Si nos paramos a pensar un segundo, el mundo de la relojería factura una cantidad de dinero complicada de calcular. Con la reventa de estos mecanismos de lujo en auge, el precio que se establece sobre los mismos se puede llegar a triplicar y los coleccionistas escogen, de forma muy cuidadosa, cada pieza que adquieren. Hemos conocido monumentales compilaciones, pero hay uno que seguro no sabes que existe. Analizamos la colección privada de relojes de lujo más grande del mundo. ¿Su dueño? El magnate Sandro Fratini, apodado como el dueño del tiempo.
Nacido en Florencia hace 66 años, Fratini cuenta con más de 2.000 ejemplares reunidos a lo largo de cuatro décadas. Una cifra astronómica, justificada por el hecho de que la mayoría de sus relojes son antiguos y de las marcas más prestigiosas: Rolex, Patek Philippe, Vacheron Constantin y Audemars Piguet.
Sentimos curiosidad por cómo comenzó su afán de recolectar piezas tan icónicas y viajamos en el tiempo a su primera comunión, un día en el que su abuela le regaló su primer reloj de lujo, un Longines de acero. De ahí nació un sentimiento, un gusto por la elegancia y el arte tan singular que se apoya sobre la relojería exclusiva. Paso a paso comenzó a hacer adquisiciones y todas tenían un motivo fundado.
«El reloj más caro de la colección es un Patek Philippe 1518 en acero del año 1941, el primer cronógrafo de pulsera con calendario perpetuo del mundo», explica. Otro ejemplar como este se subastó en 2016 por más de 10 millones de euros. La marca suiza produjo sólo cuatro modelos, y Fratini tiene dos: uno comprado en Frankfurt y otro en Estambul. Eso sí, fue inteligente: «los adquirí antes de que la subasta pusiera el precio por las nubes».
Un reconocido empresario
Fratini es propietario de una reconocida empresa textil llamada Rifle, especializada en la fabricación de productos vaqueros, por lo que no tiene mucho tiempo de estar buscando esas apuestas seguras por el mundo. La solución fue sencilla y contrató a varios informadores, a nivel internacional, para que cuando una de estas oportunidades viera la luz, él fuera el primero en enterarse y adquirir la pieza.
El amor por los relojes no nubla la vista sobre su negocio, puesto que su grupo posee la cadena WTB, compuesta por nueve hoteles de lujo, 7 en Florencia, uno en Roma y uno en Venecia. «En homenaje a la tradición artesanal veneciana, el hotel en la laguna se centra en los relojes esmaltados; en Florencia, la inspiración son los relojes antiguos y de colección, mientras que en Roma son las creaciones modernas», explica.
Un libro con la casa Christie’s
En 2018 y en colaboración con la casa de subastas Christie’s, Sandro Fratinni publicó un libro ilustrado bajo el nombre My Time, una pieza de colección para los apasionados de la relojería más exclusiva. «Es la primera vez que Christie’s pone su marca en un libro que no sea un catálogo de objetos de subasta», explica. El texto recoge 650 relojes, una pequeña parte de la colección que nunca se hicieron públicos y que el propietario guarda en varias cajas de seguridad, con localización desconocida. Puedes adquirir el libro en Amazon por 1.500 euros.
El empresario comenzó a fraguar su colección en los años 80, cuando los precios de los relojes eran más bajos y nada comparables a su coste en la actualidad. Su preferido es otro Patek Philippe que compró a la viuda cubana de un asesinado por el régimen de Fidel Castro que la mujer ocultaba en una caja de galletas. Le pidió diez mil dólares y Fratini, siempre detrás de relojes con alma, le terminó pagando el doble de lo que pedía.
Está claro que el coleccionista no acata lo que dicta el mercado o las modas que van y vienen, sino que los relojes que a él siempre le han interesado son los que tienen historia, alma y verdad. Un gran motivo sobre el que justificar su valor de mil millones de euros.