La arquitectura tiene nuevo icono hacia el que mirar. El museo Munch, ubicado en el barrio de Bjørvika, ha reabierto sus puertas con una nueva estructura que multiplica por cuatro las áreas de exhibición anteriores en un edificio cinco veces más grande que el original erigiéndose hacia el cielo y desafiando a la gravedad. Y lo ha hecho con firma la firma española del estudio de arquitectura Herreros.
Las once nuevas salas de exposiciones albergan la colección de obras de Edvard Munch más extensa del mundo –más de 26.700– lo que convierte al museo en uno de los más grandes del mundo dedicados a un solo artista.
Sin duda el interior se ha convertido en un motivo más para visitar Oslo, pero también la propia estructura que ha cambiado por completo el skyline de la capital noruega.
Desarrollando «un concepto contemporáneo de museo nutrido de un trascendental rol urbano y una responsabilidad histórica como elemento cohesivo de la comunidad», señala el proyecto, el edificio es un recorrido ascendente que ofrece en paralelo el descubrimiento de la obra de Munch y los diferentes estratos históricos de la ciudad.
Un nuevo mirador ascendente al mismo tiempo museo en vertical que combina once salas de exposición con otro tipo de estancias, salas de restauración, dependencias administrativas, la biblioteca o el centro educativo. Siempre con vistas hacia el vecino fiordo.
Por supuesto, la sostenibilidad ha jugado un papel fundamental. Bajo el concepto de passive house, mínima huella de carbono, sostenibilidad, reciclabilidad y mantenimiento son las directrices de este proceso constructivo «centrado en la experimentación y la innovación».
Las fachadas, terminadas en aluminio perforado con diferentes grados de trasparencia ofrecen una percepción enigmática y evanescente del edificio que reacciona a los leves estímulos del clima de Oslo ofreciendo imágenes muy diferentes según el momento; los enormes encofrados deslizantes operando 24 horas; el uso de hormigones y aceros reciclados de baja emisividad; y otros avances convierten al edificio en pionero en varios frentes.
Respecto al museo, entre las obras más destacadas, encontramos pinturas murales monumentales como ‘El sol’ (1909), de casi 8 metros, así como varias versiones de la obra más emblemática de Munch, ‘El grito‘, incluido un estudio temprano en pastel de 1893 y una versión posterior de 1910. Además, Tracey Emin, una de las artistas más célebres y controvertidas del Reino Unido, expone en dos pisos la que es su primera gran exposición nórdica.