París es una de las ciudades más bonitas del mundo y no sólo por la imponente arquitectura que caracteriza la ciudad, sino porque es la cuna de la alta costura y son grandes pioneros en el mundo de la gastronomía. Sus esquinas respiran elegancia y ahora se viste de gala con una de las grandes celebraciones del deporte a nivel mundial, surgiendo un momento perfecto para disfrutar de la innovación que nace en sus cocinas y ver el lugar en su pleno esplendor. Por ello, desde COOL, os proponemos los restaurantes de París que son de visita obligatoria mientras se celebran los Juegos Olímpicos.
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Marsan
Su interior rezuma la elegancia que caracteriza a la ciudad de París y lo hace a través de un glamour de lo más discreto. Las cocinas representan las habilidades culinarias de Hélène Darroze, descendiente de una saga familiar dedicada a la gastronomía, y por ello ha conseguido dos estrellas Michelin.
Sus platos tienen la capacidad de recorrer su tierra natal, el suroeste de Francia, buscando una mezcla de ingredientes que nutren su inspiración culinaria, a través de platos artísticos como la terrina de foie gras de las Landas, langosta azul con especias tandoori (un plato estrella), baba con sabor a armañac. Su rigor, su curiosidad insaciable y su innovadora mezcla de talento e intuición dan en el clavo en todo momento.
Jóia
Este restaurante tiene similitudes con la primera propuesta y es que la propuesta gastronómica está desarrollada por la misma persona, Hélène Darroze.
El espacio se representa a través de una carta que recorre las experiencias culinarias vividas en su infancia y tiene influencias del sureste de Francia, con pequeños guiños a la cocina del País Vasco. Deléitate con sabores diferentes y platos emblemáticos como los chipirones de San Juan de Luz fritos con chorizo, arroz Carnaroli con tinta de calamar, emulsión de perejil y parmesano, todo para disfrutar solos o para compartir.
Los postres despiertan el gusto por lo dulce y lo podemos vivir con su chocolate chou con guindilla de Espelett o el praliné de Malí. Perfecto para visitar mientras disfrutas de los Juegos Olímpicos.
Sola
A un paso del río Sena y con vistas a Notre Dame, encontramos este espacio con una estrella Michelin con una esencia estrictamente japonesa. Cuando cruzas sus puertas, se puede observar un interior lleno de contrastes que comienzan con una madera pálida y unas vigas expuestas, que se dan la mano con unas pesadas puertas de madera maciza. En la parte de abajo, hay un sótano que está decorado con tatamis y lo primero que tienes que hacer es quitarte los zapatos.
El chef japonés Kosuke Nabeta deleita a los comensales con una cuidada fusión, que une la destreza de las recetas niponas con la exigencia de la alta cocina francesa. Si quieres una de sus grandes recomendaciones, no puedes irte sin probar su plato estrella: mollejas de ternera servidas sobre un pastel de arroz cubierto con una emulsión de trufa. Cocina armoniosa, refinada y personal.
Plénitude
Los renovados grandes almacenes Samaritaine albergan el lujoso hotel Cheval Blanc, que aloja este restaurante de tres estrellas Michelin. Es el refugio del chef Arnaud Donckele, cuya cocina crea un viaje por Normandía, con toques de cocina mediterránea, y él mismo forma parte de ella, puesto que sale y entra de la cocina para hablar con los comensales y ver sus reacciones a la hora de probar sus experimentos culinarios.
Es imposible no quedar boquiabierto por su trabajo, desde la delicadeza y la generosidad hasta la excepcional calidad de los ingredientes. Este virtuoso salsero, que se puede comparar con un perfumista o un enólogo, prodiga un cuidado y una atención extraordinarios a los acompañamientos líquidos de cada receta. Toda una representación de una mesa innovadora sobre la pura tradición francesa, perfecta para combinar con los Juegos Olímpicos.