Dolores Nicolás y Blanca De la Cierva quedan conmigo un poco antes de su desfile en la MBFWM y aunque no se trata de un desfile cualquiera, porque supone nada más y nada menos que su debut en la pasarela madrileña, lo cierto es que se las ve en calma, esa tranquilidad que se tiene cuando se tiene claro que el trabajo es tan impecable, que nada puede salir mal. Una madre y una hija con una sintonía única que idean para una marca que llevan sus apellidos y que ha conseguido estrenarse en la Fashion Week de Madrid con un incandescente destello aristocrático y vanguardista a la vez.
Lachryma Spring 2025 es una oda a las emociones y a la belleza fugaz que se produce en ese controvertido instante en el que las lágrimas afloran desde el interior de nuestro ser. Esta marca familia (hecha para mujeres por mujeres, como ellas mismas me recalcan mientras charlo con ellas) ha hecho de los volúmenes arquitectónicos, los plisados a la vieja usanza (al más puro estilo del Delphos de Fortuny ) tejidos ricos y naturales y las siluetas sugerentes, sus grandes aliados para un triunfo total sobre la pasarela de IFEMA.
DALE AL PLAY y descubre todos los detalles de la colección con la entrevista que le hice en backstage a las alma máter de esta firma murciana de amplia trayectoria que ha dado toda una lección de elegancia, distinción
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«Tenemos un respeto absoluto a los grandes maestros y de los que por supuesto hemos aprendido y a la al patronaje bien hecho, a la costura»
Una firma desde el corazón de Murcia con alma enteramente femenina
Dolores Nicolás, alma mater de la firma, comenzó a trabajar durante los veranos de su adolescencia junto a su madre Rosa, modista de profesión, para más tarde, emprender sus estudios de corte y confección a distancia desde Murcia, su ciudad natal. Gracias al apoyo de su madre, Dolores crea su propio negocio en 1988, contando en la actualidad con una estructura empresarial formada por veinte profesionales, entre patronistas y cortadores, un equipo de comunicación y showroom, estilistas y tres personas clave en la marca: su marido, Julián de la Cierva, quién se encarga de la gestión y administración y sus dos hijas, Blanca y María, cuyos papeles en la empresa vienen marcados por la especialización.
La sintonía que tienen se patente y quizás, una de las grandes claves de su éxito. Si le das al PLAY más arriba, puedes disfrutar de la entrevista con ellas en backstage. «Trabajamos bien juntas. Es la primera vez que hemos hecho la colección madre e hija y ha habido un entendimiento brutal y muy, muy buena sintonía. Es verdad que por ser, quizá por la complicidad de ser madre e hija, nos hemos entendido bien, porque no hay rivalidades. No es como colaborar con otro diseñador. O sea, aquí el equipo lo hacemos ella y yo, que al final es uno. O sea que complementamos y nos complementamos muy bien», nos cuenta emocionada Dolores bajo la atenta mirada de su hija, otra de las caras visibles de la marca.
La nueva colección de la marca que ya enamora a aristócratas como Isabelle Junot
Cada pieza de esta propuesta, compuesta por 35 looks, ha sido construida como un poema tejido con hilos de sentimientos y pretende reflejar los diferentes estados de ánimo que sentimos y exploramos, que provocamos o reprimimos antes de romper a llorar. Y es el delicado rastro de
esta gota salada lo que da origen a esta colección confeccionada artesanalmente con la introducción de procesos tecnológicos de última generación.
La euforia de la felicidad, la melancolía de la tristeza, la furia de la rabia son algunos de los matices que, a través de los diseños, capturan la diversidad de siluetas, tonalidades y técnicas de la propuesta. En cuanto a los tejidos y materiales, la firma apuesta por la técnica del ‘moulage’ para conseguir volúmenes que emergen como suspiros, evocando la fragilidad o la fuerza de las lágrimas.
Tejidos como el doble gazar de acabado nacarado, el falso tweed y las gasas bordadas con filamentos de fibra de vidrio que se convierten en reflejos vivos del movimiento de las lágrimas, recreando su belleza efímera, su poderoso significado emocional y su brillo.
Destacan en esta colección, además, los tules impresos en forma de velo y la introducción procesos tecnológicos mediante el trabajo de materiales sostenibles fabricados a partir de botellas de plástico reciclado. Inspiradas por las formas únicas en que nuestras lágrimas cristalizan bajo el microscopio, los colores de esta colección fluyen entre el blanco más puro
hasta el riguroso negro, pasando por el rojo, los tonos arena, el azul cerúleo, ultramarino, tormenta y gris payne. Esta colección es un recordatorio de la esencia misma de nuestra humanidad: nuestra capacidad de sentir, de amar, de llorar y de encontrar alivio incluso en los momentos más oscuros, para abordar la belleza efímera y su poderoso significado emocional.