Muchos pueden presumir de ser coleccionistas, pero los auténticos, los de verdad, llevan coleccionando grandes piezas toda su vida y, en la actualidad y con el alza de muchas marcas, sus colecciones están tasadas en varios millones. Muchos comienzan desde niños y ese es el caso de Patrick Getreide, que siendo un infante comenzó a coleccionar relojes. Ha llegado a poseer una colección personal, además de una de las mayores del mundo, siendo el hombre con más modelos de Royal Oak de Audemars Piguet, además de Patek Philippe y Omega. Hemos hablado con él.
Sólo tenía 12 años cuando Getreide estaba internado en Suiza y, todos los días, pasaba por una de las relojerías locales más reconocidas. Él siempre soñaba con uno de los exclusivos relojes Omega, expuestos en el escaparate, y un día de 1966, llegó la suerte a su vida. «Cerré mi primer trato con el dueño del establecimiento y, con el dinero que me mandaban mis padres, acordé pagarle diez francos semanales y así poder comprar mi primer reloj».
El por aquella época joven Patrick, habló con su padre para que le comprara otro reloj. Su familia no tenía problemas económicos, puesto que el patriarca era propietario de una curtiduría en las afueras de Toulouse. Este fue su segundo hito y, cada uno de ellos, costó 400 francos suizos de la época, lo que ahora serían cerca de 1.500 euros.
Una colección de 300 millones
Aquel mecanismo comenzó una de las mayores colecciones de relojes del mundo y, en la actualidad, el empresario cuenta con una colección de 600 relojes que la casa de subastas Christie’s ha llegado a valorar en más de 300 millones de euros. Pocos años después de esa primera compra, Getreide dejó la escuela porque su padre estaba demasiado enfermo para llevar su negocio. La hizo funcionar y más tarde pudo venderla.
Su afición por estos accesorios de muñeca tan exclusivos fue creciendo y él quería tener una de las mayores colecciones de relojes del mundo. «A los 21 gané 3.900 francos en una carrera de caballos, y con ese dinero compré mi primer Cartier. Era el modelo Tank, que está guardado, junto a otros relojes, en un museo privado de Ginebra». Ahí guarda la mayor parte de su colección, incluidos siete relojes de bolsillo que pertenecieron al famoso coleccionista del siglo XX Henry Graves.
Emprendedor con un objetivo
Su afición era una de las más caras del mercado, así que «me puse manos a la obra y comencé a hacer crecer mi fortuna». Junto a un familiar, montó una empresa de taxis, en la cual consiguió llegar a tener una flota de 1.200 vehículos y venderla por la friolera de 100 millones de euros. Este no fue su único hito, puesto que también era dueño de una inmobiliaria y 80 tiendas de ropa, las cuales también vendió. En la actualidad, Getreide y su hijo Roland, junto con el consejero delegado Daniel Bloor, son propietarios de una refinería de litio llamada Livista en Alemania.
Durante este tiempo, «descubrí una marca que me conquistó, Audemars Piguet».
Es más, no se le conoce por los negocios, sino porque tiene la mayor colección del modelo Royal Oak del mundo, un hito que sólo él ha llegado a obtener. En 2022, el mundo de la relojería pudo ver de cerca parte de la colección OAK, cuando Getreide organizó una gira mundial de 168 piezas, que comenzó con una exposición en el Museo del Diseño de Londres.
Ahora, tras cinco décadas adquiriendo relojes de pulsera de época, relojes de bolsillo antiguos y relojes raros, Getreide, de 69 años, está dispuesto a desprenderse de algunos de sus tesoros, empezando por unas 140 piezas de la Colección OAK que salieron a subasta en Christie’s Hong Kong.
La subasta se llevó a cabo el pasado diciembre y el precio de salida de los relojes fue de entre 2.000 y 4.000 euros, por cada uno, aunque algunos superaron esas cifras con creces.
Relojes únicos y exclusivos
Uno de los relojes más singulares, el Akrivia, que es único en su género, llegó al millón de dólares sobre la puja. Entre los lotes a la venta se encuentra un reloj de bolsillo Breguet de principios del siglo XIX que perteneció a Pauline Bonaparte, hermana de Napoleón, y que se estima que se vendió por 400.000 dólares.
Muchos han especulado que esta venta es para aumentar su capital, pero no, según el coleccionista, lo ha hecho para reinvertir. «Busco reinventir esas ganancias en nuevos relojes para llevar mi colección a un punto superior», explica. Confiesa que, este mes de febrero, tomará posesión del ultracomplicado Patek Philippe 6300 Grand Master Chime, que, según él, cuesta unos dos millones de dólares.