Según explican, en el lenguaje de las flores, la camelia tiene un significado muy especial: admiración, estima, renacer, pasión, también deseo. Para Gabrielle Chanel, alma máter de la casa francesa, eran un símbolo de absoluta sofisticación. Se enamoró de la flor al ver, con 13 años, La dama de las camelias. Pero fue tiempo después cuando la flor se convirtió en símbolo de la ambigüedad, y de refinamiento. El escritor Marcel Proust marcó tendencia llevándola el primero, le siguieron más hombres y Chanel la hizo suya incluyéndola en un cinturón en el año 1913. Ahí empezó su historia de amor con la flor.
Por esa razón, y porque la camelia siempre estará enredada a la vida de Chanel, en Biarritz -uno de los lugares favoritos de la diseñadora-, encontramos una maravillosa granja que se dedica a su cultivo. Se encuentra exactamente en Gaujacq, a unos 90 kilómetros de este pueblo costero en el sur de Francia. ¿Lo más bello? Que las dos camelias más antiguas del jardín las plantó ella misma. Y continúan vivas.
¿Y por qué en Gaujacq? Según la maison, porque el clima es similar al de Asia, más concretamente Japón y China, de donde proviene esta flor. «El sudoeste de Francia ofrece las condiciones perfectas para el cultivo de la camelia. En 1998, la maison Chanel comenzó una colaboración con Jean Thoby -una de las personas que más sabe de camelias del mundo-, maestro botánico», explican. Y desde entonces. «Las camelias son plantas muy particulares. Florecen en invierno y las flores aguantan en condiciones bastante duras».
En la granja de camelias de Chanel hay más de 2.000 variedades, un jardín del que Gabrielle, estamos seguras, se sentiría orgullosa. Eso sí, la Camelia Alba es la que más valiosa, ya que es la que se utiliza en los principios activos de la casa, aun así, en su laboratorio, desde hace tres años estudian también todas las demás. Uno de los trabajadores de la granja destaca que «es bonito que una casa como Chanel quiera inscribirse en el tiempo». Un trabajador de un pequeño equipo, porque quienes se dedican a cuidar estas flores, forman una especie de pequeña familia.
Estas flores, que nacen en árboles bastante altas, se cuidan desde largas escaleras. Y todas y cada una de las flores se cogen a mano. «De manera intuitiva y muy precisa», destacan. Es importante coger las camelias sin el rocío de la mañana, así que esta recolección suele ser en el momento más caluroso de la jornada. Después estas camelias se pesan y pasan a congelarse.
«Su sencillez, su estilo, su pureza y su vivacidad a prueba de todo (la camelia no teme florecer en invierno) sedujeron a Mademoiselle Chanel, e hizo de la camelia algo más que su flor favorita: un símbolo» explican desde Chanel. Ahora la utilizan en los principios activos de los productos de la maison para tener una piel por la que parece que no pasa el tiempo. Atemporal, como la chaqueta de tweed o sus bolsos clásicos. O la camelia, por la que jamás pasan las modas.
