Una pregunta bastante recurrente es…¿Qué es la felicidad? ¿Es un tópico? ¿Una Utopía? ¿Es real? ¿Podemos ser felices realmente o es, imposible? Hoy en esta sección de ‘Hablamos de’ nos sumergimos en la felicidad, esa emoción o estado que tanto preocupa al mundo.
Hablamos de la felicidad
Cierto es que siempre surgen una buena cantidad de preguntas y otras tantas reflexiones en cuanto a la cuestión que encabeza este artículo. Mucho se ha escrito sobre ello y, cada vez que pregunto a alguien sobre aspectos relativos a la felicidad, recibo tantas respuestas como preguntas. Incluso, en ocasiones, recibo más respuestas que preguntas ya que la definición de la felicidad no resulta tan fácil como inicialmente se presume.
Veamos, para empezar con cierto rigor académico, la felicidad según la RAE se define así: «Estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien». Esta fue, hasta 2006, la definición establecida por la RAE para describir la felicidad. Sorprende ¿verdad?
Aún así, hace algunos años, muchos han dado esta definición como válida ya que, en un mundo tan ‘cortoplacista’, consumista, superficial, volátil y cambiante, ¡quizá entendimos que la felicidad consistía más en tener que en ser!
Así que todos nos pusimos manos a la obra y empezamos a tener y a alcanzar metas y sueños para volver, rápidamente, a establecer nuevos. Así fue como la vida más que importante, se empezó a ver como urgente.
Hoy nos hemos dado cuenta de que esa carrera sin fin lo que generaba no era precisamente felicidad. Lo que realmente producía era ansiedad, frustración y metas inalcanzables por ser imposibles. Así fue como creamos un nuevo síndrome llamado SFA. El ‘Síndrome de la Felicidad Aplazada’ porque, al final, nunca alcanzábamos estados de ánimo sostenibles en el tiempo. Todo era de ‘subidón’ rápido, pero también de caídas estrepitosas. La vida era muy efímera y fugaz: muchas relaciones sociales y personales queridas o despreciadas por estatus económico y social.
Por tanto, por muy cierta que sea en el momento de adquirirla o poseerla, pronto daba paso a este ‘Síndrome de la Felicidad Aplazada’. De este modo más de uno nos dimos cuenta de que por ese camino y a través de esa definición no podíamos seguir entendiendo la felicidad.
¿Qué ocurrió? En algún momento del 2006 la RAE decidió cambiar su criterio de definición de la felicidad y pasar a definirla como: ‘Estado de grata satisfacción espiritual y física’. Un concepto que anula los efectos del síndrome de la SFA; ahora que los fundamentos de un estado de felicidad ya no recaen en los objetos, deseos de posesión y/o poder económico. Más bien lo hacen sobre un estado de armonía entre nuestro mundo físico y espiritual. Es decir, entre nuestro cuerpo y nuestra mente. Esto tiene mucho más sentido, ¿no os parece?
Gandhi expresaba que: “La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía”. O, dicho de otra forma: se alcanza con la coherencia. Por su parte, Van Dyke manifestaba que la misma dependía más de nuestro interior y de nuestra intimidad, que del exterior. Es decir, no depende de lo que tenemos sino ¡de lo que somos!
Ya que hablamos también de espiritualidad, el teólogo Albert Schweizer dijo que la felicidad tenía mucho que ver con tener buena salud y, ¡mala memoria! La lista de pensadores que se orientan en este sentido es muy amplia y, a lo largo de los años, grandes expertos y científicos como Einstein sugirieron pensamientos en esta línea.
Otra interpretación errónea y que está muy extendida es que placer es igual a felicidad. Nada más lejos de la realidad. Nuestra biología reconoce únicamente el placer. Hasta la fecha, no se ha conseguido establecer un criterio o una definición diferente. De ahí que, muchas veces, la biología permita ciertos comportamientos mientras la cultura los prohíbe.
Vida positiva: clave de la felicidad
Volviendo al origen de este artículo… todos somos conscientes de que los placeres de la vida, aunque nos dan picos muy altos de dicha, duran poco. Por no decir que son bastante fugaces, efímeros y puntuales y, en ocasiones, no muy frecuentes.
Para ir enfocándonos en la felicidad… Creo que estoy en lo cierto cuando digo que ésta debe ser un estado anímico positivo permanente, con muy pocos altibajos. Por tanto, estoy hablando de equilibrio entre mente y cuerpo, entre lo intelectual y lo espiritual, entre el sexo y el amor. Un bienestar y paz internos que vinculen nuestra sensación de placer, pero también la ausencia del mismo. La clave está en relacionar naturalmente la belleza interna con la física; sin que esta deba etiquetarse de una forma u otra. De esta manera, pretendemos conseguir el equilibrio entre los dos hemisferios: tanto el analítico como el creativo.
«No se puede vivir una vida positiva con una mente negativa»
Para ir concluyendo este articulo, es necesario dejar claro que si somos capaces de expresar nuestra gratitud sincera por lo que somos y tenemos en el momento y en el presente que vivimos, renovaremos nuestra felicidad diariamente. Disfrutando de cada momento de forma consciente y con un profundo sentimiento de gratitud.
Nuestro enfoque y percepción del mundo contribuyen al propio estado de felicidad. Por tanto, la felicidad es algo absolutamente individual, ¡es un estado subjetivo de percepción!
Podríamos seguir hablando mucho de este tema, pero de alguna forma aprovecho estas líneas para despertar en vosotros la curiosidad, e iniciaros en la búsqueda de la Felicidad. No tenéis que ir muy lejos, de hecho, la tenéis bastante cerca, ¡está en vosotros!