Cuando ser excepcional provoca malestar: qué es el síndrome del impostor

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Jennifer López, Kate Winslet o Michelle Obama son algunas de las mujeres que han reconocido de forma pública haberse sentido ‘un fraude’, ‘impostoras’, no ser realmente suficiente buenas en aquello que hacen. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo explicar que su merecido éxito y profesionalidad les haga sentirse mal? La culpa la tiene el llamado ‘síndrome del impostor’.

Jennifer López
Jennifer López / Foto: Instagram

A grosso modo, quienes sufren este síndrome perciben sus logros como inmerecidos y creen que su incompetencia profesional será descubierta pronto. En palabras de la propia Jennifer López: «a pesar de que he vendido 70 millones de discos, me siento como ‘yo no soy buena en esto’». Sin duda el resto del mundo sabe que esta afirmación es completamente falsa, pero para quien sufre el síndrome le atormenta una continua inseguridad y una continua necesidad de invertir mayor esfuerzo y horas para «convencer» a los demás de que se lo merece.

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Los estudios han confirmado que esta alta de autoestima y confianza está presente especialmente en mujeres triunfadoras, pues se deriva de haber alcanzado el éxito en espacios tradicionalmente masculinos y creen que tienen que «demostrar» a todo el mundo una valía y un esfuerzo que creen no ser suficiente. De hecho, es absolutamente normal caer en el error de pensar que se ha conseguido por ese esfuerzo extra y no por las propias capacidades.

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De hecho, las psicólogas clínicas Pauline Rose Clance y Suzane Imes describieron el síndrome del impostor por primera vez tras estudiar a un grupo universitarios con excelentes cualificaciones, en 1978. Tres décadas después, en 2011, una revisión de la literatura científica sobre el fenómeno, publicada en la revista International Journal of Behavioral Science, determinó que un 70% de los trabajadores estadounidenses habrían experimentado alguna vez este patrón y que era más frecuente entre las mujeres y las personas pertenecientes a minorías.

¿De dónde surge esa falta de confianza?

Quien sufre este síndrome, además de sentir que no se merece estar donde está, es frecuente escuchar que un golpe de suerte u otros factores extrínsecos han sido los causantes del éxito. ¿Por qué ocurre esto? Los expertos coinciden en que la educación recibida, con fuertes comparativas en la infancia, y los estereotipos sexuales todavía hoy presentes en la sociedad, son dos factores fundamentales en el origen del ‘síndrome del impostor’, especialmente en el caso femenino.

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También las altas expectativas, el perfeccionismo extremo y las auto-exigencias conducen a la imposición de metas prácticamente imposibles para cualquier persona, distorsionando la realidad y retroalimentando esa sensación de «no ser suficientemente bueno».

Es fundamental aceptar y disfrutar de los éxitos y logros, sin minimizarlos y poniendo en valor lo conseguido. Porque trabajar en las propias habilidades personales, especialmente los problemas de autopercepción, autorrealización y perfeccionismo, son fundamentales para hacer frente a este síndrome. Pero hay también un trabajo global en la propia sociedad que comienza en la educación en igualdad y prosigue con el reconocimiento particular sin necesidad de resaltar las condiciones individuales del que ha conseguido ese éxito.