La arquitectura histórica de las casas del siglo XIX fue el punto de partida para implementar una arquitectura que estaba en pleno cambio. Podemos ver sus influencias en un presente en el que el minimalismo y los elementos modernos se fusionan con formas centenarias e incluso molduras artísticas que reproducen el paso de la historia. ¿Cuántas veces hemos paseado, observando casas y pensando en las historias que han sucedido en su interior? Hay una mansión que lo representa muy bien, tiene historia propia, está en la costa alemana y perteneció a la princesa de Prusia.
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La villa está bautizada como Alexandrinen Cottage, ubicada en Heiligendamm, en la costa báltica alemana, fue construida en 1841 por el famoso arquitecto Georg Adolph Demmler, por encargo de Paul Friedrich, duque de Mecklenburg-Schwerin. Una construcción bastante majestuosa para la época y que sólo se podían permitir los más adinerados. En la actualidad está protegida y fue objeto de una profunda restauración en 1911, última vez que se han podido hacer renovaciones, puesto que es muy complicado hacer cambios que afecten a su estructura sin alterar esa elegancia histórica.
Esta construcción data a mediados del siglo XIX y fue una demostración de amor de Paul Friedrich hacia su mujer, la princesa Alexandrine de Prusia. En ese momento, la zona de Heiligendamm no era muy conocida y fue una de las primeras mansiones en erigirse en la zona. Acompañando a su historia, el tiempo ha hecho que se convierta en un lugar rodeado de balnearios y hoteles de referencia, aunque en sus 4.450 metros de parcela sigue preponderando la privacidad, siendo un edén de descanso en medio del bosque.
La propiedad fue construida por el renombrado arquitecto alemán Georg Adolph Demmler con influencias del diseño inglés en los jardines, la arquitectura victoriana y las villas de campo toscanas. La casa fue ampliada en 1911 por el arquitecto de la corte de Schwerin, Emil Liss. Las obras de ampliación reflejaron las lujosas necesidades de la vivienda y de la representación de la familia del Gran Ducado de Mecklemburgo-Schwerin, e incluyeron la incorporación de elementos modernos de la época. Todas las obras se llevaron a cabo con sumo cuidado y atención al detalle, respetando su estado de conservación. Aunque haya habido cambios, las influencias históricas siguen presentes.
La superficie habitable, tras la modernización, es de 1.484 metros cuadrados, con la posibilidad de un total de 18 habitaciones. Ya se ha concedido la licencia de obras para construir un spa con piscina, así como una sala de cine y una bodega. Para aquellos que quieran vivir en un cuento, las torres octogonales ofrecen la oportunidad de crear elementos de diseño únicos, como una suite principal o un salón con vistas semicirculares al mar.
Está claro que el nuevo dueño necesita ser una persona que sea consciente de que adquiere una casa con condición de patrimonio protegido, que es una esmeralda que no le queda mucho de pulir y tiene que saber sacar partido a los detalles y devolver la vida a una casa que es parte de la historia. Eso sí, antes de ello, si quieres vivir en la mansión de la princesa de Prusia, tendrás que desembolsar la cantidad de 40 millones de euros.