Si hay una marca que esté realmente ligada a la Fórmula 1 es McLaren. Me explico, Ferrari ya es mundialmente conocida por sus extraordinarios deportivos ‘de calle’, aunque su historia esté también íntimamente unida al mundo de la competición, o mejor dicho, a décadas de victorias en la más alta competición.
La mejor carta de la baraja de coches era un McLaren con el logo de Marlboro, cuando las tabaqueras eran los grandes aliados de la Fórmula 1. He de reconocer que a mí el que más me gustaba era aquel icónico Lotus negro con letras doradas de John Player Special, todo tan ‘british’… Pero, como decía, McLaren es historia pura de la Fórmula 1 con los mejores nombres de la historia del deporte como Emmo Fittipaldi, Niki Lauda, Ayrton Senna o Alain Prost. Hablando de coches de competición, la saga de los MP4 que comienza en los años 80 son historia pura del automovilismo con sus motores Honda, los rojos y blancos, ahora censurados hasta en fotografías históricas por las nuevas regulaciones antitabaco.
Toda la historia de la marca parte de un jovencísimo neozelandés apasionado de los automóviles y dispuesto a sacrificar todo por la competición, incluso su propia vida, como así fue, con tan sólo 32 años y después de una extraordinaria carrera de éxitos de este polímata del automovilismo: Bruce McLaren. El constructor de automóviles y piloto que consiguió que un ave autóctona recorriese en un escudo el mundo entero. Y que con los años se instaló cerca del aeropuerto de Londres para poder alternar la competición en la Fórmula 1 y en el Canadian-American Challenge Cup (‘Can Am’), donde su equipo ganó cinco años consecutivos, dos de ellos pilotando Bruce, con otro de los automóviles que han pasado a la historia, el McLaren MA6 Chevrolet, diseñado por él mismo. La historia de Bruce es interesante, incansable y eso que muy joven, con tan sólo diez años sufrió una enfermedad que le mantuvo años postrado, afectando gravemente a su cadera, la cual le dio mucha guerra durante el resto de su vida, sin evitar esta circunstancia su extraordinaria trayectoria como piloto. Hay un interesante documental que habla de su vida y de sus extraordinarias aportaciones, y de sus éxitos, con un acompañamiento muy especial, el de John Cooper, en su trayectoria profesional. El británico que da nombre a las versiones más especiales del Mini, ahora de BMW.
Bruce McLaren también pensó en el diseño de coches de calle, y no sólo para la competición, pero que ahora han quedado empapados del espíritu de los circuitos, sin ver ninguno de ellos la producción en serie en vida. Pero McLaren no se quedó en la competición y ha venido fabricando deportivos de calle. En mi opinión, el más espectacular, el pionero McLaren F1 que se comienza a producir en 1992. En su día, el deportivo más rápido del mundo, creado por el diseñador de Fórmula Uno, Gordon Murray, de lo que dicen que fue un boceto en un momento de aburrimiento. El F1 alcanzaba una velocidad punta de cerca de 400 kilómetros por hora, cerrando el milenio con este récord con el que presumía con una placa en cada una de las poco más de sesenta unidades de calle que se comercializaron numeradas y firmadas. Si hay algo característico de este vehículo es su puesto de conducción en posición central con dos asientos laterales de pasajeros ligeramente retrasados. Un poco al estilo de los Firebirds de Harley J. Earl, rompiendo moldes de lo convencional. Lo cierto es que hay antecesores como el Ferrari 365 P Berlinetta Speciale, una de las primeras creaciones de Pinifarina.
El F1 es un coche fascinante con un motor BMW V12 de 627 CV, exclusivo por supuesto para McLaren y donde todos los elementos del vehículo han sido repensados y rediseñados. Y lo que es nuevo, simplemente se ha pedido prestado a otros fabricantes porque no se consideró importante y seguro que no lo era. La carrocería del F1 es de carbono, porque McLaren es el decano del carbono en competición. Como curiosidad, tiene un revestimiento interior de oro para combatir el calor de los escapes en la tapa que los cubre. Y como digo, todo está rediseñado para adaptarse a sus innovaciones, y claro, nada está en donde podríamos dar por hecho que lo podríamos encontrar: ni la radio, ni los tiradores de las puertas, ni el maletero y así un largo etcétera que lo hace una obra de arte.
El super deportivo obtuvo popularidad además de por todo lo anterior porque uno de sus propietarios fue Rowan Atkinson. El actor de Mr. Bean vendió en subasta su F1 por 7,85 millones de libras cuando había pagado por el coche nuevo 850.000 libras. Y eso que tuvo dos accidentes importantes, con un buen disgusto para la aseguradora, sobre todo en el segundo percance en el que el coche quedó prácticamente destrozado.
Ahora que he hablado de mi favorito, lo último es el McLaren Artura que hace poco tuve la ocasión de admirar. Es un McLaren muy bonito de diseño y en el que, aunque todo es nuevo, se ve lo que es: un McLaren cien por cien. Pero además, es híbrido enchufable, lo que en principio no tenía mucho sentido para un coche de estas características, y que consideré un despropósito a primera vista, teniendo además en cuenta que la autonomía eléctrica es algo limitada y desde luego nada excepcional, no es etiqueta ‘cero’. Pero ya sabemos que McLaren es especialista en hacer proezas con el peso gracias a la magistral utilización del carbono en sus componentes. Y es que resulta que su estructura pesa tan sólo 82 kilos y las baterías tampoco son excesivamente pesadas, no llegando a los 90 kilos. En su conjunto redondea un peso que no llega a los 1.500 kilos, recurriendo a un motor de tan sólo 6 cilindros y de tres litros, pero con unas cifras fantásticas: 680 caballos, 3 segundos de 0 a 100, y una punta de 330 kilómetros por hora. Todo ello además con tracción trasera, para pasarlo muy bien. Por tanto, objetivo conseguido. No se penaliza para nada añadiendo los componentes híbridos, y es la gestión del peso lo que considero una auténtica complejidad que la marca ha sabido sortear de manera sobresaliente. Si no fuese por esto, nada tendría sentido y hubiese sido más razonable ir a concepciones tradicionales o directamente a un eléctrico. En definitiva, creo que el sonriente Bruce se sentiría orgulloso de este nuevo híbrido, que por cierto, no es el primero que hace McLaren, una marca con muchas aventuras que contar, y que por supuesto abordaremos algunas de ellas.