Dicen los expertos en automoción que vamos a despedir uno de los cupés más lujosos del mercado del motor. Un coche que desprende exclusividad por los cuatro costados y que después de diez años en el mercado, dice adiós con un nuevo modelo. ¿De qué coche estamos hablando? Seguro que los más expertos lo saben: Rolls-Royce Wraith, que llega por última vez gracias a su edición Rolls-Royce Wraith Black Badge Black Arrow. Pero vayamos al inicio, ¿por qué este coche es tan especial?
Ha sido el coche más rápido de su categoría. Un coche con alma tradicional, como es la casa Rolls-Royce, pero que tenía un espíritu aventurero, innovador y moderno. Lo mejor del pasado y lo mejor del futuro. Cuando se presentó en el Salón del Automóvil de Ginebra, en el año 2013, ya era un coche con una clara intención: convertirse en leyenda. Y lo ha hecho diez años después.
Es un cupé de auténtico lujo, que según comentan los especialistas, necesita más de 450 horas de fabricación. Ahí es nada. Es un coche que podríamos considerarlo deportivo, por sus circunstancias, aunque en apariencia no lo es. ¿Y por qué lo es? Porque puede alcanzar los 250 kilómetros por hora, siendo esta su velocidad límite, y puede alcanzar los 100 kilómetros por hora en poco más de 4 segundos. Ni te da tiempo a ser consciente de que estás pisando el acelerador.
¿Más características que los especialistas celebran? Caja de cambios automática con 8 velocidades, detalles ultra lujosos, un aspecto súper sofisticado… Da pena que un automóvil así deje de fabricarse. ¿Qué encontramos en el último modelo que lo homenajea? Una dosis de deportividad que no tiene su antecesor. Por ejemplo: el negro se convierte en gris y hay hasta pequeños detalles de amarillo.
¿Es nuestra última oportunidad de tener este modelo de Rolls Royce? Totalmente. Diez años de éxito y toda la eternidad para ser una leyenda.