En el verano de 1936, los enredos amorosos de Pablo Picasso se elevan a la máxima potencia. Comienza una relación con Dora Maar, acaba de tener una hija con Marie-Thèrése Walter llamada Maya, y sigue casado con la rusa Olga Khokhlova. No le sale a cuenta, de momento, la separación legal, ya que perdería el 50% de sus bienes.

Es español y tiene nacionalidad española, pero el artista de Málaga tiene a finales de los años 30 y comienzo de los 40 varios frentes abiertos que le unen a Francia: dos hijos franceses –Paul y Maya, de dos mujeres diferentes–, una propiedad en Normandía y tres pisos alquilados en París, dos de ellos usados, sobre todo, como talleres. Y su madre, María, con la que tenía una abundante correspondencia, fallece en 1938.

Este es, más o menos, el escenario íntimo y personal de Picasso cuando Alemania y Rusia firman un pacto de no agresión –conocido como Pacto Molotov-Ribbentrop– a mediados de 1939. Tras aquella rúbrica germano-soviética, Alemania invade Polonia, destruye su República y estalla la II Guerra Mundial, al declarar la guerra Francia y Reino Unido a un Hitler sediento de conquista europea.

El miedo que provoca la guerra se instala entre los habitantes de París, conocedores del desastre de la I Guerra Mundial. Muchos de ellos son extranjeros, gran parte de los cuales son españoles que habían cruzado la frontera durante la Guerra Civil de España (1936-1939) o artistas que esperaban su gran oportunidad en el centro cultural de referencia internacional.

Antes de Royan

Picasso y su hija Maya en Royan. 1939. @Royan Destination Atlantique

«En los últimos meses de la Guerra Civil en España, la desbandada republicana fue dramática. En París había muchos refugiados del bando republicano y todo el mundo iba a pedir cosas a Picasso: sobre todo dinero, también ropa y comida. El artista ayudó a muchos, aunque este no fue el caso del escultor Pablo Gargallo», explica la historiadora y crítica de arte, Victoria Combalía, en la biografía Dora Maar

«Cuenta su hija, Pierrette Gargallo, que su madre le mandó a ver a Picasso con 16 años para pedirle ropa para unos primos suyos que acababan de salir de un campo de concentración. ‘Picasso me enseñó la solapa de su chaqueta y me dijo: ¿ves mi solapa? Está sucia, no tengo nada’. Recuerda Pierrette que había cola en la puerta de la casa para pedirle cosas, y que allí, en un rincón, vio a Dora Maar. ‘La verdad es que las mujeres de Picasso, a su lado, siempre estaban apagadas’, decía la hija de Gargallo», añade en el mismo relato.

A París habían llegado a principios del S. XX nuevos artistas, empresarios, vividores, marchantes de arte, intelectuales y mecenas de todo el mundo, sobre todo de EEUU. Las galerías de arte y los cafés eran hervideros de nuevas y fascinantes propuestas. Así que, cuando suenan las campanas de guerra, la mayor parte de los artistas, subversivos y de izquierdas, huyen a kilómetros de París, bien instalándose en las zonas de la Costa Azul o bien embarcándose directamente a EEUU.

Picasso, instalado en París desde principios de siglo, ya es un hombre consagrado en la escena parisina cuando comienza la guerra. Un acontecimiento que empuja al malagueño a tomar la decisión de abandonar sus dos estudios de París y trasladarse a Royan, una ciudad costera a unos 500 kilómetros que conoció mientras veraneaba con su mujer Olga y su hijo Paul, pensando que allí no llegarían los bombardeos. Se equivocaba, Royan sería arrasado en 1945.

Viaja a Royan, pero no lo hace solo

Picasso en Royan junto a su obra ‘Mujer peinándose’ hecha por Dora Maar. @Cortesía

Picasso marcha a Royan con su amante del momento, la fotógrafa y artista surrealista Dora Maar, su ex amante Marie-Thérèse Walter y la hija de ambos, Maya, su secretario Jaime Sabartés y su perro Kazbek, al que compraba cabezas de cordero en el matadero del pueblo, un elemento que estará muy presente en la creación de los meses en la costa francesa. Obviamente, todos estaban juntos en Royan, pero no revueltos. Sobre todo porque, entre otras cosas, nadie ahí se soportaba. Maya y su madre se alojan en un cuarto de la villa Gerbier de Jonc, mientras que Maar y Picasso se instalan en una habitación en el Hôtel du Tigre.

Tres cabezas de cordero. 1939, en Royan. @Museo Reina Sofía

Relata Combalía, además, que Dora Maar no sabía que Marie-Thérèse estaba también en Royan. «Tampoco lo sabe Walter, quien un día ve descender del coche a la pareja, y le pregunta a Picasso quién es la mujer con la que iba, a lo que el artista responde que es ‘una refugiada española’».

Las pésimas relaciones entre ambas amantes se hicieron extensivas a Maya, según recoge Combalía: «Yo tenía cinco años y él estaba con Dora Maar en su taller. Yo no quería verla y le dije a mi padre: ‘No quiero ver más a esta mujer babosa’, en alusión a que Dora se mojaba los labios para parecer más atractiva. Debía ser en 1940 o 1941, porque ya habíamos vuelto de Royan y estábamos en París».

La obra en Royan

Busto de mujer con sombrero de flores. @EFE

A ese periodo en Royan, donde apenas tenía Picasso acceso a materiales pictóricos y optó por dibujar y pintar –fundamentalmente– en cuadernos de papel, dedica una exposición temporal el Museo Picasso de Málaga: Picasso: los cuadernos de Royancomisariada por Marilyn McCully y Michael Raeburn.

Por primera vez, se han reunido los ocho cuadernos de dibujos que el artista realizó entre septiembre de 1939 y agosto de 1940, los cuales se muestran junto a otros dibujos, pinturas y poemas de Picasso, así como a otras obras de la propia Dora Maar, quien no sólo sirvió de modelo para obras como Mujer peinándose, la cual vemos en Málaga prestada por el Museo de Modern Art de Nueva York, sino que también desarrolló su propia producción y documentó los meses de la pareja en Royan y el progreso de los trabajos de Picasso. Algo que, recordemos, ya hizo durante el proceso creativo del Guernica.

En Royan, un pueblo tranquilo lleno de villas modernistas, explica Sabartés en su diario, el artista y su secretario pasean juntos y van al mercado a mirar la fruta por las mañanas, mientras que las tardes las dedica Picasso a pintar. Cuando atardece, detalla, pasa a buscar a su amigo al taller donde pinta y recorren el Paseo de la República y el bulevar Botton hasta hacer una parada en el café Le Régent.

Primero usa el cuarto de la villa Gerbier para pintar, pero se le queda pequeño y angosto, así que en enero de 1940 alquila la villa Les Voilers porque «le gustaron las tres ventanas casi juntas y en línea del último piso, desde las que veía el mar», explica Combalía en el mismo libro ya citado. «Allí dibujaba a Marie-Thérèse y también cráneos y cabezas de cordero. Mientras, Dora tenía que esperar y esperar. Impaciente le mandaba cartas reclamar a Picasso, incluso por correo, estando en el mismo Royan, como la nota enviada a Les Voilers del día 5 de febrero de 1940, donde le escribe un bello juego de palabras: ‘Adora Picasso’».

Los temas de los cuadernos de Royan van desde el bodegón, género que abordó en tiempos de guerra con especial dramatismo, hasta estudios formales de figuras femeninas que recuerdan a Dora Maar, fuente de inspiración artística durante su estancia en esa localidad. «Destaca la casi ausencia de retratos de Marie-Thérèse Walter y de su hija Maya, a las que veía a diario», comentan desde el Museo Picasso de Málaga con motivo de esta exposición.

Dora Maar, Picasso y Kazbek, el perro con el que viajan a Royan. @Man Ray

No hay certeza del número exacto de los lienzos que Picasso pintó durante su estancia en Royan, cuatro obras presentadas en esta exposición malagueña, no obstante, reflejan su actividad pictórica de este periodo, como Busto de mujer con los brazos cruzados detrás de la cabeza, perteneciente a la Colección del Museo Picasso Málaga; Café en Royan, de 1940, así como Tres cabezas de cordero (1939), prestada por el Museo Reina Sofía.

«Brigitte Baer sostiene que las imágenes de cráneos de cordero pueden ser un reflejo de la reacción de Picasso a la muerte de su madre, especialmente en los dibujos de este cuaderno de una mujer sentada con el cráneo de un animal en el regazo. En el momento de su muerte, doña María vivía con otros miembros de la familia en casa de su hija Lola en Barcelona. Sin embargo, probablemente debido al caos y al peligro de la Guerra Civil, Picasso no regresó a España para el funeral», explican en el catálogo de la exposición.

Los viajes a París

Salas de la exposición con Mujer con los brazos tras la cabeza. © Jesús Domínguez. Museo Picasso Málaga

En los meses de Royan, Picasso viaja varias veces a París –noviembre y diciembre de 1939, febrero y abril de 1940– y lo hace por diferentes razones. Estaba preocupado por sus talleres parisinos cerrados y llenos de obras, las cuales podría perder en cualquier momento si se desataban los bombardeos previstos. También preparaba una nueva exposición en el MoMA de Nueva York –Picasso: cuarenta años de su arte–. Razón por la que, temiendo lo peor, guarda un buen número de obras en la caja fuerte del BNCI (Banco Nacional para el Comercio y la Industria), una acción documentada por Dora Maar, quien sigue todos sus pasos.

Pero es que, además, Picasso quería regularizar su situación en el país galo ante una inminente ocupación nazi. El malagueño había formado parte del Partido Comunista Francés (PCF) y había colaborado de la II República de España, siendo director honorífico del Museo del Prado y artista del Pabellón Español de París en 1937, entre otras acciones. Pide la nacionalidad francesa el 3 de abril de 1940, moviendo el artista los hilos burocráticos al más alto nivel. Se lo pide al ministro de Justicia, pero la solicitud es rechazada. Jamás volverá a demandarla.

Picasso con Jaime Sabartés en su taller de Royan. @Dora Maar

Annie Cohen-Solal, en su libro Un extranjero llamado Picasso, detalla la vigilancia policial a la que es sometido el artista desde su llegada a París. Primero, según apunta de forma literal el informe policial de Pré-Saint-Gervais, se le investiga por presunto anarquista, más tarde tras la I Guerra Mundial por no luchar en la contienda con Francia, a pesar de conseguir ser en el país «un pintor moderno, lo que le permite ganar millones, al parecer ubicados en el extranjero, y convertirse en propietario de un castillo en Normandía, ha conservado sus ideas extremistas, evolucionadas hacia el comunismo».

En el mismo libro, Cohen-Solal explica que «el dossier de Picasso de la Prefactura de Policía de París había sufrido diferentes peripecias: evacuado en una barcaza por los nazis con otros ‘archivos sensibles’, los alemanes lo mandan a Berlín en 1942, luego es recuperado por los soviéticos y transportado a Moscú en 1945, para ser comprado por Francia finalmente en 1994».

No será la única vez que Picasso será objeto de seguimientos e investigaciones, también los federales de EEUU vigilan al artista por mandato del director del FBI, J. Edgar Hoover. Sería en enero de 1945 cuando Hoover envía un informe a la embajada estadounidense en París alertando de que «en el caso de que lleguen a sus manos informaciones sobre Picasso, el FBI desea estar informado, porque existe el riesgo de que quiera viajar a EEUU. Es comunista y subversivo, una amenaza a la seguridad nacional».

La ocupación nazi se materializa

Detalle de la obra Mujer peinándose de Picasso. @Jesús Domínguez. MPM

En mayo de 1940, las noticias ya son angustiosas. Las tropas galas se repliegan, «se ven las primeras colas en las panaderías y comienza a llegar mucha gente a Royan con la esperanza de embarcarse en Burdeos o refugiarse en el sur», expone Combalía. En junio a las 5:30 horas de la madrugada, los alemanes entran en París sin resistencia; Pétain solicita el armisticio y las tropas nazis ocupan media Francia, para dejar el resto en «zona libre» con un Gobierno en Vichy.

Las tropas de Hitler también llegan a Royan, se instalan a escasos metros de la villa Les Volilers. «Son otra raza, le dice Picasso a Sabartés. Se creen muy sabios y tal vez lo son. Pero, ¿y qué? En todo caso, lo cierto es que nosotros pintamos mejor», explica su secretario en su diario.

Picasso y Dora Maar permanecen en Royan hasta finales de agosto de 1940. «Él se refugia en su trabajo y dibuja febrilmente. Un tela impresionante, Mujer peinándose, representa a Dora Maar como un monstruo, con hocico de perro, pechos dislocados, las nalgas caídas y el vientre abultado. Sus costillas parecen un radiador. ¿No podemos ver, como se ha sugerido, que esta obra es una metáfora del horror de la guerra, incluso una premonición de lo que vendrá? ¿O una premonición de la alienación de la que sería víctima su amante? Curiosamente, Dora tomó una fotografía de Picasso frente al cuadro, lo cual pone de manifiesto su inteligencia: era ella, era un monstruo, pero era una obra maestra del pintor», termina Combalía.

@MaríaVillardón