Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones son una de las parejas más inesperadas y sólidas de Hollywood. Llevan 25 años casados y a lo largo de su relación, España siempre ha sido el escenario de sus momentos más decisivos. Primero, porque se decía que la escapada de ambos a la casa de Mallorca de la actriz fue el momento definitivo de la relación. Y ahora, porque han decidido celebrar su cuarto de siglo como matrimonio disfrutando de «una ciudad encantadora», como la define Douglas: San Sebastián. Entramos en los detalles de su reencuentro en la ciudad donostiarra.
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La vida de los actores tiene un condicionante para las parejas y es que, entre grabación y grabación, cualquier momento es clave para aprovechar y hacer escapadas juntos. En este caso, la actriz se encuentra desde hace tres meses inmersa en la grabación de la serie Kill Jackie, adaptación de la novela de Nick Harkaway The Price You Pay y donde Zeta-Jones encarna el papel de una ex traficante de cocaína.
Lo que les ha llevado a establecer su base residencial durante los últimos meses en el País Vasco. No en un lugar cualquiera. Tal y como publicó el medio Informalia, el matrimonio habría alquilado una de las mansiones del Paseo de las Grandes Villas de Getxo, conocido por los vecinos como el Paseo de los Marqueses.

Con este sobrenombre, poco más hay que añadir sobre las impresionantes mansiones que fusionan el eclecticismo, el neogótico, el modernismo, el regionalismo montañés y la arquitectura de tradición inglesa. Si bien es cierto que se desconoce el precio de estas propiedades, el actor no ha dudado en compartir las impresionantes vistas al Puerto Deportivo de Getxo que tienen desde la propiedad.
Pero el actor parece estar enamorado de todo lo que conlleva el País Vasco y, pese a llevar tres meses emplazado en Bizkaia, no ha querido perderse todos los encantos de la joya histórica de la comunidad autónoma.
La Perla del Cantábrico
Hablamos de San Sebastián , una ciudad con la que el actor ya tiene un histórico. Pues fue en 1997 el año en el que Douglas acudió a la ciudad para recoger el Premio Donostia del prestigioso Festival de Cine. Con tal admiración que así lo publicó en sus redes sociales:
«Don Miguel está de viaje por carretera aquí en España, pasando un rato con su encantadora dama y conociendo una ciudad encantadora. Me pregunto cuántos de vosotros podéis adivinar dónde está este lugar. Estoy aquí arriba en el norte de España, en la región vasca, la hermosa ciudad de San Sebastián. ¿Cuántas ciudades conocéis en las que haya una playa en pleno centro? ¡Espero que tu verano vaya bien y todo sea estupendo!», escribía en su cuenta de Instagram.

Por lo que, sin duda, podemos entender que una de las primeras cosas que ha enamorado a la pareja ha sido la playa de La Concha. Y es que hay que darle la razón a que esta bahía encierra una de las pocas playas urbanas donde el ocio y la vida marina se integran en un mismo paseo. De ahí que se la conozca como la Perla del Cantábrico. De hecho, se dice que parte de la fama señorial de este enclave proviene de los baños que daba Isabel II en el siglo XIX.

Esta playa es para admirar desde todos los ángulos. Bien sea a pie, recorriendo los 1.350 metros de arena fina, a través del paseo o a vista de Pájaro, en las vistas que regala al este el Castillo De La Mota y al oeste el Mirador del Monte Igueldo.
Un descanso de ensueño
A unos pocos pasos de la playa de La Concha, frente al río Urumea se encuentra uno de los hoteles con más recorrido, fama y prestigio de la ciudad. Entes lugar se han alojado muchas celebs, entre ellas (no hace mucho) Tamara Falcó. El Hotel María Cristina podría entenderse como una eminencia dentro de la historia de San Sebastián, y es que pocos pueden presumir de llevar más de un siglo encabezando el lujo hospitality de una ciudad marcada por la realeza.

Su imponente fachada se alza sobre el paseo con un diseño del reconocido arquitecto Charles Mewes. Pero el encanto de este lugar se encuentra en su interior, concretamente, en cada una de las 29 suites de lujo diseñadas en el estilo de la arquitectura Belle Époque. Con motivos clásicos y acabados de alto standing como el mármol que confluyen con obras de arte contemporáneas que actualizan un estilo perenne al paso del tiempo.

Si bien es cierto que se desconoce cuál de todas las suites del hotel se quedaron Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones, el precio medio por noche de estas se encuentra en torno a los 1.234 € y los 2.817 €, según los comparadores de precios de viajes. Pese a que el lujo de las habitaciones también se traslada a las paradas gastronómicas del hotel, la pareja decidió elegir uno de los restaurantes más prestigiosos de la ciudad (y del país).
Cena de estrellas entre estrellas Michelin
La elección de ambos fue ni más ni menos que la propuesta gastronómica del chef Pedro Subijana. Toda una experiencia que comienza nada más cruzar las puertas del restaurante, viendo la ubicación en la que se encuentra. Porque si a Douglas ya le gustó el entorno de una playa urbana, quedaría fascinado frente a la situación de la alta gastronomía sobrevolando la costa cantábrica.

Comer en Akelarre no es barato, el precio por comensal alcanza los 370 € sin bebida si quieres probar el menú degustación Urteurrena. Ahora bien, merece la pena teniendo en cuenta que se trata de uno de los mayores estandartes del olimpo del listado Michelin de nuestro país, que lleva desde 2007 preservando las tres estrellas. Y porque se trata de uno de los menús más especiales configurados por el chef.

Traducido al castellano significa «Aniversario», así que de primeras, partimos de que no es un menú cualquiera: se trata de la forma en la que Pedro Subijana celebra sus 50 años en las cocinas de Akelarre. Este menú abre el paladar del comensal con una serie de entrantes donde podemos encontrar mantequilla krema con un pase de tomate, patata y jamón 5J. Seguido de microFoie de pato, consomé Gelée de pollo Lumagorri al curry; un pase de coliflor, huevo y caviar ecológico RIOFRIO Naccarii y queso idiazabal con antxoa.

Sabores de la tierra que dan paso a los sabores marinos con el xangurro, talo y cuajada y el pase de bogavante y kiskilla bajo una cubierta de arroz venere y sorbete de salpicón. Del mar a los productos de temporada, con la flor de alcachofa y su sopa con acelga y foie y la pilota de alubia de tolosa, chorizo, morcilla y piparra. Que conviven de nuevo con el txipiron relleno y el bonito de anzuelo, aliño especiado, sus huevas y pilpil de santolina oliva. Finalizando los pases del mar con el salmonete en fritura sobre mosaico de percebes y mejillones.
La carne entra en escena reconvertida en el «tête de ternera«, acompañado de ensalada gribiche y brotes de mostaza y la pechuga de pato blanco con cítricos y miniverduras. Finalmente, entre los postres se encuentran el recuerdo de la «tarta helada al whisky» y el café, chocolate y avellana.