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Roger Vilageliu, nutricionista: «A los 60, muchos no cubren su necesidad de proteína sólo con alimentos»

Proteínas
(Foto: Freepik)
Ana Márquez
  • Ana Márquez
  • Mi sueño era convertir mi pasión en profesión, y lo conseguí. En cuanto terminé la carrera de periodismo entré en el mundo editorial y no he parado de escribir sobre moda, belleza, cine y estilo de vida para importantes cabeceras como COOLthelifestyle. Me encanta aprender y enseñar, tanto que soy docente de Periodismo Digital y Redes Sociales en Condé Nast College. Y como curiosidad, añadir que soy imagen de una crema facial de una conocida marca y es posible que me encuentres en algún 'beauty stand'.
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La proteína está en todas partes: en el batido verde post gym de las celebrities, en las estanterías de cualquier supermercado bajo etiquetas de alto contenido proteico y, por supuesto, en la conversación diaria sobre bienestar y cuerpo fit. Pero, ¿cuánto hay de verdad en esta fiebre por la proteína? ¿Y cuánto responde a mitos todavía muy extendidos? Para despejar dudas, hablamos con Roger Vilageliu, nutricionista y asesor técnico de Tentorium Energy, empresa especializada en proteínas de origen no animal, cuyas declaraciones desmontan uno a uno los grandes tópicos que rodean a este macronutriente esencial.

Porque sí: la proteína es clave, pero no sólo para ganar músculo o adelgazar. «La proteína es fundamental para el organismo: no sólo mantiene la masa muscular, también interviene en la regeneración celular, el sistema inmunológico, la producción de enzimas y hormonas», explica Vilageliu. Aun así, las redes sociales y algunas dietas famosas siguen propagando ideas confusas que conviene revisar con lupa.

Nutricionista
Roger Vilageliu, nutricionista y asesor técnico de Tentorium Energy. (Foto: Cortesía)

Las dietas ‘all protein’: entre el culto a la delgadez y la confusión nutricional

Desde que Kim Kardashian reveló su afición a las dietas ricas en proteínas para mantener su figura, o que Zac Efron confesó seguir una dieta cetogénica estricta para preparar sus papeles de acción, las dietas basadas casi exclusivamente en proteínas han ganado popularidad. Sin embargo, no todo lo que brilla es músculo.

Las llamadas dietas hiperproteicas, que priorizan carnes magras, huevos, pescados y suplementos, prometen una pérdida rápida de grasa y tonificación exprés. Pero su éxito mediático ha ido de la mano con muchos malentendidos. «El problema no es tanto la cantidad como la calidad de la proteína», advierte Vilageliu. «Barritas ultraprocesadas, snacks con alto contenido en sal o azúcares añadidos… Estos productos pueden ser ricos en proteína, pero no necesariamente saludables».

Hay varios tipos de proteínas pero para medir su valor biológico se toma como referencia el huevo. /Unsplash
(Foto: Unsplash)

Mito 1: la proteína animal es la mejor

Durante años, el huevo, el pollo y el suero de leche reinaron sin competencia en el imaginario proteico. Pero eso está cambiando. «Algunas proteínas de origen no animal, como la proteína de levadura nutricional, alcanzan también la puntuación máxima en calidad digestiva y nutricional», afirma el experto.

La recomendación actual es clara: «Para llevar una alimentación equilibrada, es recomendable que la mitad de la proteína diaria proceda de fuentes vegetales. La clave está en la variedad y en elegir proteínas completas y bien formuladas».

ejercicio y dieta
(Foto: Pexels)

La estrella del momento en este ámbito es la proteína microbiótica, elaborada a partir de levaduras inactivas. ¿Sus ventajas? «Más del 80 % de contenido proteico, altamente digestible, sin lactosa ni gluten, y con beneficios añadidos como la fibra prebiótica que mejora la salud intestinal», explica Vilageliu. Y, por si fuera poco, está disponible en formatos versátiles como caldos funcionales, panes o purés. Funcionalidad y salud en clave gourmet.

Mito 2: los batidos son sólo para deportistas de élite

Falso. Muy falso. Aunque siguen vinculados al fitness, los batidos de proteína han ampliado su radio de acción. «A partir de los 60 años se acelera la pérdida natural de masa muscular (un proceso conocido como sarcopenia) y muchas personas no alcanzan los requerimientos diarios sólo con la dieta», señala Vilageliu. También son útiles en etapas como el embarazo, la adolescencia o tras una enfermedad.

Eso sí, el nutricionista lo deja claro: «El suplemento no sustituye la comida, pero sí puede facilitar alcanzar objetivos nutricionales en días complicados o con poco apetito».

Mito 3: mucha proteína daña los riñones

Este es probablemente el mito más persistente. «Sólo quienes ya padecen enfermedad renal deben limitar la ingesta proteica. En individuos con función renal normal, incluso dietas altas en proteína no han mostrado efectos negativos sobre la salud renal», afirma.

En realidad, el cuerpo puede manejar una ingesta elevada sin problemas. «Hasta 3 gramos por kilo de peso y por día no representan un riesgo en personas sanas», indica Vilageliu. Lo que sí puede resultar perjudicial es que esa proteína venga acompañada de grasas saturadas, azúcares o aditivos.

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(Foto: Unsplash)

Mito 4: el hígado también sufre

Otro clásico que no se sostiene. «El hígado está diseñado para procesar los aminoácidos que ingerimos. Sólo en casos de enfermedades hepáticas avanzadas, como cirrosis, se recomienda controlar el consumo de proteína», afirma el experto de Tentorium Energy.

Al contrario de lo que se cree, una dieta rica en proteína puede ser una aliada para la salud metabólica, siempre que esté bien planificada. Para la mayoría de personas, basta con dos comidas principales al día con buena carga proteica (almuerzo y cena) para cubrir los requerimientos básicos (0,8-1 g por kilo de peso). Y si entrenas, el número sube a 1,2-1,5 g/kg.

Mito 5: los jóvenes no deberían tomar proteína en polvo

«Eso no significa que los suplementos estén prohibidos, pero deben utilizarse con sentido común», matiza Vilageliu. Lejos de los clichés, el experto recuerda que en etapas como la adolescencia (con entrenamientos intensos, crecimiento acelerado o pérdida de apetito) un batido bien formulado puede ser útil, siempre que no sustituya a una comida real.

La proteína ha dejado de ser territorio exclusivo de culturistas para convertirse en un elemento fundamental del bienestar moderno. Pero como todo lo que se convierte en tendencia, también arrastra mucho ruido. Saber distinguir la proteína útil de la decorativa (o peor aún, dañina) es más importante que nunca.

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(Foto: Unsplash)

Y si algo deja claro Roger Vilageliu es que no hay soluciones mágicas, pero sí opciones inteligentes. «La proteína microbiótica ofrece una forma práctica y eficaz de cubrir necesidades sin aumentar las grasas saturadas o el colesterol. Además, su fibra prebiótica mejora la salud intestinal y tiene un impacto positivo sobre la microbiota». En definitiva: proteína sí, pero que sea buena. Y que sume, no que reste.