La obsesión por la proteína para fortalecer el músculo: ¿moda saludable o una bomba silenciosa?
En los pasillos del supermercado, algo ha cambiado: cada vez más productos lucen orgullosos etiquetas como high protein, pro, o max proteína. Desde yogures y panes hasta palomitas o incluso agua con proteínas, la avalancha de alimentos enriquecidos promete tono muscular, energía y bienestar. Pero detrás de ese boom comercial, ¿hay realmente un beneficio para todos o estamos cayendo en una moda potencialmente peligrosa? Expertos en nutrición lanzan señales de alerta sobre los riesgos del exceso proteico, y conviene detenerse un momento para desmenuzar qué hay de verdad, y de marketing, en esta fiebre.
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La fiebre de la proteína
El consumo de productos ricos en proteína ha crecido de forma notable, con cadenas de supermercados reportando un aumento considerable de alimentos extra-proteicos. Estas versiones mejoradas de alimentos populares responden a una estrategia clara: la industria alimentaria ha sabido transformar un nutriente esencial en un gancho de marketing.
Expertos coinciden en que muchos de estos productos high protein son ultraprocesados, con azúcares añadidos, grasas y aditivos, lo que empobrece su calidad nutricional real. En otras palabras, no es sólo cuestión de proteína, sino de qué tipo de alimento estamos comprando.
¿Realmente necesitamos más proteína?
La respuesta corta: para la mayoría de la población, no. Las recomendaciones comunes para un adulto sano rondan los 0,8 gramos de proteína por kilo de peso al día. A medida que se supera ese umbral, los beneficios adicionales no son tan claros, y el exceso no se va a musculatura extra: el cuerpo no almacena proteína de forma eficiente, sino que la elimina por la orina o la convierte en grasa.
Además, el entusiasmo por estos productos ricos en proteína puede desplazar alimentos más nutritivos. Si nos centramos demasiado en comer proteína, podemos descuidar frutas, verduras, cereales integrales o legumbres, afectando la variedad de la dieta.
Los riesgos de pasarse
Aunque la proteína es vital, su exceso también tiene consecuencias. Los expertos advierten sobre varios posibles efectos adversos:
- Problemas digestivos y desequilibrio de fibra: consumir mucha proteína sin una cantidad adecuada de fibra puede provocar estreñimiento o malestar intestinal.
- Sobrecarga renal: los riñones tienen que trabajar más para eliminar el exceso de nitrógeno derivado de la degradación de las proteínas, lo que puede generar un mayor riesgo de daño renal, especialmente en personas vulnerables.
- Deshidratación: esta sobrecarga renal también exige más agua, ya que el cuerpo necesita más líquido para procesar y eliminar los productos resultantes del metabolismo proteico.
- Riesgo cardiovascular: hay estudios que han asociado dietas muy ricas en proteína, sobre todo si provienen de fuentes animales, con un mayor riesgo de enfermedades del corazón.
- Pérdida de otros nutrientes: priorizar la proteína puede hacer que dejemos de lado nutrientes claves como fibra, vitaminas y fitoquímicos, lo que empobrece la dieta global.
- Salud ósea: algunos estudios apuntan a que la eliminación de calcio por los riñones puede aumentar cuando la ingesta de proteína es muy alta, lo que podría afectar la salud de los huesos.
¿Por qué la obsesión?
Más allá de las necesidades reales, esta fiebre tiene raíces en varios factores sociales:
- Actualmente existe una asociación automática entre mucha proteína y un cuerpo fitness o musculado, alimentada por la publicidad y las redes.
- La industria alimentaria ha capitalizado ese deseo y ha lanzado líneas enteras de productos proteicos, algunos más saludables y otros menos.
- El auge de influencers fitness y de la cultura del entrenamiento ha reforzado la idea de que: más proteína = mejores resultados.
¿Qué recomiendan los expertos?
Los nutricionistas que han analizado este fenómeno coinciden en un consejo clave: moderación y variedad.
- Se puede seguir una regla práctica: aproximadamente 30 gramos de proteína por comida, 30 gramos de fibra al día y al menos 30 minutos de actividad física, según algunas expertas.
- En lugar de recurrir a barras proteicas o versiones ultraenriquecidas, es más saludable obtener la proteína de alimentos reales y mínimamente procesados: legumbres, huevos, pescado, frutos secos, carnes magras…
- Especial cuidado deben tener quienes ya tienen problemas renales u otras condiciones médicas: para ellos, un exceso proteico puede ser especialmente dañino.
- Leer etiquetas: no basta con que un producto diga alto en proteína; es importante mirar su composición completa, incluidos azúcares, grasas o aditivos.