Enrique Rojas, psiquiatra: «Pinto como terapia en lugar de tomar ansiolíticos»
Enrique Rojas, catedrático de Psiquiatría y director del Instituto Rojas Estapé en Madrid, no sólo explora la mente humana desde el diván: también la plasma en lienzos. A sus múltiples facetas (autor, terapeuta, conferenciante) suma una menos conocida pero profundamente personal: la de pintor. «En vez de tomar ansiolíticos, pinto», confiesa con la naturalidad de quien ha hecho del arte un espacio de terapia, introspección y libertad.
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El Dr. Rojas no sólo pinta, también prescribe pintar. En su instituto incluye talleres donde los pacientes exploran el arte como vía de expresión emocional.
«Hay formas de terapia que no son sólo farmacológicas. Pintar, escribir… permiten que la persona se expanda»
Como buen psiquiatra, sabe que curar a veces requiere bajar al sótano del alma. Pero como artista, también sabe que el arte puede ser la escalera para volver a la superficie.
«Y en muchos de ellos incluyo frases breves, a veces sacadas de mis libros, que provocan una pausa: La cultura es libertad, El amor se perfecciona con el perdón, La felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria«.
Su quinta exposición, tras un paréntesis de cuatro años, no sólo es un acto creativo, sino también íntimo. En cada cuadro hay una búsqueda emocional y, sobre todo, una invitación a la reflexión.
«Mi pintura son paisajes interiores»
Estos guiños textuales, casi como portadas en miniatura –recordando el estilo reconocible de sus libros, muchas veces en tonos intensos como el rojo de El hombre light o el azul de La conquista de la voluntad– actúan como puentes entre el pensamiento y la emoción. «Invito al que contempla a pensar», resume. No es un arte decorativo, sino comunicativo. El acto de pintar, en su caso, es profundamente terapéutico.
«Veo muchas circunstancias de gran dureza en mi consulta: personas deprimidas, rotas, quebradas… Pintar me ayuda a soltar eso. Es una afición, pero también una forma de sanarme».
Y aunque se considera un amante de la belleza visual, no persigue la complejidad técnica. «Mi pintura es sencilla, simple. Incluso hay quien dice: «eso también lo pinto yo». Pero la sencillez es la virtud de la infancia». Esa frase, casi infantil en apariencia, esconde la profundidad del psicoanálisis que Rojas domina: saber mirar dentro sin complicar lo esencial.
Entre acrílicos, tinta china y sprays, experimenta como un niño curioso, pero con la mirada madura de quien ha leído muchas almas. Sus influencias van desde los clásicos del arte español –Picasso, Dalí, Miró, Tàpies– hasta expresionistas abstractos americanos como Jasper Johns, Willem de Kooning o Joan Mitchell. «Me fascinan», dice con admiración genuina. También cita a Sam Francis, conocido por pintar con las manos: «Era un genio de lo simple y lo potente».
En la exposición, organizada por su mujer y sus hijas –entre ellas, las conocidas Marian e Isabel Rojas Estapé–, destaca una obra en tonos rosa.
«Fue el primer cuadro que se vendió. Mi mujer no sabía si ponerlo en la entrada… pero allí estaba»