En lo que a gastronomía de lujo se refiere, hay un tándem a simple vista imperceptible capaz de unificar los códigos sensoriales que hacen a la experiencia merecedora de reconocimientos y galones. Hablamos de cocina y arquitectura, dos conceptos que en el interior de Ibiza Gran Hotel configuran una de las ofertas gastronómicas de lujo más representativas de la isla pitiusa. Y de cómo Oscar Molina, chef de La Gaia, y Sandra Tarruella, interiorista, capitanean esta simbiosis en el interior de La Gaia. Hemos hablado con ambos para conocer las sorpresas de la renovación y reforma de este restaurante.
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La historia gastronómica se escribe a través de los nombres propios. En este caso, en Ibiza Gran Hotel, su efemérides gastronómicas sentaron el precedente del lujo en términos de restauración. Concretamente a través de su restaurante propio con quien alcanzó la excelencia. No en vano, La Gaia llevó a Ibiza Gran Hotel a escribir un capítulo en la isla, siendo el primer restaurante de hotel en Ibiza en conseguir una estrella Michelin. Hoy, a ese reconocimiento se unen dos Soles Repsol.
En La Gaia, Ibiza encuentra su identidad en todo lo que configura el restaurante: sabor, producto y forma. O, más bien, en esa experiencia donde las paradas culinarias que recorre el menú se contextualizan en diferentes espacios del restaurante. Creando «un viaje de personas, lugar y mesa».

Hablamos por tanto de una doble experiencia. Primero, la gastronómica: a través de Oscar Molina, maestro de ceremonias de la orquesta mediterránea que se adhiere a los paladares de los comensales. Seguido de la artífice del escenario: Sandra Tarruella, la interiorista encargada de dar una nueva imagen a este restaurante en la que podemos considerar una nueva etapa de su historia.
«Una cocina creativa y moderna inspirada en la tradición ibicenca»
Al cruzar las puertas de La Gaia, el choque mediterráneo accede a los cinco sentidos. Más aún, cuando en esta nueva Tarruella nos remarca que el origen del proyecto de interiorismo estaba enfocado en crear un restaurante a medida (y altura) de la propuesta gastronómica de La Gaia. «Una cocina creativa y moderna inspirada en la tradición ibicenca, con productos locales, mediterráneos, con una aportación personal sofisticada y honesta», señala. Posicionado como el eje gastronómico del hotel.

Entonces, como no podía ser menos, la experiencia comienza en el corazón de Ibiza Gran Hotel: el Lobby, «el restaurante se separa del lobby a través de una gran celosía metálica, que permite entrever lo que sucede dentro del espacio, pero manteniendo la privacidad necesaria para los comensales». Y el telón está apunto de abrirse.

Primer acto: la isla, Ibiza
La Gaia es el ejemplo de cómo unificar gastronomía y arquitectura en un espacio: mediante compromiso con la tradición, la identidad y la materia prima. Y en este caso, todo se configura en torno a la esencia mediterránea del restaurante.
Más allá de la gastronomía, encontramos un espacio «inspirado en la arquitectura tradicional ibicenca, tan sencilla, elegante y luminosa, con sus muros gruesos, sus porches abovedados y sus arcos de medio punto tan presentes en las construcciones de la isla». Extendido en su apariencia con materiales naturales y del entorno, «y paredes blancas para reflejar la luz del sol, y que transmite pureza y calma», apunta Tarruella.

«Alta cocina presentada a través de una experiencia que abarca todos los sentidos»
Como sintetiza Sandra Tarruella, «la propuesta de La Gaia es alta cocina presentada a través de una experiencia que abarca todos los sentidos». Tanto si es la primera vez que disfrutas de este menú como si la vuelta a la isla te devuelve al interior de su primera estrella Michelin en un hotel de lujo, hay una parte de la experiencia que se mantiene intacta: el recorrido.

Pero antes de nada hay que tener una cosa clara: en La Gaia no tienes la típica experiencia en mesa, donde ves desfilar los entrantes y elaboraciones. Porque la alta gastronomía en La Gaia se sirve en espacio y producto. Ahí es el comensal quien recorre el espacio en busca de los sabores. Comienza con un cóctel de bienvenida en la entrada del restaurante, que da paso a los primeros bocados en mesa alta para luego ceder la experiencia a las mesas del comedor.
Por eso que para la renovación, uno de los requerimientos indispensables fuese precisamente esa creación de dinamismo entre espacios. El resultado es un espacio donde el espacio converge con el servicio, «donde los gruesos muros con grandes arcos de revoco de cal separan la sala y crean rincones con encanto que dan privacidad a las mesas», señala Tarruella.
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«Siguiendo el recorrido, se ha colocado en el centro del local una barra con formas orgánicas y con revestimiento continuo, unas formas acordes con su ubicación en la sala, donde el cliente puede degustar los entrantes». Primeros bocados que adelantan los sabores que continúan en mesa «donde comenzará cualquiera de nuestros dos menús o el viaje de la carta», señala Molina.
Dos menús degustación y una carta
Evolucionando al unísono, la carta presentará dos nuevos menús y una gran novedad. «Queremos llegar a todo tipo de comensal. Entendemos que un menú degustación para cenar puede ser demasiadas referencias en una misma comida, y que ello reduce la posibilidad de que un sector de clientes no le apetezca probar nuestra experiencia», explica Molina. Así que han decido enfrentar el reto, ampliar sus experiencias con una carta que acompaña a los dos menús degustación Illa y Horitzó.
Illa es una carta del pasado para quienes algún día saborearon las elaboraciones de Oscar Molina. O una oportunidad de conocer la historia de La Gaia para quienes nunca la han disfrutado. El menú recorre las huellas de las cocinas a través de elaboraciones históricas que marcaron el restaurante. Con el Mole, quinoa y cacao encontrando un sitio junto a la leche de cabra Ses Cabrete, pistacho y miel. Siempre culminando con la caja de dulces.

Por su parte Horitzó hace honor a su nombre indagando en el futuro gastronómico de la isla. Una propuesta nueva que cobra protagonismo en los principales, con elaboraciones como airbag de romesco y peix sec o el kvass de ensaimada payesa y que eleva los estándares gustativos y de calidad con el bogavante azul a la brasa.

Porque si hay algo que une a ambos profesionales, cada uno en su campo, y que ha servido como hilo conductor para dar una nueva vida a La Gaia es el respeto por la isla. Y eso se ve en la artesanía, la materia prima, la esencia y, lo más importante, la identidad de este nuevo espacio.