Oda al arte y al color en esta casa concebida como laboratorio de ideas y experimentación
La arquitectura elegante se define como algo sobrio, de líneas limpias con un diseño cuasi artístico. El color se define por lo neutro y hay muchas construcciones en blanco, terracota, o piedra, dependiendo de la época, de belleza asombrosa. El color no es lo habitual, pero hemos encontrado una construcción que es una alegoría a la creatividad. Ubicada en Uruguay, el color resalta en Casa Neptuna que, una vivienda a pie del mar, en la que sus formas y colores son el nuevo punto de referencia del arte en América Latina.
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Casa Neptuna es mucho más que una arquitectura icónica. En este edificio de se plasma la alegría del color, el juego de las formas y el aliento del océano Atlántico, aunado con el bosque más frondoso. La diseñó el arquitecto argentino Edgardo Giménez para albergar las residencias promovidas por la Fundación Ama Amoedo, dedicada a preservar y promover el arte latinoamericano.
Desde el exterior, el espacio destaca a simple vista por su estructura lúdica y su gama cromática tan viva, además que parece que es sacada de las obras de un artista pop, por sus destacados espacios en verde, amarillo, rosa y azul. Todos ellos crean un fantástico juego de volúmenes dinámicos y extravagantes que llaman especialmente la atención. Por otro lado, como señala el arquitecto, el cual debutó en la escena artística en los años 60, esta residencia se creó para activar el pensamiento creativo. Concebida como un espacio para vivir y trabajar, pretende ser, sobre todo, un laboratorio de ideas y experimentación.
“Es el lugar donde por fin puedes sentirte libre para ser creativo. Porque para mí, la alegría y el juego son una parte fundamental del arte”, afirma Edgardo a varios medios de comunicación. Casa Neptuna se levanta sobre los cimientos de un edificio que existía de antes, y fue donde el arquitecto centró más su visión. Después, lo transformó en un lugar especial: una pieza icónica de la arquitectura moderna, con un interior amplio y luminoso; con paredes blancas, como las de un moderno cubo blanco.
La coleccionista y filántropa, Amalia Amoedo, es la creadora de esta fundación, la cual lleva su nombre y quiso que Casa Neptuna se desarrollara en un lugar que fuera referencia del arte contemporáneo. José Ignacio siempre fue un lugar mágico y con motivo sentimental para ella. Lo que antes era un destino vacacional, en los últimos años, se ha convertido en un lugar turístico con espacios de arte que ahora son la clave en la región, el Skyspace de James Turrell, el Pabellón VIK y la increíble librería Rizoma. Así que Amoedo pensó que un artista era la personalidad más adecuada para dar forma a la residencia de artistas de sus sueños y, por ello, escogió la huella creativa de Edgardo Giménez.
La obra del arquitecto se dio forma como una obra artística, por lo que tuvo una gran libertad a la hora de crear el espacio, pero con gran dificultad. Decimos esto ya que el arquitecto no pudo visitar el espacio mientras se desarrollaba, por lo que se realizó a través de videollamadas y fotografías sobre el mismo. Por ello mismo, contó con la ayuda de un arquitecto local que aplicaba todas las instrucciones.
Los exteriores atraen por su extravagancia, con un toque posmoderno que evoca ciertas “fantasías arquitectónicas” de Alessandro Mendini, sumado a unos interiores que son un canto a la claridad y la limpieza formal. Amplias y luminosas, las habitaciones están adaptadas a las necesidades de artistas multidisciplinares. Dos huéspedes a la vez pueden vivir y colaborar en sus espacios, que incluyen un gran estudio compartido, habitaciones privadas con baño, una cocina totalmente equipada y una sala común multifuncional, además de una zona verde exterior con impresiones vistas al océano. Una obra de arte, destinada al arte y formada por el arte.