Una joya es como un perfume. Un producto personal que dice mucho de aquella mujer que lo lleva puesto. Estamos acostumbradas a ver los diamantes de Harry Winston, los exquisitos relojes de Jaeger-LeCoultre o la exquisitez de Graff. Ahora, están en auge las joyas fundidas sin engarzar. La joyera londinense Polly Wales utiliza la técnica de fundir piedras preciosas directamente en oro de 18 quilates. En una entrevista al Financial Times, explicó que lo hace de muchas formas: «Una forma es que vertimos las piedras con el oro fundido y se mezclan en el proceso de fundición, por lo que tendrás unas piedras que están medio asomando y otras que están atrapadas dentro del oro y quizás nunca las veas».
Más joyas fundidas. Este anillo de zafiros incrustados (imagen superior) tiene un precio de 15.700 euros. Wales hace hincapié en que cada anillo es único e impredecible. La técnica que utiliza lleva a que cada anillo, cada pulsera, cada collar, pese a que intenten hacer dos piezas iguales, sea imposible.
Los zafiros gotean en esta otra pieza sobre un mantecoso oro amarillo de 18 quilates con 12 diamantes engastados y esparcidos por todas partes. Tiene un precio de 9.800 euros.
En este caso, se trata de una cadena de eslabones, de más de 37.000 euros, hechos a mano con incrustaciones de zafiros de colores y cierre de gancho en forma de S abierta.
Encontramos también al diseñador escocés con sede en Londres, Fraser Hamilton, quien, utiliza una técnica muy similar en sus joyas pero a menudo agrega una única piedra a colgantes y anillos. Sin embargo, el elemento de imprevisibilidad es una de las razones por las que a la mayoría de las marcas de joyería no les gusta y no practican esta técnica.
Aún así, hay una creciente popularidad de estas ‘joyas alternativas’, en las que se puede observar y apreciar las imperfecciones que se originan en la técnica de fundición.