno de los parajes más valiosos para esta práctica en España.
La diferencia con la Dehesa de la Higuera
En 2023, la familia decidió vender la contigua Dehesa de la Higuera, una finca de 1.600 hectáreas dedicada también a la actividad agrícola y cinegética. Fue un movimiento empresarial lógico: monetizar parte del patrimonio sin tocar el núcleo duro.
Ese núcleo es precisamente La Toledana. A diferencia de la Dehesa, la finca principal es inseparable de la identidad familiar. No se trata de un activo financiero que pueda rotar en el mercado, sino de un legado que atraviesa generaciones.
La declaración de Pedro de Borbón-Dos Sicilias que lo explica todo
En una entrevista para ABC, Pedro de Borbón-Dos Sicilias resumió su relación con La Toledana con una frase reveladora: «Uno de los valores que tiene La Toledana es la privacidad».
Ese comentario resume el porqué del énfasis puesto en no poner a la finca en venta: no se trata de una explotación cualquiera, sino de un santuario privado familiar, cargado de historia, confidencias y momentos irrepetibles.

En términos de mercado, La Toledana sería una joya codiciada: ubicación privilegiada en los Montes de Toledo, proximidad a un parque nacional, arquitectura singular y cientos de hectáreas de dehesa. Pero el verdadero valor de esta finca no se mide en hectáreas ni en millones, sino en capital simbólico: es el refugio histórico de los duques de Calabria. El lugar donde se estrecharon lazos con la familia real española. Un espacio que ha dado identidad a los Borbón-Dos Sicilias más allá de los títulos y protocolos.
Más que una finca de caza o una explotación agrícola, La Toledana es un refugio de memoria y continuidad dinástica. Y ese valor, como bien saben sus propietarios, no tiene precio ni comprador posible.