Puntos de fuga

Victoria Combalía, una extravagante más

por María Villardón

A menudo, la exageración es un síntoma de inteligencia. Quienes la practican poseen la capacidad de otorgar a un concepto, hecho u objeto proporciones desmesuradas, traspasando los límites de lo justo, lo verdadero e incluso lo razonable. La exageración avanza de la mano del inconformismo, y éste, a su vez, roza la excentricidad: un comportamiento que coquetea con la locura, aunque rara vez desemboca en ella. En realidad, el deseo de diferenciarnos de lo común y lo ordinario suele alumbrar personalidades libres e inteligentes, individuos que parecen refugiarse —o quizás protegerse— en lo arbitrario.

Victoria Combalía (Barcelona, 1952), historiadora y crítica de arte, y una de las mayores expertas mundiales en figuras como la fotógrafa y pintora Dora Maar, acaba de publicar Las Extravagantes. Mujeres fuera de la norma (Circe). En este libro repasa la vida de mujeres brillantes que decidieron, de manera consciente y voluntaria, situarse al margen de lo establecido, ejerciendo su libertad sin temor a la indiferencia ajena.

Nueve mujeres que, pese a formar parte del establishment, se negaron a seguir el camino que el destino —o su entorno burgués— parecía imponerles. Movidas por el deseo de rebelarse o simplemente por la pulsión de la diferencia, acudieron a la llamada de lo estrafalario para escapar de la homogeneidad, empleando la sorna, el humor y, cuando era necesario, la incomodidad de quienes las observaban.

Tracey Emin. @ EP

Marina Abramović, Yayoi Kusama, Maruja Mallo, Vivian Maier, Leonor Fini, Elsa von Freytag —la célebre Baronesa Dadá— o la británica Tracey Emin, entre otras, forman parte de este catálogo de excéntricas que han capturado el interés de Combalía. Todas comparten un rasgo común: la decisión de dar la espalda con valentía a las rígidas pautas del siglo XX, aun a riesgo de ser señaladas con la misma dureza con que se juzgaba a una madre soltera en la España profunda de los años 70.


Yayoi Kusama. @ Museo Guggenheim Bilbao

Proyección de una entrevista de Maruja Mallo. @Belén de Benito

Se trata de una galería de retratos íntimos en los que Combalía combina, gracias a su vasto conocimiento y documentación, los acontecimientos personales con la producción artística de cada creadora, una separación imposible en la mayoría de los casos. El resultado es un relato ameno y distendido, condensado en pocas páginas sin perder la esencia de cada figura. Un enfoque similar al que ya desplegó en Musas, mecenas y amantes. Mujeres en torno al surrealismo (2016).

Combalía sostiene que todas ellas son mujeres extravagantes porque «desde muy jóvenes supieron que no seguirían el camino trillado —pero espiritualmente y psicológicamente aniquilador— del ama de casa y de la esposa fiel». En la última conversación que mantuve con la autora, quien me ofreció su tiempo con generosidad, me confesó que está escribiendo sus memorias y que este proceso le ha permitido reconocer que su propia elección vital fue también difícil («Como la de las mujeres que estudio»).

Combalía, a la que admiro, formaba parte de una familia burguesa tradicional. De ella se esperaba una vida más insustancial y un buen casamiento, quizá con un abogado o un ingeniero. Pero no, la joven salió de la uniformidad y decidió dar esquinazo a lo esperado: «Creo que fui bastante valiente, sobre todo viniendo de un entorno tan burgués. Estudié Filosofía y Letras, me fui de casa en 1972 a vivir con mi pareja sin estar casada (¡aquello fue un escándalo total!), empecé a trabajar y, desde entonces, siempre me he ganado el sustento. Toda la vida he sido muy rebelde y siempre tuve claro que quería ser libre y no ser ama de casa».

Victoria Combalía, una extravagante más.

@MaríaVillardón


Autorretrato de Vivian Maier. @ Vivian Maier

Marina Abramovic en la performance de María Callas.

Puntos de fuga

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