Amaia Montero ha vuelto a ser el centro de atención, y esta vez por partida doble. No sólo por su esperada reincorporación a La Oreja de Van Gogh, el grupo que marcó a toda una generación, sino también por dejar ver un rincón muy especial de su vida privada: su hogar en Irún, donde se refugia y encuentra inspiración para su nueva etapa musical.
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Amaia Montero, la vuelta a La Oreja de Van Gogh y su casa en Irún
Después de años de especulaciones y rumores, finalmente se ha confirmado que Amaia regresa como vocalista de la banda donostiarra, tras la salida de Leire Martínez, quien la sustituyó en 2008. Esta inesperada noticia ha sacudido tanto a sus seguidores como al panorama musical español, devolviendo a muchos la nostalgia de los primeros discos del grupo.
Sin embargo, la nueva etapa llega con cambios importantes: Pablo Benegas, guitarrista y miembro fundador, no formará parte de este nuevo comienzo, lo que ha avivado rumores sobre tensiones internas que podrían haber influido en su decisión. Mientras los focos apuntan de nuevo hacia ella, Amaia ha elegido la serenidad de su hogar en Irún como refugio. Es en su casa, y más concretamente en una buhardilla cálida y luminosa, donde la cantante parece encontrar paz e inspiración.

Este espacio ha captado la atención de muchos, no sólo por ser un reflejo de su estilo personal, sino por el cuidado con el que ha sido decorado.
La buhardilla se caracteriza por su techo asimétrico y la abundante luz natural que entra por las claraboyas, creando un ambiente relajante y acogedor. El suelo de parquet oscuro añade un toque clásico y atemporal, en contraste con las paredes en tonos blanco roto. Además, el papel pintado a rayas verticales en tonos crema y gris le da personalidad sin recargar el ambiente. Es una elección elegante que demuestra que se puede combinar estilo y sencillez de manera armoniosa.
Otro detalle que destaca en este espacio es la distribución funcional. Los armarios con puertas correderas, estratégicamente ubicados en los laterales, permiten aprovechar al máximo cada metro cuadrado sin renunciar al orden. El gran sofá tapizado en lino, en tonos suaves, se convierte en el lugar perfecto para descansar o componer.

Amaia ha compartido algunos de estos detalles a través de sus redes sociales, donde la luz y la calidez del espacio son protagonistas. A pesar de su exposición pública, sigue siendo muy reservada con su intimidad, mostrando lo justo. Su casa refleja esa dualidad: un refugio privado, pero lleno de vida, gusto y significado.
Mientras se prepara para volver a los escenarios y retomar su carrera con fuerza, Amaia encuentra equilibrio en este rincón de Irún. Tal vez allí, entre madera, rayas suaves y luz natural, se estén gestando las canciones que marcarán una nueva era en La Oreja de Van Gogh.
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