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Sylvester Stallone: «Quiero volver a subir aquellos escalones y dar un puñetazo en señal de victoria»

Sylvester Stallone.
Sylvester Stallone. (Foto: Getty)
Ana Márquez
  • Ana Márquez
  • Mi sueño era convertir mi pasión en profesión, y lo conseguí. En cuanto terminé la carrera de periodismo entré en el mundo editorial y no he parado de escribir sobre moda, belleza, cine y estilo de vida para importantes cabeceras como COOLthelifestyle. Me encanta aprender y enseñar, tanto que soy docente de Periodismo Digital y Redes Sociales en Condé Nast College. Y como curiosidad, añadir que soy imagen de una crema facial de una conocida marca y es posible que me encuentres en algún 'beauty stand'.
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En mayo del próximo año llegará a España uno de esos libros llamados a marcar un antes y un después: las memorias de Sylvester Stallone. Más allá de la figura icónica que ha dado vida a Rocky Balboa o John Rambo, el actor neoyorquino se abre en un relato íntimo donde, como él mismo afirma, no sólo quiere repasar su carrera, sino dejar un testamento vital.

«Me he probado a mí mismo como actor, guionista y director. Pero este libro es mi testamento. Es la expresión de lo que quiero que sea mi legado», confiesa.

Sus palabras no suenan a promoción de unas memorias, sino a una declaración de intenciones: la de un actor que, tras décadas de éxitos y fracasos, ha decidido detenerse y mirar atrás, no con nostalgia, sino con la convicción de que todavía tiene algo importante que enseñar.

«Voy a quitarle el polvo a esa gastada gorra azul de fieltro y cartón»

Sylvester Stallone no sólo conoció la gloria, también el fracaso. Su infancia estuvo marcada por la precariedad, y en sus inicios llegó a dormir en estaciones y a aceptar papeles menores por necesidad. Tras el éxito de Rocky, Hollywood no siempre fue amable: películas como Rhinestone o ¡Alto! O mi madre dispara lo hundieron en la crítica y en las taquillas. A lo largo de su vida atravesó crisis económicas tan serias que incluso tuvo que vender su colección de relojes de lujo. Y, pese a todo, siguió en pie, demostrando que cada caída es sólo otro escalón que subir.

Sylvester Stallone
Sylvester Stallone. (Foto: Getty)

El gesto de «subir de nuevo los escalones» (esa icónica escena de Rocky en el Museo de Arte de Filadelfia) no es sólo una metáfora cinematográfica. Para Stallone es, en esencia, una filosofía de vida: la capacidad de levantarse, de resistir los golpes y de seguir en pie cuando suena la campana. Lo que para el espectador es una escena inspiradora en una pantalla, para él es un recordatorio de su propio camino, hecho de tropiezos, heridas y victorias personales.

Hoy, con casi ochenta años, el actor escribe desde la tranquilidad de quien ha sobrevivido a múltiples batallas: la personal, la artística y la de la industria de Hollywood. Sus memorias, que llegarán de la mano de Plaza & Janés, son la culminación de esa trayectoria.

Quizá ese sea el verdadero legado de Sylvester Stallone. No las películas que lo convirtieron en leyenda, ni los millones que recaudó en taquilla, sino la certeza de que, detrás del héroe de ficción, siempre hubo un hombre real dispuesto a enseñar que todos.

Sylvester Stallone: «Quiero volver a subir aquellos escalones y dar un puñetazo en señal de victoria»
(Foto: Plaza & Janés)

«Me he probado a mí mismo como actor, guionista y director. Pero este libro es mi testamento»

«Me he probado a mí mismo como actor, guionista y director. Pero este libro es mi testamento. Es la expresión de lo que quiero que sea mi legado. Voy a quitarle el polvo a esa gastada gorra azul de fieltro y cartón y voy a volver a volcar en la página todo lo que sé sobre la vida. Y ahora tengo un montón de años más. ¿Qué he aprendido sobre la vida? ¿Sobre el combate? ¿Sobre los Escalones? Muy sencillo. La excitación de subir al ring, de aguantar todos los asaltos y seguir en pie cuando suena la campana. Por eso estoy escribiendo este libro. Quiero utilizar todo eso y subir corriendo otra vez aquellos escalones, vivir esos momentos de liberación y éxtasis, y dar un puñetazo en el aire en señal de victoria; y estoy deseando acompañar a los lectores en ese viaje».

Hay en esta declaración algo más que memoria: hay una puesta en escena deliberada de la propia vida como relato heroico, y una invitación a compartirlo. Stallone no habla desde la vanidad, sino desde la humildad trabajada de quien ha conocido derrotas y las ha convertido en herramientas. Quitarle el polvo a la «gastada gorra azul» no es sólo recuperar un objeto, es rescatar una identidad forjada a golpes; convertir ese símbolo en un puente que conecta pasado y presente. Preguntarse «¿qué he aprendido…?» es poner la experiencia al servicio del otro: no es un catálogo de éxitos, sino una lección práctica sobre cómo sostenerse cuando la luz se apaga.