Para Carlos Alcaraz, París ha sido escenario de grandes momentos y, por ende, de grandes celebraciones. Porque ganar un quinto Grand Slam con 22 años y hacerlo en una de las pistas que hoy lleva la huella de uno de nuestros deportistas más vitoreados merece una celebración a la altura del momento. Entre las muchas cosas buenas que están compartiendo ambas generaciones del tenis español, una de las más singulares es su elección de hotel. El Villa Marquis Meliá es todo un amuleto tanto para Alcaraz, como para Nadal, pues ambos deportistas se han alojado en él y su interior ha sido testigo de la celebración de sus Roland Garros.
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Todos los momentos tras ganar sobre una de las pistas más importantes del tenis mundial podemos imaginarnos cómo son: celebraciones con amigos y familia, recopilaciones de los mejores momentos… En definitiva, todo lo que recogen las imágenes del último post de Carlos Alcaraz. Claro que todas estas celebraciones tienen un mismo escenario común y es el hotel.

Aunque Villa Marquis Meliá parece estar más que experimentado en dar cobijo a ganadores. Porque también era la sede en la que Nadal y todo su equipo pasaban las jornadas previas a la gran competición de Roland Garros.
Podríamos decir que incluso se ha convertido en el amuleto de la suerte de los jugadores españoles. Y el último en demostrarlo ha sido Alcaraz. Después de casi cinco horas y media peleando contra el marcador en la tierra batida, el jugador hizo del hotel su campo de celebración. Ahora bien, ¿qué tiene este hotel que lo hace tan especial?
Sello mallorquín en París
El hotel Villa Marquis no es sino otra de las semillas del gran conglomerado de hoteles de lujo de Meliá, originarios de Palma de Mallorca. Quizá en esta coincidencia de orígenes encontramos el motivo por el que Nadal escogió este hotel y por el que Alcaraz tomó el relevo.
De hecho, este hotel discreto, elegante y situado en el Triángulo de Oro parisino, pertenece a la colección de Meliá, cadena con la que hoy Nadal ha lanzado sus hoteles ZEL. Claro que mucho antes de que esto ocurriese, concretamente más de una década atrás, este hotel hacía de embajada española del tenis durante la competición. Y lo sigue siendo.
Ahora bien, su origen y la vinculación al tenis no es lo único destacable de el Villa Marquis Meliá. Al menos, no es lo que más ha enseñado Alcaraz en su post: fueron las impresionantes vistas.
En el cruce del lujo de Alcaraz
Alzado de forma discreta entre las calles parisinas, Villa Marquis Meliá respira el encanto de la Ciudad de las Luces en cada elemento de su identidad. Su fachada, edificada en 1823 tomó como inspiración la geometría de la Torre Eiffel, que hoy puede verse desde su azotea. Acorde al entorno que la rodea, en pleno distrito 8, en lo que hoy conocemos como el Triángulo de Oro. Alrededor, tiendas de lujo, cafés parisinos y un escenario propio de la película Midnight in Paris.

Claro que esa no es su única ventaja, porque este hotel supone un enclave estratégico donde la accesibilidad y la tranquilidad se entienden a la perfección. Y es que, pese a estar en una amplia calle junto a los Campos Elíseos y cerca del Arco del Triunfo, la discreción de la misma facilita a los jugadores los traslados al campo de Roland Garrós.
De puertas para dentro, el alma bohemia y artística conecta las zonas comunes y las habitaciones, encapsulando el encanto parisino con elegancia. Distribuido en cada estancia de este pequeño idilio urbanita de sólo 65 habitaciones, íntimo, discreto y elegante.

Fusión gastronómica
También la gastronomía es uno de los puntos fuertes de este hotel y que también Carlos Alcaraz nos ha mostrado junto a su grupo de amigos. Todos ellos fueron testigos de cómo el murciano alzaba el trofeo. El restaurante Dos Almas hace honor, con creces, a su nombre. Porque su gastronomía recrea una combinación explosiva de pasión española y arte culinario francés que da como resultado una experiencia suntuosa, innovadora y aventurera. Un viaje culinario a través de una emocionante mezcla de sabores.

Todo orquestado por el chef Borja de Diego, jefe de cocina del restaurante y el encargado de acercar la elaboración más característica de nuestra gastronomía a las elaboraciones y sabores franceses: las tapas. De modo que su menú recrea la esencia de las tapas españolas con la alta gastronomía francesa. ¿El resultado? Un viaje franco-ibérico trasladado a sus comensales en cada servicio.