Parece Laponia pero es un pueblo de Madrid: 10 destinos españoles que se transforman en Navidad
No hay nada más auténtico que un pueblo: su comunidad, su historia y, como no, sus tradiciones. En su mayoría, son custodios que preservan intacta la historia de quienes los habitan, así como de los lugares que les rodean. De tal modo, encontramos joyas medievales, tradiciones centenarias y pequeños poblados recónditos que, cada Navidad, reviven la magia de estas fiestas. En España tenemos la suerte de contar con algunos de los rincones más especiales del mapa y por eso, hemos hecho un recorrido para señalar diez de los pueblos más especiales para vivir experiencias únicas estas navidades.
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Buitrago de Lozoya, Madrid
A los pies de la sierra de Guadarrama se encuentra Buitrago de Lozoya, un pueblo amurallado donde la esencia medieval se mantiene perenne en el tiempo. Verlo iluminado, observando cómo las calles empedradas toman los volúmenes de las luces navideñas, es todo un espectáculo. Pero si por algo merece la pena visitar este pueblo en las fechas previas a la Navidad es para ser testigo de una de las tradiciones más especiales de España.
Su hito navideño es el Belén Viviente de Navidad que tiene lugar los días 13, 14, 20 y 21 de diciembre. Este año celebra su edición número 34 y ya está consolidado como una de las tradiciones más arraigadas de este pueblo. En él, los miembros de la Asociación Cultural Belén Viviente de Buitrago del Lozoya interpretan más de 41 escenas bíblicas en un recorrido que se extiende por unos 1.300 metros, repartidos por el casco antiguo del municipio.
Navacerrada
A sólo una hora de Madrid, se transforma en Navidad en un pequeño rincón que podría confundirse con Laponia. Cuando bajan las temperaturas y la nieve cubre los tejados, el puerto y el pueblo adquieren esa estética nórdica tan característica: bosques cubiertos de blanco, casitas que parecen sacadas de un cuento y un ambiente frío pero acogedor, muy lejos del bullicio de la capital.
Las luces navideñas iluminan las calles empedradas, el humo sale de las chimeneas y el sonido crujiente de la nieve bajo los pies recuerda a los paisajes del norte de Europa. Los pinos nevados bordeando las carreteras y las rutas del parque nacional intensifican esa sensación de estar en un destino remoto, casi mágico, perfecto para una escapada de invierno sin salir de Madrid.
Entre mercados locales, excursiones familiares y vistas que parecen postales, Navacerrada en Navidad no solo es un plan cercano: es lo más parecido a viajar a Laponia sin subir a un avión.
Guadalupe, Extremadura
Fue el ganador del pasado certamen anual de Ferrero Rocher al pueblo más bonito de las Navidades. No es para menos: la singularidad medieval de este pueblo adquiere una calidez hogareña única cuando comienza el encendido. Claro que hablamos del único pueblo de España reconocido por la ONU que tiene un Patrimonio de la Humanidad y eso ya es aval suficiente para hacernos a la idea de la singularidad y el carácter tan único de este rincón cacereño.
Ribadavia, Ourense
Otro de los pueblos que el certamen de iluminación de Ferrero Rocher puso en el radar fue Ribadavia, ganador de la última edición. Este pequeño pueblo de Orense, Galicia, fue en la época medieval capital del Reino de Galicia y ello se ve en las imponentes construcciones que en estas fechas emanan impresionantemente iluminadas. La más impresionante: el Castillo de los Condes de Ribadavia. Como no, también la cultura vinícola se alza como una tradición perdurable, y es que la fama de sus vinos se remonta a siglos atrás y es una de las partes fundamentales de la visita a este lugar.
Laguardia, Álava
En el nombre de Laguardia podemos descubrir parte de su historia y es que, esta villa medieval, fue construida como punto de defensa de la Rioja Alavesa. Preserva intacto su corte medieval que, durante la Navidad, luce de una forma única y completamente diferente al resto del año. Dejando de fondo la impresionante estampa otoñal de los viñedos rojizos con la inigualable identidad pétrea de sus calles.
Arcos de la Frontera, Cádiz
Conocido por ser la entrada de los pueblos blancos de Cádiz, Arcos de la Frontera es uno de esos rincones mediterráneos que se visten de tradición para dar la bienvenida a la última festividad del año. Lo hacen a ritmo de zambomba, homenajeando las fiestas con sus icónicos belenes y disfrutando de unas fiestas y una gastronomía con ritmo sureño.
Torla-Ordesa, Huesca
Cuando nos adentramos a los Pirineos una vez empiezan a cubrirse con el manto de nieve, no hay luces que sean capaces de competir con el encanto alpino que les rodea. Esto es lo que ocurre al visitar el pueblo Orla-Ordesa, la puerta de entrada al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, situado en el Sobrarbe. Una perla arquitectónica de muros empedrados y tejados negros que se esconde entre grandes conjuntos montañosos donde poder disfrutar de estupendas rutas.
Higuera de la Sierra, Huelva
Higuera de la Sierra es un pequeño municipio serrano de Huelva. Durante el año tiene poco más de 1.300 habitantes, pero durante la Navidad, la cifra de visitantes multiplica por 10 su afluencia de gente. Especialmente con la llegada de la Cabalgata de Reyes, una de las más longevas de España y la más antigua de Andalucía. Tiene más de 100 años de tradición y por eso fue declarada como Fiesta de Interés Turístico Nacional.
Santillana del Mar, Cantabria
En la Costa Occidental de Cantabria se encuentra una de las villas más visitadas de la comunidad autónoma. Conocida por el encanto de sus muros empedrados y el laberíntico recorrido de la parte más antigua del casco. Aquí toda la magia resurge cada noche cuando la iluminación navideña se adentra en cada rincón del pueblo. Lo mejor que puedes hacer es ir una tarde y aprovechar una de sus terrazas para disfrutar de un chocolate con churros. Disfrutar del tradicional “vasuco” de leche con sobao de Casa Quevedo y conocer las maravillas arquitectónicas que esconde el Palacio de Velarde.
Puebla de Sanabria, Zamora
Este pequeño rincón de Zamora se vuelve un gran punto de encuentro en el momento en el que el último fin de semana de noviembre sus calles encienden las luces. Pequeños rincones que conducen de forma casi orgánica hacia el casco viejo de la villa, declarado Conjunto Histórico Artístico. Un lugar que no hace mucho tiempo la firma de chocolates Ferrero Rocher señaló como una de esas ubicaciones imprescindibles para estas fechas.