Este otoño disfruta de experiencias con sabor, rutas gastronómicas sostenibles y productos de primera calidad
Disfruta de la Extremadura más cultural
La gastronomía forma parte de nuestra cultura y define muchas de nuestras tradiciones y celebraciones más singulares. En todas las regiones de nuestro país tenemos platos llenos de sabor con los que podemos disfrutar y celebrar, y tenemos que sacar pecho de ellos porque son uno de los reclamos más importantes para los visitantes. Cada comunidad tiene sus características, pero en esta ocasión nos vamos a ir hasta Extremadura, una región llena de eventos y fiestas alrededor de la gastronomía.
La Pedida de la Patatera en Malpartida de Cáceres, la Fiesta de la Matanza Tradicional extremeña en Llerena, la Fiesta de la Chanfaina en Fuente de Cantos, el Martes Mayor en Plasencia, el Día del Jamón en Monesterio, la Fiesta de la Vendimia en Villafranca de los Barros, la Fiesta de la Tenca en la Mancomunidad Tajo-Salor o las Jornadas Transfronterizas del Gurumelo en Villanueva del Fresno.
También destacan eventos como la Feria Internacional del Queso de Trujillo, el Salón del Jamón de Jerez de los Caballeros o la Primavera Enogastronómica por diversas zonas vitivinícolas extremeñas. Son unas fiestas muy especiales que tienen, además, una gran potencia a la hora de visibilizar la cultura gastronómica extremeña.
Teniendo esto en cuenta, os vamos a proponer pasar unos días fantásticos en Extremadura en los meses de frío para poder conocer esta espectacular región. Este otoño saborea la gastronomía extremeña y olvídate de las prisas. La vida tranquila de sus pueblos y ciudades te permitirá disfrutar de forma pausada de la calidad de los productos naturales autóctonos, revivir tradiciones de antaño y saborear al máximo los placeres gastronómicos. Disfrutemos de los sabores de la tierra, porque Extremadura nos espera. Vamos allá.
Rutas gastronómicas en torno al producto
En primer lugar, las Rutas Gastronómicas Sostenibles de Extremadura ponen en valor productos y liturgias alrededor de algunos de sus alimentos más singulares y representativos, como son el jamón ibérico de bellota y productos derivados del ibérico en la “Ruta del Ibérico Dehesa de Extremadura”, quesos en la “Ruta del Queso de Extremadura”, aceites de oliva virgen extra en la “Ruta del Aceite de Extremadura”, o vinos, cavas y la cultura vitivinícola en la “Ruta del Vino y Cava Ribera del Guadiana”.
A través de ellas se puede conocer Extremadura de una forma diferente, con el alimento como ese hilo conductor que conecta con el conocimiento de una cultura, patrimonio y naturaleza. Una de las mejores maneras de conocer la esencia de esta tierra, íntimamente ligada a su medio rural, sus paisajes, su biodiversidad y sus tradiciones.
Articuladas como clubes de producto agrupan empresas de distintos tipos, a las propiamente turísticas se unen empresas productoras o de servicios. Queserías, secaderos de jamón, fincas ganaderas, almazaras, tiendas gastronómicas y bodegas que ofrecen experiencias turísticas únicas.
Conocer la región de una forma diferente
Ser quesero o pastor por un día, visitar queserías, secaderos de jamón y dehesas, almazaras o bodegas para conocer el origen y proceso de elaboración de sus productos, profundizar en su conocimiento en museos y centros de interpretación específicos, visitas guiadas y paseos entre viñedos y olivos… Todo ello, acompañado, cómo no, de degustaciones y catas.
La identidad gastronómica extremeña viene marcada por la influencia de las diversas culturas que han habitado estas tierras –romana, la visigoda, árabe y sefardí–, junto a la huella de la cocina pastoril, así como las recetas que se preparaban en destacados conventos como los de Guadalupe, Yuste y Alcántara y la cercanía con Portugal.
A todo esto, hay que añadir la extraordinaria calidad y variedad de las materias primas que se producen en los campos de Extremadura, merecedores de fama internacional como el jamón ibérico de bellota, el cordero y la ternera de Extremadura, el pimentón de La Vera, los quesos de Torta del Casar, La Serena e Ibores, el aceite de oliva virgen extra, las cerezas del Jerte, el vino Ribera del Guadiana y el cava. Además de tomates, frutas de hueso, higos, espárragos, arroz, miel, setas, carnes de caza…
Cuatro Indicaciones Geográficas Protegidas
Además, Doce Denominaciones de Origen y cuatro Indicaciones Geográficas Protegidas avalan la calidad de los productos gastronómicos de Extremadura. Los paladares más exquisitos no se quedarán indiferentes al saborear las delicias de la gastronomía extremeña en multitud de establecimientos de restauración que, junto a las recetas tradicionales, han ido innovando para ofrecer al viajero una cocina de vanguardia.
Cabe destacar las dos estrellas Michelin del restaurante Atrio y sus tres Soles otorgados por la Guía Repsol, que también ha galardonado con un Sol a los restaurantes Torre de Sande y Javier Martín, todos ellos en Cáceres, y a Marchivirito y Galaxia en Badajoz. Además de los reconocimientos de Cáceres como “Capital Española de la Gastronomía” en 2015 y Mérida “Capital Iberoamericana de la Cultura Gastronómica” en 2016.
La dehesa: identidad cultural de Extremadura
Pero, si hay un sabor que destaca en la gastronomía extremeña es el del jamón. La Ruta del Ibérico “Dehesa de Extremadura” busca poner en valor la rica tradición gastronómica que existe en la región en torno a esta especie singular, apreciada desde hace siglos.
No existe un origen concreto de las técnicas de elaboración del jamón, pero su aparición está relacionada con la búsqueda de métodos para prolongar la conservación de la carne, que en época romana habían alcanzado ya un amplio grado de evolución.
Extremadura cuenta con una tradición jamonera ancestral de fama internacional, la cual ha sido reconocida durante siglos. Sus jamones han sido los protagonistas de múltiples referencias y anécdotas históricas. El emperador Carlos V, por ejemplo, se aficionó a degustar este manjar en su retiro en el Monasterio de Yuste, y le trasladó la devoción por el jamón de Montánchez a su hijo Felipe II.
Otros viajeros británicos como Richard Roberts y Henry O´Shea también alabaron en sus escritos del S. XIX la calidad del jamón, y hablaron sobre el reconocimiento que habían tenido durante al menos los últimos 200 años, puesto que ellos ya eran conocedores del gusto de los emperadores españoles por este producto.
En el S. XIX, y durante gran parte del S. XX, hablar de jamón era hablar de Extremadura, ya que tuvo una amplia presencia en las exposiciones universales que comenzaron a organizarse en la segunda mitad del siglo. Ese jamón, del que hablan las crónicas de siglos pasados, aún se puede degustar en Extremadura, con el mismo aroma de siempre y también con el mismo exquisito sabor.