El verano no podía empezar de otra manera para Georgina Rodríguez y Cristiano Ronaldo que entre aguas turquesas, villas privadas y puestas de sol dignas de un lienzo. La pareja ha elegido uno de los destinos más exclusivos del mundo para desconectar en familia: Sindalah, la isla creada de la nada para multimillonarios.
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Sindalah está situada en el Mar Rojo y ha sido construida como escaparate del lujo del futuro. Es el primer enclave turístico del mastodóntico proyecto NEOM (el plan saudí de 500.000 millones de euros que busca eclipsar a Dubái, Abu Dhabi y Doha), y ha sido diseñada por el estudio italiano Luca Dini Design and Architecture como un paraíso para los amantes del mar, los superyates y la privacidad.
Con sus 840.000 metros cuadrados de superficie, 88 villas, 440 habitaciones de hotel y un puerto deportivo con capacidad para 86 embarcaciones, la isla ha sido concebida como un santuario para los que no entienden de límites.
Allí, entre jardines perfectamente diseñados y suites con piscina privada, Cristiano y Georgina se han dejado ver por sus redes disfrutando de unos días de absoluto placer. Los niños lo han pasado en grande practicando deportes acuáticos como el flyboard (una actividad que el mayor de los hijos del futbolista dominó con sorprendente soltura).

Mientras Georgina optó por sesiones de spa y tratamientos de bienestar inspirados en terapias naturales.

Las vacaciones de Cristiano Ronaldo y familia en yate fondeando la costa
Aunque la pareja ha preferido hospedarse en su yate, es probable que se hayan dejado caer por alguna de las villas del Four Seasons Resort Sindalah, cuya inauguración completa está prevista para finales de este año y que ofrecerá 225 habitaciones y 52 villas con vistas al mar y a los muelles repletos de superyates.
Las tarifas, según fuentes, superan los 5.000 € por noche, dependiendo del nivel de privacidad y servicios contratados. También hay opciones como The Luxury Collection o el Autograph Collection Resort, que elevan aún más el listón con experiencias inmersivas, chefs con estrella Michelin y personal de mayordomía 24 horas.

El entorno lo tiene todo: marinas, beach clubs, un club náutico con interiores firmados por Stefano Ricci, boutiques de alta gama, 38 restaurantes (doce de ellos con Estrella Michelin) y hasta un campo de golf de nueve hoyos flotando sobre el agua. Más que una isla, Sindalah parece una realidad paralela diseñada para quienes no miran la cuenta cuando se trata de disfrutar.
El caso de Sindalah recuerda a otros intentos de construir destinos de lujo desde cero, como la ciudad de Lusail en Catar (levantada en torno al circuito de MotoGP para acoger la final del Mundial de Fútbol) o el fallido proyecto de isla artificial frente a Barcelona, liderado por Mobilona Space Hotel, que prometía 2.000 suites entre 300 y 1.500 € la noche pero jamás llegó a materializarse.