Belén Díaz de Prada: «El cliente de lujo ha cambiado en Mallorca, busca experiencias únicas»
Mallorca tiene joyas que resisten al tiempo, y una de ellas es el Hotel de Mar Gran Meliá. Situado en Illetas, en un enclave privilegiado abierto al Mediterráneo, este hotel ha sido testigo de más de seis décadas de elegancia y glamour. Lo han disfrutado personalidades como Grace Kelly, Sean Connery, Claudia Schiffer o Sting, y sigue siendo un lugar de culto para quienes entienden el lujo no como ostentación, sino como una experiencia que conecta con los sentidos. Nos reunimos con su directora, Belén Díaz de Prada, para descubrir cómo este icono mallorquín honra su pasado mientras navega hacia un futuro cada vez más exclusivo, ahora también de la mano de Alberta Ferretti y Riva.
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Puede que su nombre oficial sea Hotel de Mar Gran Meliá, pero para muchos mallorquines siempre será el hotel de chocolate. Y no es sólo una anécdota estética, sino parte de su ADN emocional. «Ese apodo tiene un significado muy especial para todos los que formamos parte del hotel», reconoce su directora. «Se remonta a nuestros orígenes, hace más de 60 años, cuando nuestras baldosas marrón oscuro contrastaban con el blanco dominante de la costa. Era algo tan único que los locales comenzaron a llamarlo así, y lo han seguido haciendo con cariño hasta hoy».
Ese color, ese diseño rompedor, marcó el inicio de una historia de hospitalidad pionera. «Fue un hotel que revolucionó la arquitectura turística en el Mediterráneo. Se integró en el paisaje, abrió sus jardines al mar… y se convirtió en un símbolo de elegancia y modernidad”, añade Díaz de Prada. Hoy, al mencionar el hotel de chocolate, muchos recuerdan una Mallorca serena, donde el lujo era sinónimo de tiempo, calma y paisaje.
«Un encuentro casual entre Alberta Ferretti y Gabriel Escarrer, CEO de Meliá Hotels International, desembocó en una propuesta única: nuestro Bombon Pool Club»
En 2023, el hotel dio un paso hacia el presente al aliarse con Alberta Ferretti para dar forma a uno de sus espacios más sensoriales: Bombon Pool Club by Alberta Ferretti. Piscina infinita, restaurante con vistas, y acceso a una cala privada (todo envuelto en la estética refinada de la diseñadora italiana).
«Esta colaboración ha sido un privilegio, porque encarna a la perfección nuestra filosofía: diseño, autenticidad, elegancia mediterránea”, explica Belén. El nombre, Bombon, no es casual. «Rinde homenaje a nuestro apodo histórico, evocando ese pasado entrañable con una mirada contemporánea».
La idea nació de forma inesperada. «Fue un encuentro casual entre Alberta Ferretti y Gabriel Escarrer, CEO de Meliá Hotels International, que desembocó en una propuesta única”, recuerda. Y es que aquí todo fluye con naturalidad, pero con visión. «El Bombon Pool Club es una carta de amor al verano mediterráneo, una oda a quienes disfrutan del hedonismo pausado, de los atardeceres con copa en mano, del diseño con alma».
«Navegar por Mallorca en el yate Rivamare es sumergirse en el estilo de vida mediterráneo más auténtico»
Este año, el hotel escribe otro capítulo de su historia al convertirse en el primer hotel en España asociado con Riva, la legendaria marca italiana de yates. «Esta alianza supone un salto cualitativo en nuestra propuesta de valor, tanto para nuestros huéspedes como para cualquier visitante de la isla que busque una experiencia náutica inigualable», asegura Díaz de Prada.
La joya de la colaboración es la Rivamare, una embarcación de líneas exquisitas, 11,88 metros de eslora y alma de icono. «Más que un yate, es una pieza de arte en movimiento. Navegar en ella es sumergirse en el estilo de vida mediterráneo más auténtico», dice. Disponible para hacer travesías privadas, no hace falta estar alojado en el hotel para disfrutarla: «Queríamos abrir esta posibilidad también a clientes externos, siempre bajo reserva previa, y con los estándares de servicio y privacidad que nos definen».
La colaboración con Riva no solo se traduce en navegación. También se plasma en tierra con el elegante Riva Lounge, un espacio gastronómico que homenajea el diseño náutico y la estética italiana más sofisticada. «Este nuevo lounge está inspirado en los detalles de las embarcaciones, invitando a los huéspedes a vivir el mar desde la comodidad del hotel», apunta Belén.
Para ella, esta alianza con RIVA es «una declaración de intenciones»: elevar el lujo desde todos los ángulos. «Queremos que nuestros huéspedes no sólo contemplen el Mediterráneo, sino que lo vivan, lo recorran, lo sientan», enfatiza.
«Es una forma muy personal de descubrir la isla, sin prisas, con una copa de vino en mano y el sol acariciando la piel»
Preguntamos por el tipo de cliente que más valora estas experiencias. «Hablamos de viajeros exigentes, que aprecian el diseño, la privacidad y el lujo como una forma de estar en el mundo», responde. Algunos buscan relajación, otros aventura; pero todos, autenticidad. «Quieren lugares con alma, con historia, donde el lujo se siente en los detalles y en la conexión con el entorno».
Y si hablamos de entorno, pocas experiencias hay más memorables que explorar la costa de Mallorca desde el mar. «No trabajamos con rutas cerradas. Cada itinerario se diseña en función de lo que el cliente sueña vivir», asegura. Desde calas vírgenes hasta puertos con encanto, todo cabe en una jornada con la Rivamare. «Es una forma muy personal de descubrir la isla, sin prisas, con una copa de vino en mano y el sol acariciando la piel».
«El cliente de lujo en Mallorca ha cambiado. Busca experiencias únicas, diseño con identidad y respeto por el entorno»
Hotel de Mar apuesta por lo que no se puede copiar: historia, autenticidad y alma mediterránea. «El cliente de lujo ha cambiado. Busca experiencias únicas, diseño con identidad y respeto por el entorno», afirma Belén. Y en ese sentido, el hotel no solo responde, sino que anticipa.
Su propuesta Exceptional Experiences lo demuestra: gastronomía de cercanía, arte local, navegación privada, bienestar, paisajismo y arquitectura con carácter. «El auténtico lujo hoy va mucho más allá de lo material: es ofrecer momentos que conectan emocionalmente con quien los vive», concluye la directora.
Y así, el hotel de Mallorca que un día fue bautizado como el de chocolate por su estética, sigue conquistando a generaciones de viajeros. Evoluciona, se reinventa, navega. Pero nunca pierde su sabor.