La vida de la energía nuclear en Europa y el mundo está lejos de adormecerse. De hecho, se está viviendo un momento de renacimiento y revalorización de ese tipo de fuente de energía, limpia y de cero emisiones, como un elemento dinamizador del desarrollo sostenible, la independencia y la diversificación energética, y la lucha contra el cambio climático.
Lejos de demonizarse a nivel internacional, la energía nuclear es considerada un ingrediente esencial para alcanzar la descarbonización, sin poner en peligro el suministro y la cobertura de la demanda por parte de la industria y los consumidores. Recordemos que las energías renovables cuentan con el importante (y aún insalvable) hándicap que no tienen otras fuentes de energía: el almacenamiento de la misma.
Compromiso en Europa de triplicar la capacidad nuclear
Consciente de la realidad, más allá de ideologías y sectarismos, en 2023 un total de 22 países, entre ellos doce procedentes de la Unión Europea (UE), firmaron en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28), en Dubai, un compromiso para triplicar su capacidad nuclear de cara al año 2050.
Por primera vez, en el marco de este evento internacional, la energía nuclear fue incluida entre las principales conclusiones del encuentro, determinando que se trata de una tecnología de bajas emisiones esencial para conseguir una transición energética exitosa, donde se garantice el suministro necesario de energía y un desarrollo socioeconómico sostenible. Una afirmación que, además, no está siendo aislada, ya que la propia Comisión Europea (CE) tiene a la energía nuclear categorizada como verde y como una inversión posible y segura.
Francia es la gran abanderada de la energía nuclear en este momento; aunque no es la única. Suecia acaba de aprobar un plan de ayudas estatales para empresas energéticas que quieran construir nuevas centrales nucleares; Países Bajos ha autorizado la construcción de dos nuevas centrales nucleares, mientras amplía hasta 2033 la licencia de la instalación nuclear que ya tienen; mientras que Bélgica derogó el pasado mes de mayo una ley de 2003 que prohibía la construcción de nuevas centrales nucleares y permitía seguir con vida una de sus centrales hasta 2035.
Por su parte, Bulgaria modificó la licencia de su única central nuclear y suspendió el límite de su vida útil, ya que genera un tercio de la energía del país; Eslovaquia tiene dos centrales nucleares a pleno rendimiento, ampliará una de ellas y tiene diferentes proyectos de reactores modulares para 2035; y Rumanía tiene dos reactores nucleares operativos y está en proceso de construir otros dos.
Francia, el más nuclear de los países europeos
En nuestro alrededor más inmediato, sin duda, Francia es en este momento el mayor productor de energía nuclear del Viejo Continente, gracias a sus 18 centrales nucleares y sus 56 reactores operativos. De hecho, en este momento, alrededor de 70% de la electricidad que consume el país galo es de origen nuclear, el porcentaje más alto del mundo.
Emmanuel Macron, presidente de Francia, tiene una hoja de ruta clara para apostar por la energía nuclear, una fuente energética que convierte al país en una potencia mundial clave de la red eléctrica europea. El galo tiene planes de desarrollar al menos seis más durante los próximos diez años, los cuales estarán previsiblemente activos en 2038, que van a generar 27.000 MW.
Una apuesta que fue avalada el pasado junio por la Asamblea Nacional y que supone una senda energética y ambiental contraria a la iniciada por su antecesor, el socialista Françoise Hollande, que tenía como objetivo reducir la dependencia de la energía nuclear del 75% al 50% en 2035. Un volantazo energético por parte de Macron que vino dado, entre otros aspectos, por la invasión de Rusia y la guerra de Ucrania.
Un ambicioso plan de desarrollo y apuesta por la energía nuclear de Francia que se complementa –o complementa, como queramos decir– con un compromiso de desarrollo de las energías renovables, teniendo Macron el objetivo de doblar la capacidad eólica y multiplicar por cuatro la solar. Todo ello, sin renunciar a elevar la producción de energía nuclear o plantear el cierre de sus reactores.
España a contracorriente
Conflictos geopolíticos, sociales, económicos y bélicos que no son ajenos a España, un país que nada a contracorriente en materia de energía nuclear. El Gobierno central está dispuesto a clausurar todas las centrales nucleares disponibles, sin ningún plan para hacerlas crecer, a pesar de la importante llamada de atención que fue el apagón eléctrico de todo el país del pasado mes de marzo.
A pesar de las evidencias y de la tendencia nuclear de los países de la Unión Europea (UE), el Ejecutivo está dispuesto a seguir de forma escrupulosa el calendario de cierre de las centrales nucleares, siendo inminente la clausura de la Central Nuclear de Almaraz, en Cáceres. El cierre de los dos reactores –los cuales funcionan a pleno rendimiento– de esta instalación energética, se llevará a cabo el 1 de noviembre de 2027 y el 31 de octubre de 2028, respectivamente, dejando de producir el 7% de la energía que consume España en un año.
Prácticamente, el Ejecutivo central está solo en su empeño de dar carpetazo a la nuclear. Ningún agente social es partidario de suspender y desmantelar Almaraz, ni la Junta de Extremadura, ni las empresas afectadas y propietarias (Naturgy, Iberdrola y Endesa), ni la plataforma civil: ‘Sí a Almaraz, sí al futuro’.
Almaraz produce la electricidad de cuatro millones de hogares
La central extremeña emplea a casi 4.000 personas de manera directa e indirecta, produce la electricidad que consumen cuatro millones de hogares y es una importante fuente de ingresos fiscales para las arcas públicas. La instalación de Almaraz está en la categoría más alta de la Asociación Mundial de Operadores Nucleares, poniendo de manifiesto su «desempeño ejemplar y sus excelentes estándares de funcionamiento», detalla el informe Resultados nucleares y perspectivas de futuro 2024 de Foro Nuclear.
Durante el pasado año, además, la Central Nuclear de Almaraz vivió diferentes hitos. Algunos de ellos fueron dos paradas de recarga de combustible –una entre octubre y noviembre, otra entre abril y mayo, respectivamente– que supusieron la incorporación de 1.200 empleados adicionales a la plantilla habitual de unas 70 empresas especializadas, la mayoría de ellas locales. Recargas durante las que se ejecutaron 13.000 órdenes de trabajo, entre las que destacan la renovación de elementos de combustibles, pruebas requeridas para garantizar la seguridad de los equipos y los componentes.
En junio se desarrolló el simulacro anual del Plan de Emergencias Interior, comprobando la capacitación de la Organización de Respuesta a Emergencias, la operabilidad de los medios y la comunicación con los medios externos involucrados. Mientras que en septiembre, Almaraz recibió en sus instalaciones a los profesionales de la canadiense Bruce para tratar detalles del proyecto de aumento de potencia de la central extremeña en 2009, el cual quieren replicar en Canadá. Además de todo ello, Almaraz renovó sus convenios de colaboración con instituciones y asociaciones de su entorno.
Por tanto, la energía nuclear es un elemento esencial en el mix energético español, una palanca de cambio para una transición energética ambiciosa y eficiente, así como una manera de conseguir la soberanía energética de España frente a otros países.
Además de Almaraz, también están las centrales nucleares de Ascó (Tarragona), Cofrentes (Valencia), Trillo (Guadalajara), Vandellós (Tarragona), una fábrica de combustible nuclear de Juzbado (Salamanca) y un centro de almacenamiento de residuos radiactivos de muy baja, baja y media actividad en El Cabril (Córdoba).
El caso de Alemania e Italia
En Italia, la presidenta Giorgia Meloni quiere recuperar la energía nuclear porque, defiende, es «un paso necesario, sería inaceptable que se especulara a costa de quienes producen y crean empleo». La líder del país transalpino, por ello, quiere impulsar nuevas tecnologías innovadoras que implementen minirreactores seguros y limpios que permitan una mayor seguridad energética y costes energéticos significativamente inferiores a los actuales.
«Es una decisión valiente para conseguir los objetivos de descarbonización, a la vez que se fortalece la soberanía industrial y económica de Italia y, así, se mantiene la competitividad en el mercado», expresa Meloni.
En este momento, está en marcha una ley sobre energía nuclear y también se ha creado Nuclitalia, una empresa que se centrará en el estudio de tecnologías nucleares de nueva generación. Es decir: las nucleares es una realidad en Italia y Meloni es, en este momento, una de sus abanderadas. «Es crucial para la competitividad de todo el país y de todo el sistema productivo de Europa, tenemos que desafiar y corregir cualquier enfoque ideológico de la transición energética, que ha causado un enorme daño a la sostenibilidad económica y social de nuestras sociedades, sin tener realmente beneficios ambientales», apostilla la presidenta de Italia.
Siguiendo los pasos del Gobierno de Meloni está Alemania, país que cerró sus centrales nucleares en 2023, aunque ha paralizado el desmantelamiento de las mismas y sopesa recuperar de nuevo la generación de energía nuclear.
El canciller Friedrich Merz se prepara para cambiar la política sobre energía nuclear y reactivar los reactores nucleares disponibles y cerrados, siempre y cuando sea viable técnicamente. Mientras, además, apuestan por la investigación e impulso de nuevas tecnologías como los reactores modulares pequeños (SMR), reactores de última generación y reactores de fusión nuclear.
Definitivamente, la nuclear es un elemento esencial para garantizar el suministro energético, un puntal para la economía y el empleo de millones de personas, y un ingrediente clave en la competitividad. Tantos países no pueden estar errados y España corre el riesgo de quedarse sola en Europa.