El Neorrealismo italiano, nacido en Italia tras la Segunda Guerra Mundial, es un movimiento estético que siempre está vigente. No importa si hablamos de los años 50 y del cine de Visconti, Rossellini o De Sica, o si nos referimos a los fotógrafos de finales de los años 90 o del pleno S. XXI. No pasa de moda.

Y no lo hace porque su compromiso social y político, con ese halo de protesta ante las injusticias y las desigualdades a partir de imágenes muy reales, es un rasgo que es innato a las manifestaciones artísticas, independientemente de la disciplina que se desarrolle.

El Neorrealismo nace contando historias cotidianas y realistas que se centran en la vida de la gente común, especialmente la clase trabajadora y los más desfavorecidos de la sociedad. Instantáneas que se toman en el exterior, en las calles, y a menudo en barrios conflictivos e, incluso, arquitecturas dañadas por la guerra.

Para dotar de realidad máxima a las imágenes, además, el Neorrealismo suele usar personajes que no posan, sino que viven de forma espontánea para que el fotógrafo cace una imagen que es más que probable que no se vuelva a dar. Mientras que la narración, por su parte, es sencilla y sin finales felices forzados, al fin y al cabo, una de sus pretensiones es hacer denuncia social y azotar las conciencias.

13 miradas en Madrid

Esa mirada neorrealista de los italianos estará todo el verano en el Istituto Italiano di Cultura di Madrid –hasta el 13 de septiembre– con Sugestiones de Italia. Del Neorrealismo al S. XXI. La mirada de 13 fotógrafos, una exposición que se desarrolla bajo el paraguas de PHotoESPAÑA 2025.

Una muestra que presenta una colección significativa de fotografías de autor de Nino Migliori, Gianni Berengo Gardin, Mimmo Jodice, Mario Cresci, Enzo Obiso, Mario Giacomelli, Luigi Ghirri, Ferdinando Scianna, Gabriele Basilico, Franco Fontana, Bruna Biamino,  Uliano Lucas y Ugo Mulas.

Todas las imágenes dedicadas a Italia, proponiendo al público un recorrido de alta calidad dirigido a elementos del paisaje, de la ciudad, de la dimensión social y de la arquitectura.

En blanco y negro, sobre todo

Mario Cresci, Vedere attraverso, Pisa, 1997. @ GAM Galleria Civica d’Arte Moderna e Contemporanea di Torino.

En blanco y negro y en color, las fotos recorren el país desde las cumbres alpinas hasta las grandes ciudades como Turín y Milán, y también a lo largo de la cordillera de Emilia-Romaña para llegar hasta Nápoles, Matera y Sicilia.

Junto a los primeros reportajes basados en el Neorrealismo y en los acontecimientos político-sociales, acompañan visiones inéditas del paisaje italiano e interpretaciones de la arquitectura caracterizadas por un gran formalismo.

El objetivo es implicar al visitante en una alternancia fluida de diferentes sensibilidades e intensos ambientes, con continuos cambios de tono y de perspectiva que reflejan la evolución histórica del lenguaje fotográfico. Las imágenes proponen narraciones esenciales que abren el camino a nuevos códigos visuales donde no hay distinción entre tomas espontáneas y composiciones estudiadas y calibradas.

Uliano Lucas, Industria di cingolati Berco, Ferrara, 1984. @Fondazione per l’Arte Moderna e Contemporanea

En las fotografías de Nino Migliori (Bolonia, 1926) prevalecen los lugares y las señales del hombre. Sus imágenes manifiestan una fuerte intención narrativa. Es quizás el fotógrafo que antes que nadie ha sabido interpretar la fuerza del Neorrealismo.

Gianni Berengo Gardin (Santa Margherita Ligure, Génova, 1930) con el objetivo de su cámara fotográfica retrata el malestar y el retraso social, en una dimensión de extraordinaria épica popular.

Gianni Berengo Gardin. Concorso di ballo, 1997
Mimmo Jodice (Nápoles, 1934) elabora una nueva visión del paisaje tanto urbano como natural, acercándose a una poética que interpreta los espacios a través de la lente del clasicismo, dejando emerger una dimensión suspendida, a veces monumental, siempre impregnada por una sutil inquietud.

Mario Cresci (Chiavari, Génova, 1942) afronta el largo y participado trabajo sobre la Italia meridional adoptando un comportamiento no estético y utiliza la fotografía como escritura lúcida de los signos de la cultura local, lejos del sentimentalismo de la representación de un mundo que ya se encuentra en el ocaso.

Mimmo Jodice, Marghera, Laguna, 1997. @GAM Galleria Civica d’Arte Moderna e Contemporanea di Torino

La elección de la luz es un aspecto fundamental de la poética de Enzo Obiso (Campobello di Mazara, Trapani, 1954), ya que el autor se sirve de ella para exaltar el paso del tiempo, las características y las estratificaciones de un lugar, prefiriendo narraciones evasivas capaces de recopilar momentos inasibles y encuentros fugaces.

El trabajo de Mario Giacomelli (Senigallia, Ancona, 1925 – 2000), en el que confluyen múltiples estímulos artísticos provenientes del arte informal, desde Land Art, desde la poesía a la música, se distingue en el panorama fotográfico de los años Cincuenta por los aspectos de gran experimentación técnica. El autor, de hecho, está entre los primeros que deforman la imagen, recurriendo a desenfoques, imágenes borrosas, sobreexposiciones y sobreimpresiones.

De índole totalmente distinta es la fotografía en color de Luigi Ghirri (Scandiano, Reggio Emilia, 1943 – Roncocesi, Reggio Emilia, 1992). Sus paisajes “vacíos”, casi sin rozar por la presencia humana, nos exigen una nueva mirada hacia las cosas, las arquitecturas y los paisajes. De sus tomas surge un sentimiento invencible de misterio, que nos proyecta hacia una nueva dimensión de interpretación del mundo.

Mimmo Jodice, Marghera, Laguna, 1997. @GAM Galleria Civica d’Arte Moderna e Contemporanea di Torino

También son en blanco y negro las fotografías de Ferdinando Scianna (Bagheria, Palermo, 1943). Las personas que retrata nos hacen considerar los lugares con una dimensión antropológica. Estas imágenes, como las del paisaje, experimentan contrastes: sol-luz / oscuridad, en una visión casi deslumbrante.

En las tomas de Gabriele Basilico (Milán, 1944 – 2013) impresiona la atmósfera suspendida, la sutil atención a calibrar los espacios y las simetrías internas, la ausencia de figuras humanas. Sus fotografías parecen representaciones metafísicas de un espacio cuyos elementos de verticalidad y profundidad están acentuados gracias a la predilección por el uso del blanco y negro.

En Franco Fontana (Módena, 1933) la investigación fotográfica está completamente centrada en el uso del color, que se convierte en marca estilística del autor. Fontana lo entiende, de hecho, como un potente recurso visual capaz de revelar las estructuras y las secretas armonías de la realidad.

El color controlado de las tomas de Bruna Biamino (Turín, 1956) nos lleva lejos, a una especie de sueño lechoso. Arquitecturas, paisajes sin adornos, lugares de agua, aluden a la suspensión y al vacío y contienen, al mismo tiempo, un estado de concentración y de desarraigo indisolubles.

Gabriele Basilico, Il Passante, 2004-2005. @GAM Galleria Civica d’Arte Moderna e Contemporanea di Torino

Uliano Lucas (Milán, 1942) elabora un lenguaje nuevo, aplicando el estilo del reportaje a la crónica y sumergiendo su mirada en las contradicciones y en las amplias zonas de sombra de la realidad. Rechaza la imagen emblemática individual, trabajando en series que en su totalidad interrelacionan narraciones capaces de recuperar la complejidad de una época.

Los paisajes en blanco y negro de Ugo Mulas (Pozzolengo, Brescia, 1928 – Milán, 1973) nos obligan a mirar de manera diferente a los sujetos, dejándonos descubrir lo que no habíamos sabido ver antes. Esto vale también para su investigación en las periferias nebulosas de la ciudad industrial, que adquieren, paradójicamente, una fuerte, inédita, fascinación.