Pilar Barrau sobre piel atópica: «El estrés eleva la hormona que debilita la barrera cutánea y se agrava»
Hoy, en el Día Mundial de la Dermatitis Atópica, alzo la voz no sólo como profesional sanitaria, sino como alguien que lleva años acompañando a pacientes y familias que conviven con esta enfermedad compleja y profundamente emocional.
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La dermatitis atópica no es «piel seca». No es un eccema pasajero. No es un problema estético.
Es inflamación crónica. Es picor que desespera. Es una barrera cutánea rota que necesita ciencia, constancia y comprensión.
Y también es (aunque muchos aún no lo sepan) intestino, emociones y neuroinflamación.
El eje intestino–cerebro–piel: una conexión biológica imposible de ignorar
La piel nunca trabaja sola. Esto lo repito constantemente como farmacéutica porque la evidencia es clara: existe un eje directo de comunicación entre intestino, cerebro y piel que influye en los brotes, la sensibilidad y la inflamación.
1. Intestino
Cuando la microbiota intestinal se desequilibra (disbiosis), aumentan moléculas proinflamatorias que repercuten en la piel. No es casualidad que muchos pacientes mejoren cuando cuidamos este pilar.
2. Cerebro
Estrés, ansiedad, falta de sueño…
Todo ello eleva el cortisol, una hormona que debilita la barrera cutánea y agrava los brotes.
Lo emocional no es secundario: es parte del tratamiento.
3. Piel
La piel responde a lo que ocurre dentro. Más inflamación, más picor, más irritación… y comienza el círculo vicioso.
La piel y las emociones: lo que sentimos también deja huella
Picor nocturno, cansancio, brotes visibles, vergüenza, frustración.
Como divulgadora, lo veo cada día: la dermatitis atópica se ve, pero sobre todo se siente.
La ciencia lo confirma: los estados emocionales negativos amplifican la inflamación.
Eso empeora la piel.
Y eso empeora cómo nos sentimos.
Por ello el abordaje debe ser integral: no solo cremas, sino herramientas que calmen desde dentro, como fitoterapia o técnicas de regulación emocional.
Ingredientes que realmente ayudan a restaurar la barrera cutánea
Desde mi especialización en formulación, estos son los activos que considero imprescindibles:
- Ceramidas. Restituyen la estructura lipídica de la barrera. Indispensables.
- Avena coloidal. Calmante, antiinflamatoria y efectiva contra el picor.
- Manteca de karité. Rica en lípidos fisiológicos que fortalecen y flexibilizan la piel.
- Ácido hialurónico. Capta y retiene agua en pieles muy deshidratadas.
- Probióticos o postbióticos tópicos. Equilibran el microbioma cutáneo, clave en dermatitis atópica.
- Aceites ricos en omegas (borraja, onagra). Actúan como antiinflamatorios naturales.
- Aceite ozonizado: un aliado interesante en piel atópica
Desde el punto de vista farmacéutico, su uso como complemento tiene fundamento
Actúa como antiséptico suave, útil ante el sobrecrecimiento de Staphylococcus aureus.
- Estimula la regeneración y mejora el entorno cutáneo.
- Oxigena tejidos y potencia la microcirculación.
- Calma y reduce la inflamación.
- No sustituye al tratamiento médico, pero puede aportar beneficios en fases de mantenimiento o irritación leve.
Mi mensaje hoy
- Como farmacéutica especialista en dermocosmética, profesora y divulgadora, mi petición es sencilla:
- Que la dermatitis atópica se aborde con rigurosidad científica.
- Que el paciente se mire desde una perspectiva global: intestino, emociones y piel.
- Que dejemos atrás mitos que confunden y dañan.
- Que practiquemos algo básico y necesario: empatía.
Porque la dermatitis atópica está en la piel, sí… pero también en la mente, en el intestino y en la vida diaria de quienes la sufren.