12 de octubre en Madrid: dónde tomar el aperitivo después del desfile de las Fuerzas Armadas
El Paseo del Prado se viste esta mañana de gala. Miles de personas saldrán a la calle para celebrar la Fiesta Nacional y disfrutar del tradicional desfile del 12 de octubre, con el sobrevuelo de la Patrulla Águila y la presencia de los Reyes. Madrid se convierte en un hervidero de gente, colores y banderas. Y tras el desfile, llega uno de los momentos más esperados: el aperitivo. Porque si hay algo tan madrileño como el vermut, es disfrutarlo al sol después de un evento así. Te traemos una guía de lugares top y tradicionales, situados a lo largo del recorrido del desfile o muy cerca, donde tomar el aperitivo en Madrid.
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Dónde tomar el aperitivo el 12 de octubre en Madrid
El Buen
Con un nombre que no engaña, El Buen es uno de esos lugares donde todo sabe a casa, pero con un punto moderno y cuidado. Su estética combina lo tradicional con lo actual, y su carta apuesta por productos de temporada, frituras impecables y platos sencillos pero bien ejecutados. Aquí el vermut se acompaña de croquetas cremosas, tortilla jugosa y steak tartar recién hecho. Nuestro favorito para tomar el aperitivo en Madrid.
Berria Wine Bar
Para los amantes del vino, Berria Wine Bar es un paraíso en plena Plaza de la Independencia, frente a la Puerta de Alcalá. Con más de 2.000 referencias, es el lugar perfecto para dejarse aconsejar por sus sumilleres y descubrir joyas vinícolas de España y del mundo. Su carta de picoteo acompaña a la perfección: ostras, embutidos selectos, tablas de quesos y pequeños bocados de autor.
Ostras Pedrín
En la calle Gravina, Ostras Pedrín es el rincón secreto de los amantes del marisco. Pequeño, luminoso y con espíritu tabernero, este local se especializa en ostras gallegas y mariscos fresquísimos que llegan a diario. El ritual aquí es sencillo: pedir una docena de ostras, un vino blanco frío, quizá un albariño o un godello, y dejar que el sabor del mar lo diga todo.
La Gildería
Si después del desfile te apetece algo más castizo, dirígete hacia La Latina y busca La Gildería. Este pequeño local se ha ganado fama por hacer una de las mejores gildas de Madrid: aceituna, anchoa y piparra en perfecta armonía. Un templo del aperitivo tradicional, ideal para quienes disfrutan de la barra, el bullicio y las tapas de toda la vida.
Hermanos Vinagre
Y si quieres terminar la ruta con un toque gourmet, pásate por Hermanos Vinagre. Tienen varios locales en Madrid, pero el de Narváez es el más animado. Su carta rinde homenaje al aperitivo clásico con un toque actual: anchoas, mejillones en escabeche, gildas, ensaladilla y una cuidada selección de vermuts. Uno de los más míticos para disfrutar de un aperitivo en condiciones en Madrid.
Bar Vergara
El Bar Vergara, en el barrio de Salamanca, es de esos lugares que no necesitan reinventarse para seguir siendo imprescindibles. Su fachada, sus azulejos y su barra cuentan historias de décadas de aperitivos. Aquí el vermut de grifo es religión, y las gildas, con su toque justo de sal, vinagre y picante, son de las mejores de Madrid.
Bar Manero
Si el aperitivo tuviera versión deluxe, llevaría el nombre de Bar Manero. En su local de Claudio Coello, este espacio recrea la estética de los bares clásicos con un toque elegante y cinematográfico: lámparas doradas, azulejos envejecidos y una barra que parece salida de otra época. Su carta es una oda al producto: anchoas del Cantábrico, ostras, tortilla trufada, jamón ibérico y un vermut artesano que te transporta al Madrid de los años 50.
Casa Macareno
En Malasaña, Casa Macareno conserva la esencia tabernera con una estética actual y desenfadada. Su barra de azulejos, sus cañas servidas con precisión y su carta castiza, con ensaladilla rusa, boquerones, croquetas y callos, hacen que cada aperitivo se sienta como una celebración. El aperitivo en Casa Macareno conquista Madrid.
Barra Alta
En la calle Columela, Barra Alta ofrece una versión más gastronómica del aperitivo. Su cocina, dirigida por un equipo joven y creativo, apuesta por el producto de temporada y el detalle en cada plato. Desde unas simples alcachofas confitadas hasta un steak tartar o unas croquetas de jamón ibérico, todo está pensado para compartir y disfrutar.
Casa Canito
En pleno eje entre Retiro y Goya, Casa Canito es más que un bar: es una declaración de estilo urbano con raíces en la historia madrileña. Su propuesta de tapeo retro/moderno combina con naturalidad lo castizo con lo contemporáneo, sumergiéndote en una atmósfera cosmopolita donde conviven el pop, el rock y el Madrid más auténtico.
Caiño
En pleno barrio de Ibiza, Caiño es más que un vinobar: es un proyecto con identidad, espíritu y intención. Detrás de su propuesta está Carmen González-Llanos, quien ha cristalizado un sueño que entrelaza sus raíces gallegas, su paso por los medios y su pasión por la gastronomía. Eligiendo un local en la calle de Ibiza 35, decidió convertirlo en un espacio que rinde culto al vino, al picoteo bien pensado y al ambiente íntimo.
Barmitón
En un rincón encantador del barrio de La Latina, Barmitón conjuga tradición y creatividad con esa chispa que un buen aperitivo necesita. Situado en Calle Cava Alta, 13, este local se define como «Tragos cortos y sobremesas largas», y esa promesa se siente desde el primer momento: no es sólo parar para beber algo rápido, es permitirse saborear lo que viene después.
Casa Orellana
Con locales en Salesas y Chamberí, Casa Orellana es una oda al buen gusto. Su cocina, de inspiración andaluza, ofrece tapas elegantes y llenas de sabor: ensaladilla, salmorejo, gambas al ajillo o molletes de pringá. Todo en un entorno acogedor, con paredes color terracota, espejos antiguos y una atmósfera que invita a quedarse. Su vermut de grifo y su carta de vinos de Jerez completan una experiencia deliciosa.
Juana la Loca
Y para terminar, Juana la Loca, en la plaza de Puerta de Moros, La Latina. Su barra es una institución madrileña, y su tortilla de patata caramelizada, sencillamente legendaria. Aquí se vive el aperitivo con alegría, entre copas de vino, pinchos y risas. Es uno de esos lugares donde cada mediodía parece una fiesta improvisada, donde lo castizo y lo contemporáneo se dan la mano.