Hablamos de toros con Cayetano Rivera: «No tardaré mucho en retirarme y espero que el legado acabe en mí»
Hablamos de toros con Cayetano Rivera. Una figura del toreo que vive como torea y torea como es. Con temple y personalidad. Por sus venas corre sangre de tres legendarias dinastías taurinas: los Ordóñez, los Dominguín y los Rivera. Ser hijo de Francisco Rivera, ‘Paquirri’ y de Carmen Ordóñez, nieto de Antonio Ordóñez, bisnieto de Cayetano Ordóñez, Niño de la Palma, y sobrino nieto de Luis Miguel Dominguín le ha marcado su vida, sin duda, como él mismo reconoce en una entrevista con Coolthelifestyle. «Es un hecho insólito. Sí, soy el único torero en activo de cuarta generación. Algo que me genera una gran responsabilidad y a la vez motivación. Los apellidos influyen, claro que sí; pero yo intento ser yo mismo, y no copiar el toreo de nadie».
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Reconoce que «procura llevar el peso de los apellidos de sus mayores con orgullo y dignidad y busca siempre estar a la altura». El listón es alto, pero Cayetano torea bien, en la vida y en el ruedo. Tiene torería por los cuatro costados. «Mi padre y mi abuelo han sido grandes genios», sonríe, aunque su mirada es triste. Su padre murió en Córdoba, tras una cornada de Avispero en la plaza de Pozoblanco, cuando él era un niño de siete años el 26 de septiembre de 1984.
Antonio Cayetano Rivera Ordóñez (Madrid, 13 de enero de 1977) es matador de toros por decisión propia. Es un torero tardío. Se vistió de luces por primera vez en su querida plaza de toros de Ronda – el lugar del mundo donde más le gusta torear- cuando ya había cumplido los 28 años. Debutó tarde y triunfó pronto, pero su trayectoria fue irregular. Como a otros muchos toreros, las cornadas y la vida misma le obligaron a retirarse y a reaparecer a lo largo de varias temporadas. Liderar el escalafón taurino nunca le quitó el sueño. «Tuve la suerte de poder formarme como hombre antes que como torero y tomar así las decisiones por mí mismo», explica satisfecho con sus tempos vitales.
Con el Valle de Los Caídos de fondo, en mitad del campo madrileño, a sus 45 años, Cayetano Rivera comenta y confiesa que ya piensa en su retirada definitiva. «Esta vez cuando me vaya, sí que será la definitiva y, por supuesto, me despediré en Ronda», aclara durante esta entrevista, sentado bajo la amenaza de lluvia – que se hace realidad durante unos minutos- y con algo de frio. Una entrevista realizada en la finca Jaral de la Mira de Madrid, propiedad de la familia Sandoval. La retirada está cerca pero no es inminente. «No será el año que viene. Lo decidiré al final de cada temporada», precisa para evitar dudas.
Su tío político, el maestro Curro Vázquez, desea y así lo cuenta «que se retire cuanto antes para que disfrute de la vida». Curro es su maestro; le acompaña y le apodera. Muy amable, responde a COOL y cuenta que Cayetano «es un gran tipo, y es buena gente, por eso todo el mundo le quiere», cuando le preguntamos por cómo es su sobrino.
Es apuesto y educado. Estudió cine. Habla tres idiomas, colecciona arte contemporáneo, fue modelo ocasional con Armani y derrocha personalidad. Tiene raza frente al toro. Un raza que quizás por genética heredó de su padre, ‘Paquirri’, aunque él, en broma, opina que no… «¿La raza de ‘Paquirri’?», se pregunta con ironía. «No, la raza es mía, que para eso me cuesta tanto trabajo sacarla», responde con sarcasmo. «Los genes se dejan ver en algún momento; pero no todo viene de serie, hay que trabajar», dice en un mensaje que no puede ser más claro.
La larga entrevista, dura media hora, es al aire libre. Sentados en dos silla de enea, hablamos con calma de toros y de sentimientos. «¿Qué es ser torero?» , le preguntamos si es un privilegio al alcance de unos pocos. Cayetano lo piensa y responde que él lo tiene claro. «Ser torero conlleva un gran esfuerzo y un mínimo de capacidad. Es una profesión muy difícil y dura. Por eso hay tan pocos toreros. Y una profesión que yo no la quiero para mis seres queridos», apostilla… Un dato revelador, desde luego. «Yo intento disfrutarla, me aporta muchas emociones…pero sé que no dura toda la vida».
Cayetano Rivera durante los meses de temporada taurina se entrena y se prepara de manera poco convencional. No hace demasiados tentaderos de vacas en el campo, -costumbre muy habitual entre los toreros- dice que para no «atorarse». Porque a él cuando torea le gusta improvisar, sentir, y crear delante del animal. «Necesito la parte inspiracional , de emoción. Si durante el inverno toreo muchas vacas, cojo oficio, sí; pero pierdo frescura», argumenta. Le apasiona hacer deporte y tanto esquiar como escalar forman parte de su hoja de ruta de entrenamiento.
Hay una manera de vivir peculiar que sólo ellos -quienes se ponen delante del toro- conocen y disfrutan: ‘Vivir en torero’. «Yo claro que ‘vivo en torero’, pero a mi manera. Tengo otra vida mas allá de los toros aunque el toreo siempre lo tengo en mi cabeza. La concentración es máxima durante la temporada», continúa con la conversación sobre su rutina . Una rutina que estos días empieza a relajarse porque el diestro está de vacaciones. A partir del 15 de octubre que toreó la última en Zaragoza. Y «como no tiene pensado ir a América», ahora toca «descansar y coger fuerzas para el próximo año». Y dejarse barba de nuevo, quizás. Se afeita sólo en temporada.
Hablamos de sentimientos y emociones y preguntamos a Cayetano qué se siente cuando está la plaza llena, con más de 20 mil personas en pie, aplaudiendo una gran faena tras cuajar un buen toro. Algo que, por cierto, no es nada fácil de lograr porque hay muchos factores externos que condicionan el triunfo en una tarde toros, como por ejemplo el viento. La respuesta es difícil y así lo dice; medita unos segundos y responde con palabras de gran trascendencia. «Pues… se juntan muchas cosas, muchos sentimientos y la adrenalina que tienes en ese momento es máxima. Cuando estás frente al toro es un momento mágico, incomparable a cualquier otra cosa que haya podido sentir en mi vida. Por el riesgo. Es difícil de describir, porque es un momento en el que uno está dispuesto a que ocurra lo que sea… No sé si habrá otras profesiones así….Es cuestión de fe y esa fe es la que te hace estar por dentro como en una montaña rusa de la que a veces no te quieres bajar y otras no quieres subir.»
Le preguntamos también, si incluso ha llegado a llorar de emoción delante del toro. «He sentido emoción por lograr una buena faena, por lo que me ha costado… y he llorado, sí, y he sentido pena incluso por la muerte de algún toro… Nosotros no nos hacemos toreros para matar al toro, no es nuestro fin; somos toreros para torearlo», responde rotundamente.
El quid de la cuestión es precisamente ese. Los que cuestionan la Fiesta quizás no saben que el ganadero y el matador son quienes más aman al toro. Quizás ese mensaje se desconoce . Cayetano charla con naturalidad sobre los animalistas y los antitaurinos y los distingue claramente.
Animalistas y antiraurinos
¿Los animalistas pecan de ignorancia, preguntamos al maestro, y por eso los quieren eliminar…? «Yo distingo animalista de antitaurino. Los activistas en contra, que se manifiestan y atacan e insultan, viven en ignorancia de lo que supone el toro. El antitaurino es simple, quiere acabar con la Fiesta y no merece la pena perder el tiempo con él porque no razona y no va a cambiar nunca de idea. En cambio, el animalista, el que protege al animal, debe de entender que la única manera de mantener la continuidad del toro como especie (está en peligro de extinción) es dando espectáculos taurinos. Si no hay espectáculos, el animal como tal desaparecerá. Cuando entiendan eso los animalistas, seguro que cambian de idea». «Pensar que yo pueda sentir odio o desprecio hacia el toro, es una idea muy simple. Nosotros respetamos y admiramos al toro», aclara para que nadie tenga la menor duda.
La gente joven vuelve a los toros y cada vez cierran más plazas. Una paradoja. «A corto plazo creo que los toros no van a desaparecer; de aquí a 50 años ya no sé. Habrá menos corridas, eso sí, pero desaparecer, lo dudo. El toro es un animal fantástico. Significa valor, fuerza coraje y nos representa como país», opina este torero, bisnieto del fundador de la dinastía Ordoñez, la más poderosa del siglo XX, con gran prestigio cultural y taurino.
Llega la pregunta más esperada en una entrevista con un matador de toros. ¿Más miedo al miedo o al toro?. Otro significativo silencio, -y algo más de frío en la mañana de viernes en la sierra de Madrid-, antes de responder con honestidad. «Miedo a la responsabilidad, a que no pase nada. Uno es torero y hay que asimilar el riesgo que corres… si no, búscate otra profesión. Es un riesgo que debemos asumir. La mayor preocupación, al margen de la integridad física, es conseguir cosas… los sueños… Es difícil el triunfo, porque tienen que darse muchas cosas: que no haga viento, que salga un toro con bravura, que el publico esté con ganas…Es muy difícil, por eso si ocurre,… ¡es algo tan grande!»
Estamos a punto de finalizar y hablamos de un altar con el que el diestro viaja siempre . ¿La fe le ayuda?, Cayetano. «Uno tiene que tener fe en sí mismo. Uno tiene que trabajar y ganar esa confianza; soy creyente a mi manera… y me acompaña el sentimiento de los seres queridos que ya no están…», confiesa con cierta melancolía. Es huérfano de padres. Su madre falleció en 2004.
Su hijo
¿Le gustaría ser padre de torero?, es la pregunta obligada a un matador de toros en cuarta generación. Tres dinastías legendarias le preceden. Y preguntamos a Cayetano Rivera por su hijo, por la tradición y por la continuidad del legado familiar taurino. «En absoluto, responde rápidamente. Intentaré que no sea así». ¿La tradición entonces no continua?, insistimos. «No, yo quiero que mi legado termine conmigo… y no voy a cambiar de opinión».
«Yo no le puedo obligar a mi hijo a que sea lo que yo quiero que sea, porque deseo que sea feliz haciendo lo que él sienta, pero se lo voy a poner difícil. A mí me mandaron a Suiza pero yo, si llega el caso, le voy a tener que mandar mas lejos». No bromea. Lo dice en serio. No quiere que su hijo Cayetano sea matador de toros en quinta generación bajo ningún concepto. Y no piensa cambiar de opinión.
Ya para concluir comentamos la elegancia del abuelo Ordoñez, su empaque, y majestuosidad…»Es maestro de maestros , el reconocimiento es máximo», comenta con el orgullo de quien lleva su misma sangre. «En fin, el toro nos ha dado mucho pero mi familia también le ha aportado mucho al mundo del toro». «Yo estoy intentando ser yo mismo, más allá de los genes; y me he fijado en ellos pero uno tiene que expresarse a su manera para no ser una mala copia…»sentencia. Está claro. Derrocha personalidad y pundonor.
Ronda, para finalizar. «Ronda es mi casa, la plaza mas especial porque he crecido allí y por lo que ha significado para nosotros, es en la plaza que más me gusta torear y espero retirarme allí , porque allí es donde empezó todo el 9 de septiembre de 2006 y quiero que allí termine». Sería su última Goyesca y la última de su legado familiar. ¿Quién lo sabe?…