El mundo de las joyas es todo un misterio. Durante siglos se creyó que el ópalo era un poderoso talismán. Los griegos creían que a quien lo poseía se le concedía el don de la premonición y los romanos que atraía la fortuna. Los emperadores romanos lo regalaban a sus mujeres y los árabes se referían a él como el ancla de la esperanza. Hoy en COOLthelifestyle te contamos la maldición que persigue a la piedra del ópalo, la perdición de la monarquía española.
El ópalo, la piedra maldita
En otro tiempo se creía que el ópalo curaba enfermedades oculares (se la conocía como la piedra de los ojos). También que tenía la capacidad de hacer invisibles a sus portadores frente a sus enemigos. Sin embargo, un día, el ópalo cayó en desgracia y empezaron a mirarlo con diferentes ojos.
Su relación con la brujería y su supuesta capacidad de producir la muerte de quien osara mirarlo, dio nacimiento al famoso mal de ojo. Y aquí comienza a cambiar la historia del ópalo. Un oscuro y misterioso relato sobre una joya maldita. Un enredo amoroso, una maldición, una monarquía en desgracia.
Cuenta la leyenda que el Rey Alfonso XII se enamoró perdidamente de una condesa. Un amor correspondido que no tuvo un final feliz, ya que el Rey terminó casándose con su prima María Mercedes.
La condesa enfurecida envió como regalo de bodas un ópalo engarzado en un anillo de oro. La novia, muy entusiasmada con la joya, le pidió a su prometido que la depositara en su dedo. El Rey, raudo y veloz, así lo hizo.
Pasados cinco meses de la boda, María Mercedes falleció sin conocerse la causa. Tras el funeral, el viudo regaló esta joya maldita a su abuela, la Reina María Cristina de Borbón-Nápoles. Dos meses después, también falleció en extrañas circunstancias.
Después de este segundo fallecimiento, el ópalo pasó a la infanta María Pilar, hermana del Rey. Un año después también fallecería de una extraña enfermedad, la misma que se llevó a las otras dos mujeres.
Entonces, la cuñada del Rey, María Cristina de Habsburgo-Lorena, decidió quedarse con la joya maldita. Ella, aun sin ser supersticiosa, pero por si acaso, mandó bendecirlo y transformarlo en un colgante con cadena de oro.
Después la Joya ya transformada fue llevada ante la Virgen de la Almudena, patrona de Madrid. Allí María Cristina lo depositó en el cuello de la Virgen poniendo punto final a esta serie de maldiciones y muertes que le perseguían. Tal fue la mala fama del ópalo que su mercado cayó en picado. En tan solo un año bajó su precio a la mitad, paralizándose el mercado durante décadas.
Otro rumor sobre su maldición cuenta que los tratantes del siglo XIX-XX comenzaron a incomodarse con los ópalos australianos (donde se encuentran los yacimientos más importantes de esta piedra).
Unos ópalos de gran belleza y calidad que amenazaban la prosperidad de sus negocios. Por ello, los mismos tratantes decidieron bautizarlo de joya maldita para impedir su creciente popularidad.
Finalmente, en la actualidad el ópalo es una piedra preciosa muy apreciada, lejos ya de todas estas antiguas leyendas y supersticiones. Una fascinante piedra que puede causar destellos de cualquier color del arco iris, según por donde entre la luz (opalescente).
Una delicada piedra que mucho tiene que ver con el agua. Si se deja secar, se quebraría y desvanecería. El ópalo es muy sensible a los cambios de temperatura y se puede rayar fácilmente. Para limpiarlo bastaría con un paño suave.
El ópalo, a su vez, es la piedra natal para todos aquellos nacidos en el mes de octubre.