Tras la muerte del Papa Francisco, todas las miradas se posan en un objeto pequeño pero cargado de simbolismo: el Anillo del Pescador. Más que una joya, este anillo representa el poder espiritual del pontífice como sucesor de San Pedro. Su inutilización, un gesto solemne y cargado de tradición, marca oficialmente el final de un papado y da inicio al periodo conocido como Sede Vacante, en el que la Iglesia se prepara para elegir a un nuevo líder. ¿Por qué este anillo es tan importante y qué historia encierra? Sigue leyendo y descúbrelo.
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Curiosidades del anillo del Papa
En el corazón de cada pontificado hay un símbolo que trasciende el tiempo, la autoridad y la fe: el Anillo del Pescador. Esta joya, que pasa casi desapercibida para muchos, cobra especial protagonismo en uno de los momentos más delicados para la Iglesia: la muerte de un Papa. Lejos de ser un simple accesorio, su historia, función y su solemne anulación marcan el fin de una era y el comienzo de otra. ¿Qué representa realmente este anillo y por qué se convierte en un elemento clave cuando el trono de San Pedro queda vacío?
En realidad, el llamado anillo papal no se denomina oficialmente de ese modo. Su nombre correcto es Anillo del Pescador o Piscatorio, del latín Anulum Piscatoris. Este nombre tiene una explicación sencilla pero profunda: el único que puede portarlo es el legítimo sucesor del apóstol San Pedro, el primer Papa según la tradición católica, quien fue, precisamente, un pescador.

El diseño de este anillo es característico y se mantiene con algunas variaciones desde hace siglos. En él se representa a San Pedro pescando desde una barca, acompañado del nombre del Papa en funciones, inscrito en latín.
¿Qué función tiene
Originalmente, su función era muy práctica: servía como sello oficial del Papa. Con él se lacraban documentos importantes, como las bulas pontificias, dando autenticidad a los escritos del Vaticano. Aunque hoy en día ya no se utiliza con ese fin, el anillo ha conservado su papel como símbolo de autoridad y legitimidad papal.

Tradicionalmente, el anillo se fabrica en oro macizo, y tras el fallecimiento del Papa, se inutiliza marcándolo con una gran cruz, no se destruye ni se funde. Este acto simbólico, realizado por el camarlengo, tiene una razón histórica: impedir que el anillo sea usado para falsificar documentos y señalar oficialmente el fin del pontificado. La marca de la cruz también impide cualquier uso ceremonial posterior.

El Papa Francisco rompió con la tradición en un detalle significativo: su anillo no está hecho de oro, sino de plata dorada, un gesto que refleja su estilo personal: sencillez, humildad y austeridad. Aunque conserva el diseño tradicional, este anillo fue elaborado expresamente para él, y utiliza el anterior en ocasiones excepcionales.
