Cuando el patrimonio supera los miles de millones, el dinero deja de ser sólo dinero y se convierte en poder, control, legado… y conflicto. La sucesión de Isak Andic, fundador de Mango y hombre más rico de Cataluña, con una fortuna estimada en 4.500 millones de euros según Forbes, es hoy uno de los casos más delicados (y fascinantes) del capitalismo familiar español. Una historia que mezcla lujo, derecho sucesorio, tensiones familiares y una investigación judicial abierta. Un relato que, por momentos, parece más propio de una serie de true crime que de la crónica empresarial tradicional.
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El último movimiento: cinco veces más de lo pactado
Según ha publicado El País, los hijos de Isak Andic (Jonathan, Judith y Sarah) han puesto sobre la mesa una oferta muy superior a la inicialmente prevista para Estefanía Knuth, la pareja sentimental del empresario durante los últimos seis años de su vida. De los cinco millones de euros fijados en el testamento firmado ante notario en julio de 2023, se ha pasado a una propuesta cercana a los 27 millones de euros, es decir, más de cinco veces la cantidad original.
Este principio de acuerdo llega tras casi un año de enfrentamiento y negociaciones fallidas, y después de que Knuth activara una reclamación previa ante los juzgados civiles, paso obligatorio antes de acudir a juicio a través del MASC (Medio Adecuado de Solución de Controversias). El conflicto, según la publicación, ha deteriorado profundamente las relaciones familiares.
No estaban casados, pero eran pareja de hecho. Y ahí reside una de las claves jurídicas del caso.

La ‘cuarta viudal’ y el derecho sucesorio catalán
La reclamación de Estefanía Knuth se apoya en una figura propia del derecho sucesorio catalán: la cuarta viudal. Este mecanismo permite al viudo (o equivalente legal, incluidas las parejas estables) reclamar hasta una cuarta parte de la herencia si acredita que lo necesita para mantener un nivel de vida similar al disfrutado durante la convivencia.
Knuth llegó a reclamar hasta 70 millones de euros. La cifra final que se negocia ahora, cercana a los 27 millones, parece situarse en un punto intermedio que permitiría cerrar el conflicto sin juicio… aunque no sin cicatrices.
La muerte de Isak Andic bajo investigación
El contexto añade una capa aún más oscura al relato. Isak Andic falleció el 14 de diciembre de 2024 durante una excursión por la montaña de Montserrat, acompañado por su hijo Jonathan. Aunque la hipótesis principal sigue siendo la de un accidente, un juzgado de Martorell mantiene abierta una investigación para esclarecer las circunstancias del fallecimiento.
Estefanía Knuth figura como testigo en la causa. Y la policía considera al primogénito sospechoso de un presunto delito de homicidio, aunque no se han producido imputaciones formales. De nuevo, los ingredientes clásicos del true crime: dinero, familia, poder y una muerte no del todo cerrada.

Cuando la herencia se convierte en campo de batalla
Lejos de ser un caso aislado, la herencia de Isak Andic ejemplifica una realidad incómoda en las grandes fortunas familiares. «Más del 70% de las familias pierden su riqueza en la segunda generación y el 90% en la tercera», nos explica Ramón Alfonso, socio fundador de Norz Patrimonia, firma especializada en planificación patrimonial y traspasos generacionales.
Ante cifras tan contundentes, Alfonso es claro: «La primera pata del éxito es que quienes han creado el patrimonio tengan voluntad y capacidad de gestionar la sucesión». No basta con acumular riqueza; hay que saber soltar el control a tiempo, estructurar el legado e involucrar a las siguientes generaciones antes de que sea demasiado tarde.
En patrimonios de este calibre, el conflicto rara vez es sólo económico. «He visto familias donde los hijos tienen que pasar filtros de formación para poder gestionar el patrimonio. No por ser hijo vas a ser exitoso. No es algo genético», subraya Alfonso.
La herencia, explica, debe entenderse como una empresa: con presupuestos, objetivos, controles y planes de contingencia. «El valor del dinero no es lo que compras hoy, sino el capital que puedes invertir para crear valor añadido en los próximos cinco o diez años».
Cuando esto no se planifica, el dinero amplifica los errores, las tensiones personales y los desequilibrios emocionales.
Nuevos ricos, viejas fortunas y herederos bajo presión
Otro factor clave es el perfil del heredero. «Te encuentras dos tipos de personas: quien ha construido fortunas en cinco o diez años y es capaz de absorber la herencia y avanzar, y el nuevo rico que se desmadra», explica Alfonso. Los hijos, añade, suelen reproducir (para bien o para mal) los comportamientos de la primera generación.
En este contexto, la figura del albacea, del comité de inversiones o incluso de tutores patrimoniales se vuelve crucial para evitar decisiones impulsivas: vender activos estratégicos, romper equilibrios fiscales o dilapidar el legado.
El factor fiscal: dónde resides importa más que dónde está el dinero
En España, la herencia también es una cuestión geográfica. «Lo determinante no es dónde está el patrimonio, sino dónde resides fiscalmente», recuerda Alfonso. Comunidades como Madrid, Navarra, País Vasco o Asturias ofrecen condiciones muy distintas frente a Cataluña, situada en la franja alta de tributación.
Un caso que va más allá de Mango
La herencia de Isak Andic no es sólo la sucesión de un empresario de éxito. Es un espejo de los riesgos que acechan a los grandes imperios familiares cuando el fundador desaparece: conflictos legales, disputas emocionales, exposición mediática y, en este caso, una investigación judicial que añade un componente muy de true crime.
El acuerdo con Estefanía Knuth, si finalmente se cierra, pondrá cifras al conflicto. Pero difícilmente cerrará la historia. Porque cuando se mezclan poder, dinero y familia, el legado no se mide sólo en millones, sino en la capacidad (o incapacidad) de preservar lo que realmente importa: la continuidad del imperio y la paz entre los herederos.
