Carnosas, dulces y refrescantes, las cerezas son la fruta perfecta del verano y cuenta con un gran poder antioxidante y una composición nutricional que aporta muchos beneficios a nuestra salud. El origen de la cereza se localiza en el Mar Negro y en el Mar Caspio, llegando después a Europa y Asia, por medio de las aves y las migraciones humanas. En nuestro país, las cultivadas en el valle del Jerte (Cáceres) gozan de mucha popularidad, y se cultivan en muchos países del mundo. La OMS recomienda su consumo y es aconsejable tomarlas bien maduras, cuando lucen un rojo intenso, y no sólo porque resultan más dulces, sino porque los nutrientes están más concentrados.
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Su recolección arranca en los meses de abril y mayo en las zonas más tempranas de Aragón y se prolonga entre 100 y 130 a las más tardías del Valle del Jerte. Durante el invierno, los cerezos han acumulado frío para permitirse esa exuberante floración que nos regalan a principios de primavera. Ese frío es necesario y cuando el invierno ha sido caluroso, la floración llega más tarde. Una vez el árbol ha florecido, las cerezas ya están listas. Los días de sol y las suaves temperaturas adelantarán la cosecha, mientras que el tiempo frío y lluvioso retrasará su maduración.
La cereza no solo es tremendamente seductora por su color carmesí y su irresistible sabor, sino que también es un auténtico tesoro nutricional que aporta buenas dosis de vitaminas C, A y K, minerales (potasio, magnesio, hierro, calcio), fibra y ácido fólico. Aunque si por algo destaca, es por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que la convierten en un alimento casi terapéutico y medicinal. Esto se debe al ácido elágico y a las antiocioninas, que hacen que la cereza sea la fruta que mayor cantidad de flavonoides, como la quercetina. Su cantidad de grasas es pobre, además de contener proteínas y colesterol, rica en fibra e hidratos de carbono y con un aporte calórico medio de 59 calorías por cada 100 gramos. Pero todavía guarda la cereza, una última propiedad que, de hecho, muy pocos alimentos contienen, y que es la melatonina, la hormona encargada de los ciclos del sueño y que, además, ayuda a regular nuestro ritmo cardíaco. Hay que tener en cuenta que las de mayor tamaño son las que gozan de mejor textura y sabor, por lo que siempre hay que fijarse en ese punto esencial.
Todo ese catálogo de propiedades nutricionales de las cerezas se traduce, por supuesto, en beneficios directos hacia nuestra salud y cuenta con las siguientes propiedades:
Propiedades depurativas
Desde hace siglos que las cerezas son famosas por su efecto depurativo intestinal. Y es que, gracias a las antocianinas, también encargadas de darles ese color rojizo azulado, las cerezas ayudan a eliminar las toxinas de nuestro cuerpo y a combatir el estreñimiento. Es por eso que, para depurar el organismo de cara al verano, a menudo se hacen las llamadas “curas de cereza”.
Reumatismo, gota y artritis
Sus propiedades depurativas, unidos a su efecto antioxidante y al ácido salicílico, componente principal de la aspirina, también contribuyen a reducir de forma significativa los marcadores de inflamación y oxidación de nuestro organismo. Por eso, también se aconsejan para combatir el dolor de músculos y tendones.
Recomendadas para fortalecer la memoria
Los especialistas médicos incluyen las cerezas en la lista de alimentos más beneficiosos para prevenir la pérdida de memoria. De ahí, que a veces se hable de la cereza como un alimento perfecto para el cerebro.
Trastornos hepáticos
Una de las grandes cualidades de las cerezas para nuestra salud es que nos ayudan a reducir los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre y evitan su posible acumulación en el hígado, a la vez que contribuyen a que no se formen cálculos biliares en la vesícula.
Contra el sobrepeso
Las cerezas también son uno de los alimentos más recomendados por los nutricionistas para perder peso gracias a sus propiedades saciantes y diuréticas.
La temporada de la flor de sakura, la flor del cerezo, es efímera, y en la cultura japonesa existe una auténtica devoción tradicional y simbólica con la celebración del Festival del Hanami. Por suerte, la temporada de su fruto es más longeva que la de su floración, y podemos disfrutar de ellas durante más tiempo. Es en esta época del año, precisamente, cuando encontramos las fruterías llenas de esas pequeñas perlas de color vibrante.