El secreto de la eterna juventud podría estar en una planta japonesa. Según un estudio publicado en la revista Nature, esto podría abrir una nueva vía para desarrollar fármacos contra el envejecimiento. Se trata de una planta denominada ashitaba a la que se le atribuyen propiedades medicinales: contiene una sustancia que alarga la vida de moscas y gusanos, protege el corazón de ratones y frena la senescencia en células humanas. ¿Habremos encontrado el secreto de la eterna juventud?
El envejecimiento es una de las grandes preocupaciones del ser humano. La salud y los problemas derivados del paso del tiempo son nuestros principales miedos, por eso, cada vez que una planta se antoja como favorita para frenar el avance del tiempo, queremos saber más y descubrir qué hay de cierto en ello. Ahora una planta japonesa, la ashitaba, podría ser clave.
La ashitaba contiene una gran cantidad de nutrientes, entre ellos un flavonoide llamado DMC que ha sido identificado como «un compuesto natural con propiedades de antienvejecimiento que podría retrasar la degeneración o el envejecimiento celular«, según investigadores de la Universidad de Graz, en Austria. En el estudio, indicaron que el DMC prolongaba la vida útil de los gusanos y las moscas en un 20%. En ratones, por su parte, protegía los corazones durante un bloqueo del flujo sanguíneo.
En las pruebas con células humanas, pareció retardar la senescencia, el proceso que hace que las células dejen de dividirse y comiencen a crecer de forma permanente. Los investigadores explicaron que el DMC retrasa el envejecimiento al inducir la autofagia, un proceso durante el cual el cuerpo recicla las células dañadas y las elimina en favor de nuevas células más sanas.
A pesar de todo ello, los expertos aseguran que la investigación todavía se encuentra en su etapa inicial, y aunque su trabajo cuenta con una buena base, es necesario seguir investigando. De este modo, si los resultados fueran positivos en etapas más avanzadas, se podría trabajar en el desarrollo de fármacos.
Originaria de la costa oriental de Honshu, la mayor isla de Japón, se le han atribuido tradicionalmente propiedades diuréticas y digestivas cuando se ingiere, así como la capacidad de curar heridas cuando se aplica sobre la piel.
Los investigadores comprobaron que, si les daban el compuesto con la comida, la molécula pasaba la sangre. Este resultado indica que, si en el futuro se desarrolla un fármaco, podría administrarse por vía oral.