No es muy común ver a bodegas nicho abrir sus horizontes en la producción de nuevas denominaciones de origen. Hasta que vemos a bodegueros como Ignacio y Martina Prieto Pariente, rostros tras las Bodegas José Pariente, escalar nuevos horizontes. Su último proyecto A Vilerma les ha llevado a expandir su esencia enológica más allá del vino de Rueda para asentarse en el corazón de Galicia y la D.O Ribeiro. Un proyecto marcado por la tradición, el respeto y el legado de a quien muchos conocen como Don Arsenio. Hemos ido a conocer las bodegas para adentrarnos de lleno en esta nueva andadura de los hermanos.
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La denominación de origen de un vino es una garantía, un sello que ratifica la validez del producto que sale a la venta. Y hasta ahora, la expansión de las Bodegas José Pariente había estado marcada por las tierras del Rueda. Desde que en 2013 Ignacio y Martina iniciasen las Bodegas Prieto Pariente, centrada en pequeños productores de Castilla y León. Hasta este año, impulsados por abrir los horizontes de su buque insignia, el vino blanco. «Lo nuestro es hacer vinos blancos y eso nos llevó a Galicia». cuenta Martina Prieto Pariente.

Aquí encontramos el origen de A Vilerma, su nueva andadura en pleno Valle del Avia, en Ourense, cuna de la segunda denominación de origen más antigua de España y la más antigua de Galicia, el Ribeiro. Entender el cuidado de A Vilerma comienza por presentar a su fundador, Arsenio Paz.
«Venimos del rueda, donde hay vinos monovarietales. Ribeiro es diferente, se compone del ensamblaje de identidades»

En 1977 adquirió un lugar mágico, la finca que hoy ocupa la bodega, con la intención de recuperar la tradición y volver a la esencia de la denominación de origen más antigua de Galicia; iniciar un movimiento para recuperar la raíz del Ribeiro. Recuperando las variedades autóctonas, pérdidas por la filoxera, la elaboración tradicional con viñedo viejo y los métodos tradicionales de obtención de esta denominación. Y mantuvo su producción hasta 2024, cuando la finca pasó a manos de Pariente Tradición Familiar.
Hoy lo ha conseguido, albergando una finca de seis hectáreas escalonadas y segmentada en seis variedades de uvas blancas (albariño, godello, lado, loureira, torrontés y treixadura) y cuatro de tintas (brancellao, caiño tinto, ferrón, souson). Porque dar forma a la complejidad del Ribeiro comienza por entender este vino como un ensamblaje de variedades.

Primer gran reto para los hermanos Pariente, «nosotros venimos del rueda, donde hay vinos monovarietales. Ribeiro es diferente, se compone del ensamblaje de identidades». Donde el respeto por la tradición ha pasado a ser la matriz del equipo de enólogas de A Vilerma, capitaneado por Martina. buscan crear nuevos vinos, explorar los sabores del valle, «siempre respetando la forma tradicional que nos enseñó Don Arsenio», cuenta Martina.
Primera añada
El proyecto, aún joven a manos de los hermanos Prieto Pariente, verá su primera añada próximamente. Vino homónimo de la bodega que tendrá el nombre de A Vilerma y que resulta de un ensamblaje tradicional de variedades autóctonas cultivadas en la finca, en concreto de Treixadura, Albariño, Godello, Loureira, Lado y Torrontés. Dejando notas de cata un vino intenso, complejo y elegante. Con un equilibrio en la acidez y cierta predominancia de los sabores afrutados.

Un destino de enoturismo
Para Ignacio Prieto Pariente, «el mundo del vino y su consumo están cambiando y la gente quiere conocer el origen». Por eso este proyecto nace con la intención de permitir a los amantes y amateurs de esta denominación adentrarse en la experiencia propia de la bodega.

«No hemos venido únicamente a producir, se trata de hacer un concepto 360º y poder brindar la experiencia», apunta Ignacio. De modo que la casa de Don Arsenio se ha reconvertido en un alojamiento donde poder pernoctar tras las catas o disfrutar durante temporadas, que estará disponible a mediados del mes que viene.
La finca contará con dos casas separadas, de tres habitaciones cada una, y un apartamento con capacidad entre dos y tres personas. Promoviendo con ello una experiencia integral que incluirá catas, talleres (variables en función de la época del año), actividades del día a día de la bodega, excursiones por el valle y la experiencia de dormir con las impresionantes vistas al valle.