La energía nuclear, limpia y de cero emisiones, ya que no produce gases de efecto invernadero al no precisar de combustión, vive tiempos de demonización, a pesar del papel que tiene en la estabilización del mix energético del país y del importante impacto socioeconómico que tiene sobre los territorios donde se produce. Es el caso de la Central Nuclear de Almaraz, ubicada en Extremadura, la cual supone mucho más que una mera instalación energética: es un motor esencial para la economía y el empleo de la región.

Desde su instalación en Almaraz, esta central nuclear ha garantizado el suministro constante y seguro de electricidad, contribuyendo de forma decisiva a la estabilidad de la red energética nacional, y convirtiéndose, además, en una herramienta eficaz para avanzar hacia un mix energético más limpio y sostenible.

Almaraz produce el 7% de la electricidad que consume España

Y es que, más allá de opiniones y relatos ideológicos alrededor de esta instalación y otras ubicadas en otras regiones, las cifras del potente impacto que tiene la Central Nuclear de Almaraz, en Extremadura, son tozudas. La central extremeña genera el 7% de la electricidad total que consumimos en España –cuenta con dos reactores de 1GW cada uno– y proporciona empleo directo o indirecto a más de 3.000 personas, siendo el sustento económico de miles de familias. Por su parte, un estudio reciente elaborado por la consultora Metyis, destaca que el cierre de Almaraz conllevaría una pérdida anual de 124 millones de euros en el entorno de influencia más próximo, que se ampliarían a 207 millones de euros si lo que se tiene en cuenta es el ámbito autonómico y a 829 millones de euros en el estatal.

Por tanto, podemos afirmar que la clausura de la Central Nuclear de Almaraz, prevista entre 2027 y 2028, tendría un impacto negativo en la región y sobre miles de familias, quienes verían peligrar los ingresos económicos de su economía familiar. Concretamente, el cierre de los reactores previsto por el Gobierno se traducirá en la pérdida de empleo y competitividad de Extremadura, pero también de España en su conjunto, que perdería una fuente de energía fundamental en los momentos de altísima demanda, eficiencia frente a otros países de la Unión Europea (UE) que sí están apostando por la nuclear y condenando al país a ser dependiente de la compra de energía a mercados que sí tienen soberanía energética.

Un activo indispensable para la soberanía energética

La presidenta de la Junta de Extremadura, María Guardiola, en una manifestación contra el cierre de la Central Nuclear de Almaraz.

La energía nuclear es, además, un activo indispensable que permite garantizar que no haya apagones energéticos en España, como sucedió la jornada del pasado 28 de abril, cuando el país en su totalidad quedó completamente desprovisto de energía eléctrica. Una jornada de pérdidas económicas importantes para la industria y la actividad empresarial, y un día de completo caos social.

Conscientes del impacto y el papel esencial que tiene la Central Nuclear de Almaraz para la economía extremeña a todos los niveles, desde la Junta de Extremadura, liderada por el equipo de Gobierno de la presidenta María Guardiola, trabajan día a día por mantener el funcionamiento de central y garantizar el desarrollo de la comunidad, tanto desde el punto de vista económico como social. El desarrollo de políticas sociales es imposible sin la creación de riqueza e ingresos económicos, un aspecto que quedaría en entredicho de producirse el calendario de cierre que el Gobierno central está dispuesto a seguir, incluso tras la llamada de atención del apagón energético de abril.

El territorio extremeño –ni ningún otro– no está en condiciones de perder oportunidades de impulsar el desarrollo y el bienestar de sus ciudadanos, por lo tanto, desde el equipo de Gobierno se aboga por «no ir contra los tiempos» y «apostar por el manteniendo activo de la Central Nuclear de Almaraz y el resto de las centrales de España». Una visión de presente y de futuro que, destacan, «lo entiende prácticamente todo el mundo, aunque el único que parece que no lo ve es el Gobierno de España, que sigue instalado en un sectarismo ideológico absolutamente trasnochado».

Guardiola se opone a la clausura porque «da empleo directo o indirecto a más de 3.000 personas; porque su cierre supondría una pérdida de más de 800 millones de euros anuales y hasta 15.000 empleos por el efecto arrastre en la economía».

Entre el 83% y el 86% de los extremeños rechaza la clausura

María Guardiola visita la Central Nuclear de Almaraz.

Defiende, además, que la supresión de esta fuente de energía «aumentaría el riesgo de apagones en España durante los periodos donde se combina la alta demanda con situaciones poco propicias para las energías renovables, como falta de viento, noche, altas temperaturas o frío intenso, etc. Haciéndonos dependientes directamente del gas y de sus precios, incrementando las emisiones de CO2 y los costes de generación».

Y no sólo eso, también afirma Guardiola que «sin nucleares se incrementaría considerablemente la factura de la luz de las familias y lastraría la competitividad de las empresas españolas».

Por ello, la Junta de Extremadura exige al Gobierno que «sea responsable, que deje de mentir y lanzar bulos, y que reclame a las empresas energéticas –Endesa, Naturgy e Iberdrola– una fiscalidad justa y no una extorsión, como hacen ahora, con la pretensión de justificarse diciendo que son las empresas explotadoras las que quieren cerrar las nucleares».

La Junta de Extremadura, con Guardiola como centinela, está plenamente alineada con el eslogan de la comarca y la plataforma contra el cierre de esta instalación: Almaraz no se cierra. 

De hecho, es complicado encontrar extremeños a favor del cierre de la planta, como revela un reciente estudio elaborado por Metroscopia en colaboración con el Observatorio de Energía y Sostenibilidad de la Fundación Ortega-Marañón. Según el mismo, entre el 83% y el 86% de los extremeños rechaza la clausura de la Central Nuclear de Almaraz debido a su impacto económico y la pérdida de empleos. Los resultados indican también que el 78% cree que el cierre será perjudicial para la región, y un 67% teme una pérdida significativa de empleos post-cierre.

«Sería una locura absoluta. Almaraz es más necesaria que nunca. De hecho, en los últimos tiempos, y hasta en dos ocasiones, Red Eléctrica de España ha pedido producir energía nuclear para asegurar el suministro a la población y las empresas. ¿Esto no les da una pista a nuestros gobernantes de que circulan por el carril equivocado? Parece que no, visto que el Gobierno de España pretende hacer lo contrario de lo que están haciendo numerosos países de la UE que no es otra cosa que redoblar su apuesta por la energía nuclear», exponen desde la Junta de Extremadura.

El rumbo de la energía nuclear en el marco internacional

En 2023, en el marco de la COP28, celebrada en Dubai, la energía nuclear tomó un espacio importante en el debate. Por primera vez, esta fuente energética fue incluida en las conclusiones del encuentro y la reconoció explícitamente como una tecnología de bajas emisiones crucial para la descarbonización y un factor para frenar el aumento de la temperatura global, tal como quedó establecido en el Acuerdo de París. Siendo, en definitiva, una vía elemental para el avance de una economía descarbonizada junto a las energías renovables.

En el ámbito europeo, en marzo de 2024 la energía nuclear recibió un nuevo espaldarazo. Más de 30 países, incluyendo alrededor de 22 miembros de la UE, se comprometieron a triplicar su capacidad nuclear de cara a 2025 para alcanzar los objetivos climáticos y garantizar la seguridad energética. Al mismo tiempo que la Comisión Europea (CE) incluía la energía nuclear en su taxonomía verde con el fin de promoverla como una inversión sostenible, un hecho que deja patente el creciente apoyo a la nuclear dentro de Europa para la transición energética.

Y en este camino y apuesta europea por la nuclear de los países de nuestro entorno tiene también un papel destacado la Central Nuclear de Almaraz, no sólo por la competitividad a nivel regional, sino también por nacional, europeo e internacional.

Sí a las renovables y también sí a la nuclear

María Guardiola e Isabel Díaz Ayuso en una visita a la Central Nuclear de Almaraz

Además, el impulso de la energía nuclear complementa a las energías renovables, y viceversa. Es decir, ambas son complementarias y no excluyentes. La Junta de Extremadura también apuesta por el crecimiento de las renovables como un importante activo para la región que crea empleo y riqueza, además de contribuir a la soberanía energética de España en un espacio de inestabilidad geopolítica.

De hecho, Extremadura se ha consolidado como una de las regiones líderes en energías renovables en España, destacando especialmente en la generación solar fotovoltaica. A finales de 2024, alcanzó los 11.698 MW de potencia eléctrica instalada, de los cuales el 84,6% corresponde a fuentes renovables. Además, tiene más de una veintena de proyectos en construcción, así como más de 100 que están o aprobados o en tramitación.

Energías que conviven a la perfección

Central Nuclear de Almaraz, en Cáceres.

No obstante, y a pesar de este férreo compromiso con las renovables y la transición ecológica, desde la Junta de Extremadura también hacen defensa de la energía nuclear porque «aunque no la calificamos de renovable, sí que podemos decir que se trata de energía limpia de cero emisiones, ya que no produce gases de efecto invernadero al no precisar de combustión».

Sumando la generación de energía renovable y nuclear, en Extremadura se produce el 11% de la energía limpia de la producción nacional. El mix energético de Extremadura en 2024, un total de 31.173 Mwh –máximo histórico de producción–, estuvo conformado prácticamente al 50-50 con energía renovable y nuclear. La región, por tanto, tiene la capacidad y los requisitos esenciales para la producción de energías limpias, tanto renovables y nuclear, pero eso, sin duda, defiende el equipo de Guardiola, pasa por «mantener la continuidad de Almaraz».

Concluyen, además, que esta central de producción de energía nuclear «no puede ser un elemento de enfrentamiento y división, ya que ambas energías son compatibles. Aquí en Extremadura hemos visto que ambos modelos conviven a la perfección».

En definitiva, y a tenor de los datos y los informes alrededor de Almaraz, el cierre de la planta por parte del Gobierno central traerá consecuencias negativas importantes de paliar. Entre ellas, una importante pérdida de empleos, tejido empresarial local, cualificación técnica, talento y población, e ingresos regionales y locales, etc. Además de dejar a Extremadura sin la suficiente potencia energética que le permite atender a posibles inversiones en el territorio de proyectos de nueva generación que están pegando fuerte, como son los data centers o los centros de datos, los cuales requieren una generación energética ambiciosa.

El cierre de Almaraz no sólo afecta a la producción energética, sino que condiciona el desarrollo socioeconómico de una región que ha vivido en simbiosis con la central durante más de 40 años.