En el número 70 de la Gran Vía de Madrid ha habido una nueva apertura. No es una tienda de moda, pero muchos podrían haberlo pensado al pasear frente a su entrada unos meses atrás. «Quisimos hacer ese juego y llenamos el «escaparate» de maniquís con atrezzo de las actuaciones», comentaba Sandra Reyes. Ella – productora cultural – y su marido Carlos Ramos – creador de Corta el Cable Rojo – han dado una nueva vida al teatro que antaño fuese la sede de Chocita del Loro. Inaugurado como el Teatro Sofía, hoy abre paso al humor, la música, la comedia y la improvisación. Hemos levantado el telón y disfrutado entre bastidores para conocer la historia de este lugar.
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Todo comenzó hace 20 años
«Llegar a este teatro ha sido un proceso álmico«, decía Sandra nada más sentarnos a hablar, a escasas horas de inaugurar el teatro. Con una seguridad implacable nos dice que ella sabía que tenía que dirigir este teatro, cuya historia con este lugar comienza 20 años atrás, pero ahí debemos hablar de la historia de dos amigas con un sueño: poder convertir el teatro de la calle Gran Vía 70 en un umbral donde nacen las sonrisas. «Algo que tenía que ocurrir. Entiendo que la gente diga que hay casualidades, pero esto tenía que pasar».
Hace 20 años «este teatro nos llegó a mi y a una amiga que se llamaba Silvina. Nos imaginábamos aquí haciendo comedia, trayendo artistas de fuera… comedia, que es lo que se nos daba bien… a ella se la daba bien». Aquella intuición temprana se quedó suspendida en el tiempo: la oportunidad no llegó entonces y la imposibilidad de agenda levantó una frontera silenciosa entre el deseo y el destino de ambas. «Yo le dije: Silvina estoy en Cataluña. Y entonces se lo comentaron a Fran de la Chocita.»
Pero un duro traspiés seis años atrás hizo que esta historia tomase otro rumbo. «Hace seis años falleció de cáncer y antes de fallecer yo le decía: Silvina, ¿te imaginas que nosotras ahora hubiéramos tenido este teatro? Lo hablábamos tantas veces… que cuando ella falleció yo le decía a su marido que este teatro iba a ser mío. Lo sabía. Lo tenía clarísimo y lo sabía cada vez que yo pasaba por delante.»
Aunque el tiempo y el carisma llevarían décadas después a Sandra a cumplir aquel sueño y dirigir el teatro junto a Carlos. En la pared derecha del teatro, junto al escenario, una fotografía de Silvina observa a espectadores y actores. No es solo un retrato: es una presencia leve que custodia cada función y deposita en el aire un mensaje que todos parecen entender sin necesidad de pronunciarlo: «lo hemos conseguido.»
No adquirieron por aquel entonces el permiso de gestionar el teatro, pero los ciclos de la vida llevaron tanto a Sandra como a Carlos a permanecer ligados a su vida cultural. «Yo fui a este teatro durante este tiempo. Incluso Carlos actuó aquí siendo la Chocita», nos cuenta. Y Sandra llegó en estos 20 años a programar su oferta cultural: «Fran se veía tan apurado que me llamó un día y me dijo si las podía programar y le dije: pues claro, ¡no me digas más!»
Dos décadas de idas y venidas con este lugar hasta que una llamada cambió el rumbo del destino de Sanddra y Carlos. «Yo estaba pendiente del teatro y en una de estas lo comenté en un grupo y una chica me dijo que su suegro tenía contacto con los del teatro. Con una llamada tuve un hotel con el hotel Catalonia» la propiedad del teatro. «Cuando venimos a hacer la visita ya tenían varios “novios”, pero el director les dijo a los de Catalonia: Yo quiero a esta chica, me voy a llevar muy bien con ella. Y él lo tuvo claro».
Tras varias reuniones, propuestas y gestiones, llegó la oportunidad. «Yo sabía que había gente haciendo propuestas muy potentes, pero sabía que nos iba a tocar a nosotros». Según nos cuenta, esta fue la misma sensación que les ocurrió al asumir la gestión del Teatro Muntaner de Barcelona.
«Entré y dije: esto va a ser mío. Estaba en el barrio donde nacieron mis padres, donde trabajaba mi padre. Ahí estuve también viviendo cuando me independicé» y un año atrás adquirieron el permiso para poder gestionar este teatro. Se convirtió así en su primer proyecto de gestión de un teatro y solo un año después, podemos asistir a la inauguración del segundo: el Teatro Sofía.
- Pregunta: ¿Qué es para ti la comedia?
Respuesta: Se me pone la piel de gallina… yo lloro. Cuando veo la reacción de la gente, lo que se puede llegar a ayudar con la risa… el que hace el esfuerzo de salir de casa, comprar una entrada e ir al teatro hace que nosotros tengamos conciencia de que tenemos que devolverle ese esfuerzo dándole un buen rato. Soy consciente de lo que cuesta vender una entrada, porque no es fácil, hay muchos teatros. Viendo lo que cuesta, los ensayos, toda la entrega de los artistas… Concebimos el teatro como una familia y cuando ves que el esfuerzo se refleja en las risas del público… solo lloro.
- P: ¿Cómo conseguis atraer a esa gente?
R: Nosotros nos vamos a diferenciar porque vamos a producir nosotros: el porcentaje mayoritario a medio plazo va a ser producción propia. Es la manera de permitirte que puedas invertir más en este sector. Aparte, tenemos algo que no tiene nadie más en la Gran Vía que es que vamos a servir, no solo bebida, sino que vamos a tener un Dinner Box con comida. Hay espacios con espectáculo en los que puedes cenar, pero teatros como tal, ninguno.
Espectáculos propios y externos
Abrir un teatro implica retos: reformas, preparación de espectáculos, búsqueda de actores, configuración de los servicios técnicos… Papeleo y horas, muchas horas, que no han sido especialmente abundantes en la preparación de la apertura del Teatro Sofía: «Solo hemos tenido un mes».
¿Alguien dijo que esto iba a ser un impedimento? Porque ese tiempo ha sido suficiente para dar forma a este teatro que contará con dos plantas, casi 300 plazas y una oferta gastronómica que hacen únicas cada experiencia que se viva en su interior. Hablamos, eso sí, de forma y sentido a una obra principal dispuesta a alegrar, divertir y celebrar la comedia: «En un mes hemos producido un espectáculo y dado forma al teatro. Solo se puede hacer teniendo un equipo maravilloso de gente y artistas profesionales y entregados». Entre sus nombres encontramos a Luis Cao, Rubén Tejerina, Patricia del Olmo y Raúl Massana.
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La temporada arrancará con Clap, el nuevo espectáculo del creador y director de Corta el Cable Rojo, Carlos Ramos. Una fiesta de humor y música que empieza con las sugerencias del público y acaba con su aplauso. Una palabra, una emoción, una idea lanzada desde las butacas… y los artistas transforman esas propuestas en canciones y escenas improvisadas, cargadas de energía, sorpresa y chispazos emocionantes. Consistirá en cinco actuaciones musicales basadas en preguntas al público, entrando en estilos diversos elegidos por el público, porque aquí el espectador siempre tiene la razón.
Pero la programación aún aumentará. «Tenemos de todo, hay algunos que se estrenarán en diciembre, otros que son itinerantes, algunos que van a tener un par de funciones a la semana. Lo único es que será todo comedia».
El dúo de la comedia española
Sandra es una mujer entre bambalinas, de las que sacan en la sombra la luz de grandes espectáculos. Aunque su historia en la comedia también es una de esas que merecen ser contadas. Cuando preguntamos a Sandra sobre sus inicios en el mundo del espectáculo nos responde: «Yo no tenía nada que ver, era profesora de educación física, pero entré porque conocí a Carlos. El vino a actuar a Cataluña, en Gerona, me enamoré y lo dejé todo.»
Ahí comenzó a programar comedia hasta convertirse «en una de las programadoras de comedia más importantes de España. Llegó un momento que tenía 50 locales por todo España, llevábamos cómicos todos los días… fue muy bestia», espeta. Un carácter innato para una persona tan perfeccionista. «Entendí que los locales tenían sus derechos, pero los cómicos también y ambos debían tener sus obligaciones. Yo local que no cumplía esas normas, dejaba de trabajar con ellos. En ese momento era algo vergonzoso.»
Lo suyo es dirigir, pero no por ello reniega de las ocasiones en las que puede ponerse frente al gran público «una vez al año me subo al escenario para actuar frente al público en un coro. Me llamó una amiga para empezar y le dije que si quería contar conmigo íbamos a hacerlo a lo grande e ir al edificio EDP». Ya es la tercera edición de este impresionante coro y este año la actuación tendrá lugar el 22 de diciembre.
Sobre el escenario, y al unísono, 60 voces marcan la llegada de la recta final navideña interpretando bandas sonoras de películas, musicales y canciones populares. En ese contexto aparece una de las protagonistas de Clap. «Patricia, una de las que actúa en Clap, es la directora musical de ese coro», cuentan.
Y su participación en el proyecto fue casi accidental: «Un día quedamos a comer, estábamos viendo el casting de Clap y le dije: ‘súbete y cántate algo’. Total que se sube y empieza a rimar y Carlos y yo nos quedamos alucinando». Pero las casualidades parecen no querer abandonar este lugar. «Vuelve otra vez el círculo porque su profesor de improvisación (el de Patricia) hace 20 años fue Luis Cao, que es ahora su compañero de escenario.»
Espectáculo, también para el paladar
La improvisación no será la única herramienta que juegue con el factor sorpresa dentro del Teatro Sofía, han sabido dar con la clave para dar cierto sabor a su espectáculo. Todo gracias a un aspecto diferenciador: la gastronomía. Y es que el Teatro Sofía se ha convertido en el primer y único teatro de la Gran Vía en tener disponibilidad de cenas para los asistentes a los espectáculos. Las Dinner Box, que irán cambiando según el tipo de espectáculo y la época del año. Esto es posible gracias a la colaboración entre el teatro y el restaurante colindante Pulso by Eboca.
