La historia de Carrol Shelby, de granjero a leyenda de la automoción

Carroll Shelby compitiendo
Carroll Shelby compitiendo
Rocío Álvarez
  • Rocío Álvarez
  • Periodista multimedia especializada en belleza, viajes y estilo de vida. Durante mis años de vida, la lectura se ha convertido en una compañera fiel y gracias a ella descubrí mi vocación: crear y transmitir a través de las palabras. Con esta convicción me matriculé para cursar Periodismo en la Carlos III y después de años formándome encuentro mi sitio en el mundo: COOL. ¿Mi ley de vida? Nunca desistas, porque el día que lo hagas siempre pensarás en lo que podría haber sido.
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Carroll Shelby es, a día de hoy, una de las grandes leyendas del automovilismo. Pero ¿por qué Carrol Shelby? Pues quizás no lo supieses, pero este personaje de pasado humilde, rivalizó en numerosos circuitos con todo un Ford Mustang, un Chevrolet Corvette Stingray y hasta con un Ferrari 250 GTO o el Ford GT40.

 

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Además es el creador de las líneas transversales blancas que hoy en día llevan sobre el capó muchos modelos deportivos. Hoy en COOLthelifestyle te contamos su historia.

Carrol Shelby, de granjero a leyenda

Carroll Shelby es para Estados Unidos lo que Enzo Ferrari para Italia. Comenzó como granjero y terminó en las carreras, diseñando algunos de los mejores deportivos de la historia.

La historia de este mito comienza con una simple afición por los coches de carreras unida al cuidado de su granja. Esta última le conllevaba tanto tiempo que en el verano de 1953, llegó tan tarde a una de estas carreras que tuvo que competir con el mono de granjero. Este hecho le coronó entre el público como “el piloto granjero” y le dio tal popularidad que a partir de entonces competía con su uniforme de granja.

 

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Su historia como profesional de carreras despuntó cuando una enfermedad asoló su granja, permitiéndole dedicar su tiempo completo a la automoción. En tan solo seis años se convirtió en uno de los pilotos americanos más galardonados: ganó tres Campeonatos Nacionales de Estados Unidos, fijo el récord en la Hill Climb Auto Race en 1956, y ganó las 24 Horas de Le Mans a los mandos de un Aston Martin DBR1, entre otras victorias.

Sin embargo su estado de salud le impidió seguir soportando la tensión de las carreras y tuvo que abandonarlas en 1960 para dedicarse a ser preparador de coches de competición, con lo que empezó a fabricar sus propios modelos.

 

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Y es que Shelby tenía en su cabeza una obsesión, construir «el deportivo de América» y llamarlo Cobra. Después de dos años de trabajo, Shelby sorprendió al mundo con un modelo que aún hoy sigue siendo un objeto de culto: el AC Cobra.

 

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Aquí nace la gran leyenda de preparador de coches que continuó a lo largo de los 60 con modelos como el AC Cobra 427. Un dato curioso es que para demostrar la potencia de este último deportivo, Shelby colocó un billete de 100 dólares en el salpicadero y  prometió a sus clientes que si eran capaces de cogerlo mientras aceleraba a fondo, sería suyo. Nadie lo consiguió. Este deportivo se ha convertido en el más caro de la historia. 

 

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Esta anécdota le dio tal fama que, hace poco menos de un año, Shelby subastó su AC Cobra Super Snake de 800 CV para conseguir dinero para su fundación benéfica… y por él llegaron a pagar 5,5 millones de euros.

 

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Entre otras de sus victorias, en 1965 Ford pidió a Shelby que inyectase potencia al Mustang, o cómo se conocía en ese entonces, el coche de las secretarias. El resultado fue espectacular: apareció Shelby Mustang GT 350 V8 y  GT 500 KR, también conocido como “Rey de la carretera”. 

Este último modelo es uno de los más queridos en América y protagonista de películas como ‘60 segundos’.

En la recta final su obsesión pasó de los coches de carreras a una fundación que sigue llevando su nombre, dedicada a ayudar a niños que necesitan trasplantes.

 

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Shelby vivió un trasplante de corazón y de riñón y se ha convertido en la persona que más tiempo ha sobrevivido a un corazón nuevo, 21 años. Falleció en 2012.