No todos los romances nacen bajo el neón de Hollywood. Algunos (los más inesperados, los más intrigantes) crecen entre árboles centenarios, gallinas felices y camas con sábanas de lino. Pamela Anderson y Liam Neeson, una de las parejas más sorprendentes del verano, parecen haber encontrado precisamente eso: una historia que se cocina a fuego lento, entre tomates ecológicos y flores silvestres, en la bucólica casa que la actriz canadiense posee en la isla de Vancouver.
Dicen que el amor entra por los ojos, pero en el caso de Liam, tal vez también por la puerta de una cabaña blanca con porche y vistas al mar. Porque la vivienda de Pamela Anderson no es una mansión hollywoodiense con mármol reluciente y vistas a Mulholland Drive. Es todo lo contrario: un refugio íntimo, cálido y orgánico, construido con el corazón y restaurado con mimo. Una casa que cuenta historias. Y ahora, también, una historia de amor.
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El refugio en Vancouver que Pamela Anderson comparte con Liam Neeson
La propiedad está ubicada en Ladysmith, una pequeña localidad en la costa este de la isla de Vancouver, en la Columbia Británica. Pamela Anderson la compró hace años a sus abuelos y, durante la pandemia, decidió restaurarla completamente.
El resultado es un ejemplo vivo de cómo volver a las raíces puede ser el mayor acto de rebeldía, y de belleza, en una vida que ha estado expuesta durante décadas a los focos y al ruido.

El terreno, que abarca unos 2,5 acres (algo más de una hectárea), está rodeado de bosque y se abre al mar con una tranquilidad que parece casi cinematográfica.
No es difícil imaginar a Liam Neeson, el eterno caballero de voz grave, paseando por los senderos del jardín o compartiendo una copa de vino con Pamela bajo la pérgola mientras el sol se esconde entre los árboles.

Una casa vivida, no decorada
Lejos del estilo recargado o pretencioso que muchas estrellas adoptan cuando se mudan al campo, la casa de Pamela está diseñada para ser habitada, no fotografiada. Y eso se nota.
La decoración mezcla elementos rústicos y contemporáneos: maderas claras, paredes blancas, grandes ventanales por los que entra la luz y una selección cuidada de objetos vintage, textiles naturales y arte con alma.

Anderson trabajó en el proyecto junto al diseñador de interiores Josh Hall, quien entendió desde el principio que la actriz no quería una casa de revista, sino un hogar. Las habitaciones fluyen unas con otras, sin rigidez.
La cocina, abierta y luminosa, conecta con una zona de comedor con vistas al jardín, y todo el conjunto respira una atmósfera de paz que es tan estética como emocional.

Entre los espacios más singulares se encuentra el invernadero, convertido en una especie de pequeño estudio donde Pamela escribe, medita o simplemente se sienta a escuchar el sonido del viento entre los árboles.
Un jardín que lo dice todo
Pero si hay algo que define esta casa, más allá de sus materiales nobles y su historia familiar, es el jardín. Pamela ha creado un auténtico ecosistema sostenible que incluye un huerto, colmenas, árboles frutales, flores locales y hasta gallinas.

Cultiva sus propios alimentos, cuida de sus plantas con una devoción casi poética y ha convertido este entorno en una extensión de su filosofía de vida: natural, consciente, conectada con la tierra.
No sorprende que alguien como Liam Neeson, conocido por su perfil discreto y su amor por la naturaleza, se haya sentido atraído no sólo por Pamela, sino por el universo que ella ha construido a su alrededor. Porque, en el fondo, este lugar habla de ella más que cualquier alfombra roja. Y ahora también, quizá, hable de ellos.
