En su más reciente novela, La última princesa, Alaitz Leceaga vuelve a demostrar su capacidad para construir tramas envolventes en las que la intriga, los paisajes y los vínculos familiares se entrelazan con una profundidad emocional sorprendente. Ambientada en 1992, en la escarpada y brumosa costa vasca, la historia sigue a Nora Cortázar, una investigadora con un pasado turbulento que regresa a su pueblo natal, Lemóniz, tras la muerte de su madre. Lo que parece una simple visita familiar se convierte rápidamente en una compleja investigación criminal cuando aparece un cadáver en las instalaciones abandonadas de la central nuclear. Tras devorar su nuevo libro, charlamos con su autora, Alaitz Leceaga, para conocer cada curiosidad de su novela.

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‘La última princesa’, el nuevo libro de Alaitz Leceaga
La autora revela que la semilla de esta historia nació con su protagonista: «La idea de La última princesa comienza con Nora Cortázar, la protagonista. Me fascinó la idea de una investigadora que procede de un ambiente familiar muy complicado, y la sombra que esos secretos arrojan todavía hoy sobre ella; Nora Cortázar es la hija de un famoso asesino y ella escoge dedicarse a atrapar a personas como su padre; esa idea me fascinó por completo».
El escenario no es sólo un telón de fondo. Lemóniz, con su central nuclear y sus bosques milenarios, se convierte en un personaje más del relato. «En mis novelas los escenarios siempre tienen mucha importancia. El regreso de la protagonista a Lemóniz para asistir al funeral de su madre, coincide con el hallazgo de un cadáver en la central nuclear, son escenarios muy potentes para un thriller», comenta Leceaga.

Nora no es una investigadora cualquiera. Dotada de una memoria prodigiosa y una percepción aguda del mal, representa un tipo de heroína compleja y decidida. «Quería escribir una protagonista, una investigadora, capaz de llegar hasta el final arriesgándolo todo para descubrir la verdad. Esa es su motivación», afirma la autora.
La última princesa combina con habilidad el thriller psicológico con elementos de lo legendario y lo ancestral. «Los rituales antiguos o las leyendas locales están muy presentes en la novela», explica Leceaga. «Por un lado tenemos esa criatura de leyenda que parece que acecha a los personajes entre las sombras, y, por otro lado, tenemos una excavación arqueológica en la que se ha descubierto la tumba de la misteriosa princesa de la que habla el título».
Fiel a su estilo, la autora vuelve a explorar temas recurrentes como el peso de los secretos familiares, el dolor y las heridas del pasado. «Mis lectores habituales encontrarán en La última princesa todos los elementos de mis novelas anteriores: personajes con claroscuros, complejos y muchos secretos». Literariamente, reconoce influencias evidentes. «Adoro los libros de Carlos Ruiz Zafón, con esa atmósfera misteriosa y casi gótica. También soy una lectora apasionada de las novelas nórdicas criminales».
Alaitz Leceaga concluye con una invitación a sus lectores: «Me gustaría que los lectores quisieran acompañar a la protagonista de La última princesa a recorrer los bosques antiguos de la zona y adentrarse en las ruinas de la central nuclear para descubrir los secretos de este macabro crimen”»