«Lo más seguro es que Dora Maar (París, 1909-1998) le cuelgue el teléfono, pero, si consigue hablar con ella, sobre todo no le pregunte por Picasso. Recuerde que la abandonó y que recibió tratamiento psiquiátrico». Esto es lo que le aconsejaron a Victoria Combalía, historiadora del arte y una de las mayores expertas del mundo en la figura de Dora Maar, cuando estaba planeando llamar a la fotógrafa surrealista por teléfono, al enterarse de manera fortuita que aún vivía y que no estaba encerrada en ningún sanatorio, sino que seguía residiendo en su casa de París.

De este modo, Dora Maar y Combalía establecen una relación dilatada en el tiempo vía telefónica. Jamás se vieron, pero de manera natural consigue que le hable de su vida, de su amante español (Picasso), de su refugio en la religión y, en especial, de sus fotografías. «Para mi sorpresa, no me colgó. Me contestó muy amablemente. Me sorprendió su tono de voz, firme y categórica. Muy elegante, desmintiendo cualquier origen modesto. Le dije, como me habían indicado, que no quería hablar de Picasso, sino de su obra. Comenté que su trabajo no se conocía en profundidad y que sus fotografías deberían estar catalogadas, mostradas y estudiadas», según relata Combalía en su libro Dora Maar. Más allá de Picasso (Circe, 2013).

Retrato de Jean Cocteau, 1949. Dora Maar. @ Throckmorton Fine Art, Vegap, Madrid, 2025

Era el año 1993 y Dora Maar tenía 87 años. Finalmente, tras larguísimas conversaciones, pues Combalía le debió de caer en gracia, la historiadora consigue organizar una gran exposición retrospectiva –la primera y única en vida de la fotógrafa– en Valencia en 1995, que más tarde viajaría al Centro Pompidou, cosa que jamás pasó. La longeva artista anuló la muestra francesa en un ataque de furia porque «no le gustaban las invitaciones del centro».

Desde entonces, la producción de Dora Maar no ha sido mostrada o reivindicada todo lo que debería de manera individual, aunque su obra sí ha estado presente en algunas colectivas, sobre todo con motivo del centenario del Manifiesto Surrealista en 2024. En definitiva, no ha tenido lugar nada ni reseñable ni ecuánime con respecto a la calidad de su obra. Por ello, poniendo remedio a esta injusta realidad, con motivo del Festival PhotoESPAÑA 2025, Loewe y la Fundación Loewe han presentado la exposición Dora Maar. Fotografía y Dibujos, la cual podrá verse hasta el 14 de septiembre en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid. Espacio en el que, además, y como actividad complementaria, impartirá una conferencia Victoria Combalía el 17 de junio a las 19 horas con entrada libre.

Dora Maar en su estudio retratada por Brassaï. 1944. @Agence photo de la RMN-GP, Madrid, 2025

«Es una mujer activa en los años 20 y 30, sobre todo, que hizo trabajos increíbles, lo que pasa es que aún estamos descubriéndola. Aquí está Dora Maar, la artista. Queremos que esta exposición hable de ella y de su trabajo, y no de otras cosas que podrían aparecer en la revista del momento –haciendo alusión a su romance con Picasso–», señala María Millán, la comisaria de la exposición, delante de una enorme fotografía de Dora Maar en su estudio hecha por Brassaï, donde vemos a la artista rodeada de lienzos y una gran jaula de pájaros, vestida con un traje dos piezas de falda y unas extrañas zapatillas que parecen de andar por casa.

Dora Maar, la artista

Mosquito a la luz de la luna,1939. @ Galerie Boquet Vegap, Madrid, 2025

En la exposición hay alrededor de 80 obras, entre fotografías y dibujos, recientemente descubiertos y ahora expuestos por primera vez al público y, además, llamativos desde el punto de vista formal, al verse claramente la experimentación de Dora Maar con el lenguaje cubista, tan presente en las vanguardias. «Los dibujos salieron hace cinco años en una subasta, los pedí al coleccionista y me dijo que me los dejaba para la exposición. Es una fortuna», destaca Millán.

La primera parte de la Sala Pardo Bazán está dominada por una serie de fotografías que Dora Maar toma de las calles de Barcelona; pero hay también algunos retratos hechos en su estudio fotográfico de París. No hay nadie de la escena cultural e intelectual parisina que no pasara por su objetivo.

Reportaje sobre la evolución del Guernica, 1937. Dora Maar. @Cortesía Museo Reina Sofía Vegap

«Antes de salir a la calle, hizo muchos retratos a diversas personalidades culturales y artísticas del momento, como Jaqueline Lamba –mujer de André Breton–, Jean Cocteau o Frida Khalo –que fue a París en 1939 para su exposición Mexique–, entre otros. También hizo fotografía de moda y vemos, sobre todo en sus trabajos más apegados al lenguaje surrealista, que hay mucha experimentación con las luces, los negativos, todo muy teatralizado, muy propio del surrealismo, el movimiento de vanguardia que en ese momento dominaba la escena intelectual de París», relata la comisaria.

Una Barcelona en decadencia

Una joven con kimono, 1933. Dora Maar. @Archivo Nacional de Cataluña Vegap, Madrid 2025

Además de esas fotografías de lenguaje novedoso, algunas de ellas con elementos de estilo onírico, en la exposición se muestra una serie fotográfica algo más desconocida de Dora Maar: las calles de Barcelona en 1933, en vísperas de la Guerra Civil Española (1936 – 1939), cuando la decadencia sociopolítica y económica se está apoderando progresivamente del espacio urbano, proliferando personas sin hogar, marginados y prostitución.

Señala Millán que Dora Maar, «al igual que otros artistas, como Cartier-Bresson y otros fotógrafos, también tenía la necesidad de salir a la calle y mostrar lo que estaba pasando. Ella no fue miembro de ningún partido político, pero sí tenía un importante sentido de la justicia social. Estas fotografías, que son copias modernas del Archivo Histórico de Barcelona, se centran en los niños, la mendicidad, los músicos ciegos, las mujeres que trabajan de noche en la prostitución y los oficios, como el de pescador».

Remendadores a la sombra en Tossa de Mar, 1933. @Archivo Nacional de Cataluña, Madrid, 2025

«Se centra en todo lo que le resulta surrealista, como es el hecho de que estén pasando estas cosas de injusticia social, mientras en Las Ramblas la gente de mayor posición pasea y hace que no ve o escucha lo que está pasando, como ella lo ve y lo escucha. Dora Maar, además, mantiene conversaciones reales con la gente porque habla español, ya que vivió de niña en Buenos Aires», añade Millán.

Son fotografías de una Barcelona popular, no comprendía aquel contraste entre una burguesía sorda y una población pobre. De aquel viaje a Barcelona habla también Combalía, quien recuerda, además, las palabras de Dora Maar en la charla de 1994: «Yo era muy de izquierdas a mis 25 años, no como ahora».

Testigo del proceso de trabajo del Guernica

Dora Maar tiene mucho valor como fotógrafa surrealista, siendo una figura muy interesante e importante para el grupo de Breton, un colectivo en el que tomó su propio espacio, bautizándola el poeta Paul Eluard como «pintora de los límites, que además transgrede».

Pero también destaca como documentalista de acontecimientos muy importantes del momento. Entre las fotografías que cuelgan en el Museo Lázaro Galdiano, encontramos algunas imágenes con Picasso y con Jaime Sabartés en Royan, un pueblo al sur de Francia, antes de la invasión nazi de París; una imagen de la escultura de Alberto Sánchez, El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella, que también se expuso en el Pabellón de la República Española de la Exposición Internacional de París, o la documentación del proceso de trabajo de Picasso en el Guernica.

«Picasso tuvo buen ojo y buen criterio a la hora de seleccionar a Dora para que fuera ella quien documentara el paso a paso de su trabajo. Quiero resaltar este hecho, ya que deja constancia de que el artista debía de confiar bastante en el talento de Dora Maar», aclara Millán.

Dibujos nunca expuestos

Jarrón con despertador sobre la mesa, 1955. Dora Maar. @ Galerie Boquet Vegap, Madrid, 2025

Probablemente, lo más excepcional de la muestra es el archivo inédito de dibujos que hoy se muestran, debido a su aparición reciente y al desconocimiento de esta disciplina en la obra de Dora Maar.

Relata la comisaria que todos los dibujos son simultáneos, aunque no todos tienen el mismo lenguaje: «Vemos un retrato de niña, la hija de Lamba, con unos trazos rápidos y a mano alzada, pero a la vez explora otras técnicas y diferentes formas de expresión, que podemos llamar cubistas. En aquel momento todos estaban explorando diferentes formas de expresión».

Sin embargo, más allá de los aspectos más formalistas, a Millán lo que le interesa es «la expresión de su estado anímico, de sus ideales e ideas, de sus sueños y sus angustias».

«Soy pintora más que fotógrafa»

Picasso con amigos en la playa, 1940. Dora Maar. @Throckmorton Fine Art Vegap, Madrid, 2025
Picasso con amigos en la playa, 1940. Dora Maar. @Throckmorton Fine Art Vegap, Madrid, 2025

En la sala sólo hay una pintura de Dora Maar, la cual data del año 57. No es demasiado grande, pero sirve de escusa para señalar que la artista también pintaba, y pintó durante toda su vida.

«Quería tener un lienzo en la exposición, no es que sea mi favorito ni nada especial, pero sí quería contar con esta pintura que Dora Maar comenzó sus devaneos artísticos pintando, aunque pronto descubre la fotografía y se vuelca en ella, haciéndose un nombre como fotógrafa. De hecho, cuando Picasso la conoce, ella ya es una muy reconocida y establecida fotógrafa. Y fue el malagueño quien anima de nuevo a Dora Maar a pintar, pintando sobre todo paisajes del sur de Francia, donde pasan algunas temporadas», comenta Millán.

Foto del retrato de Jaume Sabartés de Picasso, 1939. Dora Maar @Throckmorton Fine Art Vegap, 2025

Una vez que se retira de la escena más pública, se consagra y dedica de lleno a la religión y también a la pintura. Consideraba Dora Maar que las calles ya no podían fotografiarse como antes porque están llenas de coches y de gente muy poco interesante.

Estas consideraciones y otras más han sido relatadas por Combalía en el ya citado libro, unas páginas donde nos presenta a una mujer «nada deprimida», sino llena de «viveza, inteligencia y curiosidad» que le escribe de su puño y letra una carta en agosto de 1994 a propósito de una entrevista publicada por la historiadora ese mismo año, donde le agradece «su amable artículo», aunque «hay que revisar algunos fragmentos».

Le pide a Combalía que suprima «que todos los hombres son unos ladrones», que de Picasso el comentario es que «como todos los españoles, es anarquista y cristiano» y «añado que me gustaría que dijera que soy pintora más que fotógrafa».

No es sólo la mujer que llora

Detalle de Autorretrato, 1939. Dora Maar. @Galerie Boquet Vegap Madrid, 2025

Con esta muestra de PhotoESPAÑA 2025, Dora Maar tiene la opción de que conozcamos cómo era su obra, sin estar ésta devorada por la cantinela esa de la musa-amante que lloraba por Picasso. Muestra a una artista completa y con un hueco individual dentro del mundo del arte, más allá de sus relaciones de tormento amoroso.

Como concluye Combalía, con la exposición de Valencia en 1995 y con la retrospectiva de 2001 en el Centro Cultural Tecla Sala de Hospitalet de Llobregat, Barcelona, Dora Maar. La fotografía, Picasso y los surrealistas, «llegaría el descubrimiento de que no sólo era una víctima de Picasso, ni sólo la mujer que llora, sino una notable fotógrafa y un personaje de múltiples rostros y que, además, había vivido muchas vidas».

@MaríaVillardón