En plena temporada navideña, Madrid vibra con ese brillo cálido que sólo diciembre sabe conseguir. Entre el bullicio elegante de Galería Canalejas, donde turistas y madrileños pasean bajo luces impecables, un pequeño espacio desprende una energía distinta: íntima, artesana, casi silenciosa. Es el universo de Maese Place, la joven firma de bolsos y complementos que ha logrado algo poco habitual: devolver al lujo su significado original.
Es aquí donde nos espera Teresa Fernández Ramos, su fundadora, rodeada de bolsos de líneas limpias, cinturones que huelen a piel recién trabajada y piezas esmaltadas que parecen haber sobrevivido a otra época. Habla con la serenidad de quien sabe que su proyecto no nace de una estrategia, sino de una verdad. Su marca cumple apenas unos meses, pero su vocación viene de mucho más atrás.
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Bolsos con alma, oficio y una historia que contar
Todo empieza en su casa. En su madre, artista multidisciplinar que la hizo crecer entre museos, pinceles y talleres. «Ella me inculcó desde pequeña la admiración por los oficios», recuerda Teresa. Lo curioso es que tardó años en comprender la dimensión real de ese aprendizaje. El clic, llegó en París.
«Mi madre es artista y me inculcó desde pequeña la admiración por los oficios. No entendí lo valioso que era hasta que crecí y lo vi con otros ojos».
En la capital francesa descubrió algo que la marcó: «Los franceses sienten un orgullo enorme por su saber hacer. Y pensé: si yo he conocido desde niña talleres maravillosos en España, ¿por qué no contarlo?».
La marca nace justo de ese impulso y al revés que la mayoría. «Primero llegó el mensaje y luego el producto», explica. Antes que un bolso, antes que un cinturón, estaba la necesidad de comunicar. De contar.
«Lo que nos diferencia es que el mensaje vino primero y el producto después».

Ubrique como esencia y el primer producto como homenaje
Cuando decidió que esa historia necesitaba un objeto, la respuesta estaba muy cerca: su familia es de Cádiz, y Teresa creció visitando Ubrique, un lugar mítico para la piel española. Allí compraban regalos, cinturones, neceseres, pequeñas piezas hechas con un cuidado casi litúrgico.
Por eso eligió empezar por bolsos y cinturones. Sí, le apasionan, pero el motivo real es otro: «La piel forma parte de nuestra historia. No podía ser de otra manera».

«Si quería comunicar el saber hacer español, tenía que hacerlo a través de algo tan nuestro como la piel. No podía ser otra cosa».
El primer prototipo tardó ocho meses en completarse, con cambios interiores, ajustes, nuevas vistas y múltiples pruebas. «Pensé que no iba a terminar nunca», dice entre risas. Pero terminó. Y cuando lo hizo, era exactamente lo que quería: un bolso mimado, preciso, fabricado en una de las grandes casas de Ubrique que trabajan para firmas internacionales.
«Si un bolso nuestro pudiera hablar, diría que está completamente mimado. Cada pequeño detalle está cuidado al máximo».

El artesano como pilar central
Si hay una idea que sostiene cada decisión de Maese Place es esta: el artesano no es un proveedor, es el protagonista.
«Mi responsabilidad es transmitir el valor de las manos que han hecho la pieza», explica Teresa. Y ese compromiso está incluso en el nombre: Maese, la forma antigua de referirse al maestro artesano.
«Para mí, lo más bonito de mi trabajo es el artesano. Mi responsabilidad es transmitir el valor de las manos que han hecho esa pieza».

Trabaja con talleres de cuarta y quinta generación, tanto en Madrid como en Andalucía. Ha conocido a padres e hijos, a quienes llevan décadas sosteniendo un oficio y a quienes intentan que no desaparezca. Ver ese relevo generacional, a veces fluido, a veces frágil, la conmueve profundamente. «Es un ejemplo de cómo se puede avanzar sin perder la esencia».
«Maese es una palabra antigua que se usaba para referirse al maestro artesano. Nosotros queríamos ser eso: el lugar del maestro».

El lujo, redefinido: más verdad, menos ruido
Hablar con Teresa sobre lujo es hablar de honestidad. Ella lo sintetiza muy bien: antes el lujo era el tiempo, la dedicación, la exclusividad de lo hecho a mano. Hoy se ha convertido, en muchos casos, en un concepto asociado al estatus, no a la calidad. Y ahí Maese Place quiere marcar una diferencia:
«Las grandes marcas tienen dificultades para ser transparentes. Yo no. Yo puedo llamar al artesano y explicar quién está detrás de cada pieza. Eso es lujo».
«Tenemos que volver a la definición original de lujo: tiempo, calidad, oficio y honestidad».

Inspiración doble: París y Andalucía como dos pulsos creativos
Las colecciones de la marca nacen de dos lugares que han marcado a Teresa.
París, donde descubrió el impresionismo por iniciativa propia, visitando a diario el Museo de Orsay, cerca de donde vivía. «Fue la primera vez que conecté yo sola con el arte», cuenta. Por eso su primera colección honra a artistas franceses: Roda, Monet, Renoir…

«La colección Roda nace de ese momento vital en París, de esa conexión personal con los impresionistas franceses».
Andalucía, su refugio emocional. La colección Tablao está inspirada en su familia, en las tres generaciones de mujeres llamadas Teresa, su abuela, su madre y ella, y en la idea del tablao como espacio de reunión, identidad y raíz. La campaña la protagoniza su familia, en una colección que mezcla tradición, y un homenaje íntimo.

La mujer Maese: versátil, culta, consciente
Cuando habla de su clienta ideal, no describe un perfil, sino una actitud. Una mujer curiosa, con intereses diversos, con ganas de conocer y aprender. «Es una mujer que entiende el poder de su imagen y lo utiliza para comunicar quién es», explica.
Y se imagina su bolso de una forma preciosa: caótico pero coherente. Una libreta, un boli, un pequeño neceser, recuerdos que guarda porque le hacen ilusión. Una mujer que vive el día completo, que pasa del taller a una reunión o a un evento sin perder su esencia.

Preservar oficios: el esmaltado como declaración de intenciones
Entre todos los oficios que rescata la marca, hay uno que despierta especial emoción: el esmaltado artesanal de los pendientes, una técnica que en Madrid sólo realizan dos artesanos sin relevo generacional.
El proceso es muy técnico, capas de barniz, horno, cambios de color, precisión milimétrica, y requiere tiempo y paciencia. Teresa pasó días enteros probando colores en el salón del artesano. «Es casi como la cerámica: hasta que no lo horneas, no sabes qué va a salir», explica.
Incorporarlo a Maese Place es una forma de resistencia: evitar que un oficio desaparezca por falta de visibilidad y continuidad.

Galería Canalejas: un escaparate inesperado en su primera Navidad
La presencia de Maese Place en Galería Canalejas no fue buscada: la marca fue contactada directamente desde la dirección del centro. Querían una firma que reflejara valores de Made in Spain y que aportara autenticidad al espacio. La marca tenía apenas cuatro meses cuando recibió la propuesta.
«Para mí es una validación preciosa», confiesa Teresa. Estar en el kilómetro cero, rodeada de clientes internacionales, le permite contar la historia de los artesanos españoles a quien visita el país por primera vez.
Estas son sus primeras navidades como marca, y han querido celebrarlo con un pequeño gesto: una colaboración con Guerlain. Las primeras clientas recibirán un obsequio como guiño al espíritu de la temporada.

Sueño a futuro: una embajadora del ‘Made in Spain’
Si pudiera elegir a alguien que llevase un bolso Maese Place, lo tiene claro: Kerry Rutherford. «Sería un orgullo. Es una embajadora del Made in Spain con un altavoz internacional increíble», explica.
Un proyecto joven con alma antigua
Mientras la ciudad celebra la Navidad, Maese Place celebra algo más profundo: el regreso a lo auténtico. Su espacio en Galería Canalejas es un pequeño altar a los oficios, a la dedicación y a la verdad. Una marca de diseño, sí, pero también un recordatorio de que el lujo real sigue estando donde siempre estuvo: en las manos que hacen.
